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Juegan a organizar levantones y cobran cuotas para no agredir a los más pequeños

En Ciudad Juárez alumnos de primaria imitan actuar del crimen organizado

Estamos solos, ni la policía ni la autoridad educativa nos quieren ayudar, reclaman maestros

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Expertos retiran explosivos hallados cerca de una escuela de Ciudad Juárez, el 25 de marzo pasadoFoto Ap
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Periódico La Jornada
Lunes 19 de abril de 2010, p. 8

Ciudad Juárez, Chih., 18 de abril. La violencia ligada al narcotráfico que se vive en Ciudad Juárez se refleja en los patios escolares, donde los niños instalan retenes, arman comandos de sicarios o militares y organizan levantones, pero también cobran cuotas para no agredir a los alumnos más pequeños e incluso, los más fuertes, se alquilan como guaruras.

Se trata de estudiantes de primaria y secundaria que replican en sus juegos el clima de inseguridad que existe en esta ciudad fronteriza. Lo que pasa afuera de las escuelas se refleja adentro; hay niños maltratados o violentos, con poca tolerancia a la frustración, señala Zoé Alderete Gómez, directora de la primaria Vicente Guerrero.

Los niños, explica, dicen que quieren ser “narcos, sicarios o (policías) federales”, incluso nos dan cátedra del manejo de armas y uso de drogas, pues saben lo que es un cuerno de chivo (rifle Ak-47) y hasta el calibre de armas, es parte de su vocabulario común.

A la hora del recreo, en primarias y secundarias de esta ciudad, una parte de alumnos juega a instalar retenes o a ser parte de un comando armado. Se reúnen en el patio y deciden quién va a ser su víctima, siempre los niños más débiles. Agarran un palo o cualquier cosa y dicen “vamos a levantar a aquél o a éste para pedir su rescate. Todos quieren ser sicarios o comandantes”, explicó Froylán, profesor de educación especial.

Pero hay alumnos que van más allá... los de sexto grado se colocan a unos metros de la entrada principal, en el interior del plantel, para pedir un peso a los más pequeños y permitirles ir a su salón, o se integran en comandos para sorprender a los de primero y segundo grados cuando están formados para ingresar al comedor escolar.

El común denominador de las escuelas de la localidad son las rejas y los candados. Ventanas y puertas con barrotes y cadenas para asegurar los equipos y materiales educativos, pero también para garantizar la seguridad de los alumnos, quienes tienen prohibido por la dirección acercarse a la barda perimetral o a las puertas de acceso, o hablar con extraños.

Desde hace más de una década, Ciudad Juárez vive sumergida en la violencia. Los asesinatos de cientos de mujeres de esa localidad no han parado desde 1993. Estimaciones de diversas organizaciones civiles señalan que hasta 2006 se habían contabilizado más de 463 casos.

Hoy, la urbe vive atrapada por la guerra entre las bandas del narcotráfico y es considerada como la más peligrosa del mundo, pues de 2007 a la fecha se han contabilizado más de 4 mil ejecuciones. A este clima de inseguridad se suman el desempleo y la pobreza.

La Confederación Patronal de la República Mexicana estima en 10 mil los negocios que han cerrado a causa de la violencia, mientras que 115 mil viviendas han sido abandonadas ante la falta de puestos laborales.

Alba, de 14 años y estudiante de tercero de secundaria, sentencia: Aquí vivimos en guerra. Estamos rodeados de militares y soldados en las calles. Nos cuidamos unos de otros. Nunca sabemos si nos tocará vivir o morir.

Alejandro, de 12 años, quien cursa sexto grado de primaria, asegura que lo peor de Juárez es la delincuencia. Aquí hay mucha matanza. En mi colonia seguido nos tiran muertos. Ya no lo soporto, por eso me quiero ir a El Paso, Texas, aquí ya está muy feo.

A la violencia generada por el narcotráfico se suma el control de las pandillas en cada colonia. Jesús, de seis años, quien acude a la primaria de la colonia Tarahumara, enumera las bandas que conoce. “Donde yo vivo, los cholos se pelean con pistolas. Unos se llaman del Barrio Noveno, otros por acá cerca son de Bajo 21, pero también están los Twister o los Treinta. Asaltan las rutas y lastiman a la gente”.

María, con más de 30 años de servicio docente en esta localidad fronteriza, afirma: En Juárez tenemos dos problemas: inseguridad y desempleo.

Y recuerda: en mi escuela, de 180 alumnos, por lo menos a cinco les han matado al padre. Son niños que se levantaron y llegaron al plantel, mientras sus madres iban al servicio médico forense a reconocer el cuerpo de su compañero. Son cosas fuertes, pero cotidianas.

La escuela, reconoce, tampoco es territorio vedado para la delincuencia. Todos los días escuchamos que ya entraron a robar a un plantel. No se respeta nada. En nuestro caso entraron un viernes y siguieron saqueando lunes y martes. Se llevaron los cinco motores del aire acondicionado, el calentón y hasta la tubería del agua. No hay dinero en la escuela, porque más de 20 por ciento de los padres de familia no tiene trabajo.

Edith, maestra de prescolar en la colonia Felipe Ángeles, destaca que tan sólo en lo que va del año se han ido ocho alumnos porque sus padres no tienen empleo. De tanta violencia, muchos han migrado, incluso se van sólo con el pasaje de ida, pues ya no quieren estar aquí.

A esto se suma, señala, que en vacaciones “se metieron a robar al preescolar. No encontramos el tanque de gas ni la tubería de cobre; le hablamos a la policía municipal y el mensaje fue claro: mejor ni denuncien, no saben con quién se están enfrentando, mejor lo dejan así, total los cholos pueden regresar y quién sabe. En Juárez estamos solos. Ni la policía ni la autoridad educativa nos quieren ayudar. Ya no hay en quien confiar”, sentenció.