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Granja de egresados de Chapingo comenzó como proyecto escolar

Hacen de la crianza natural de pavos un negocio rentable
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Uno de los corrales de la granja Cocotla, en Texcoco, estado de México, donde se crían guajolotes con alimentos naturales y sin utilizar hormonasFoto Javier Salinas Cesáreo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 16 de abril de 2010, p. 30

Texcoco, Méx., 15 de abril. La granja Cocotla (lugar de las aves, en náhuatl), única de su tipo en México, produce carne de pavo orgánica: cría a los animales en un entorno natural, respetando sus hábitos, sin antibióticos ni hormonas.

Éste es uno de los productos que se venden en el Tianguis Orgánico que se instala los sábados de 9:00 a 13:00 horas frente a la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).

Verónica Alcántara y Víctor Bolaños, egresados de la UACh, son los creadores y propietarios de la granja, ubicada en la comunidad La Trinidad, municipio de Texcoco, en el oriente del estado.

Alcántara, ingeniera agrónoma, y Bolaños, médico veterinario zootecnista, decidieron establecer la granja en 1990, cuando el segundo realizaba una maestría sobre calidad de la carne y acudió a un curso en el Instituto Agronómico del Mediterráneo, en España.

Para el proyecto de tesis criaron 60 guajolotes en un traspatio; luego ocuparon unas porquerizas y actualmente es una granja en La Trinidad.

Verónica y Víctor comenzaron a vender la carne de pavo entre vecinos y familiares. Creo que la primera vez la compraron por compromiso, pero después el gusto fue ganando terreno. Un día, en una kermés de la escuela de mi hijo, hicimos carne deshebrada; a todos les gustó y luego nos pedían más, narró Verónica.

Posteriormente empezaron a vender su producto entre la comunidad judía Magen David. Cada dos o tres meses nos compraban unos 80 guajolotes, dijeron.

Al principio Verónica recorría en bicicleta San Sebastián, Santa Cruz y otros pueblos cercanos, así como el centro de Texcoco, para levantar y repartir pedidos.

La aceptación del producto creció y hoy la empresa ofrece filete de pechuga, carne molida, carne para hamburguesa y deshebrada. A fin de año se vende en canal.

Ahora su prioridad es perfeccionar los métodos de alimentación y crianza de las aves, así como fortalecer la bioseguridad de sus productos.

A la entrada a la granja hay un tapete y un arco sanitario hechos de sales de yodo y cloro, entre otras sustancias, para evitar contaminación con bacterias.

En seis corrales se crían en promedio 350 guajolotes, que forman una parvada. Cada año se crían cuatro parvadas de animales de entre 14 y 16 kilogramos, lo que tarda entre 35 y 38 semanas. A fin de año se produce una parvada extra con animales de siete kilogramos y un periodo de crianza de 22 semanas.

La alimentación de los pavos consiste en alfalfa que Víctor cultiva, fertilizada con composta producida en la granja; también se les ofrece maíz quebrado, ajonjolí y semillas de girasol, en lugar de usar alimentos concentrados.

Cada mañana las lonas que cubren las paredes de los corrales se levantan poco a poco para que las aves reciban luz, y luego se les conduce a un corral aledaño al aire libre, donde se les da de beber y comer.

En torno a los corrales se sembró una farmacia viviente con diversas plantas; se dispuso un sistema de manejo de composta, y un área de sacrificio con instalaciónes para captar residuos y aguas. También hay un invernadero y un corral de borregos, que hacen las veces de podadoras de pasto.

Periódicamente se desparasita a los pavos con infusiones de yerba de Santa María, epazote o ajenjo en los bebederos. Cuando los animales se estresan porque hay mucho movimiento en la granja, cuando llueve, o por otra razón, les damos tés de cedrón e hinojo, comentó Verónica.

También se les aplican vacunas contra la enfermedad de Newcastle y la viruela.

Al terminar su etapa de crecimiento, los pavos son sacrificados, cortados en piezas, deshuesados o molidos. Después la carne se empaca al alto vacío y se guarda en hieleras.

En las granjas convencionales la crianza de un pavo de 14 o 16 kilos tarda sólo de 20 a 25 semanas. Nosotros no pretendemos mayor producción, sino que la carne sea de buena calidad nutricional, explicó Verónica.