Opinión
Ver día anteriorLunes 19 de abril de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
¡Estoy vivo!
N

oche de tiros largos, obscuridad viva y fuego en la sangre de Arturo Macías en su presentación en la Real Maestranza. No lo perdonaron los toros de la ganadería portuguesa de Pahla. Pese al cornalón sufrido, el torero de Aguascalientes, estaba optimista. Como antes le había sucedido a Mariano Ramos hace unos 15 años, en la confirmación de su alternativa en la plaza madrileña de Las Ventas con los toros portugueses que no quieren ver los toreros ni en fotografía. Al terminar dicha corrida que había sido un fracaso resonante para Mariano, quien había llegado a Madrid con fama de torero poderoso, los crónicos se acercaron al terminar el festejo al torero y le comentaban: ¡qué pena matador! ¡qué tristeza! ¡qué petardo! A lo que un encantado de la vida Mariano, les espetó: ¡ni qué pena, ni qué tristeza, ni qué petardo! ¡estoy feliz, señores, estoy vivo! Frase que se repite en el mundillo español del toreo y repitió este martes sevillano Arturo Macías, pese al cornadón que sufrió en el muslo derecho, ¡estoy vivo!

Arturo tuvo que aceptar una corrida destartalada de Pahla, en el cartel más pobre de la feria y con los por lo pronto feos y ofensivos toros. Bureles resabiados, mansos, descastados, pero inciertos y violentos. Arturo le salió a quedarse quieto cual si fueran los toritos de la ilusión y como se comenta, les salió barata la cornada. Triste designio de los toreros mexicanos en España. A pesar de ser triunfadores en su país, o aceptan estas corridas con las que prácticamente es imposible lucirse o no torean en plazas importantes. Lo curioso de estas corridas asesinas es que son a contra estilo de la feria sevillana, expresada a la sombra del buen humor, conservando las tradiciones, creándolas con su ansia inagotable de belleza que hace de la vida un juego sonriente, amable y lleno del misterio de la inmortalidad.

Todo esto en una semana, en la que, como es costumbre y al igual que en México, los toros han perdido la casta y salen amensados en lo general. La diferencia con nuestro país estribaría en la presencia de los astados en las ferias españolas, en las que difícilmente aparecen toritos anovillados. En lo que va de la feria, aparte del rejoneador Diego Ventura, se salva de la quema El Juli”, sobrado y torero que se encontró con los del Ventorillo y les bordó el toreo, a su particular estilo, y acabó por salir a hombros por la famosa de la principesca plaza sevillana.