Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 25 de abril de 2010 Num: 790

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Avances de un bestiario
MIGUEL MALDONADO

El sobreviviente
TEÓFILOS D. FRANGÓPOULOS

Los dos rostros de Colombia
MARCO ANTONIO CAMPOS

El esfuerzo transfigurador como palanca del cambio
CELIA ÁLVAREZ entrevista con DAMIÁN ALCÁZAR

Gepetto o el anhelo de ser padre
RAFAEL BARAJAS EL FISGÓN

Edwidge Danticat
TANIA MOLINA RAMÍREZ

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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25 años en imágenes de La Jornada,
La Jornada Ediciones,
México, 2010.

La lista es larga e indispensable: Jerónimo Arteaga Silva, Tomás Bravo, Víctor Camacho, Jesús Carlos, Carlos Cisneros, Marco Antonio Cruz, Rogelio Cuéllar, Alfredo Domínguez, Alfredo Estrella, Arturo Fuentes, Andrés Garay, Roberto García Ortiz, José Gómez de León, José Carlo González, Luis Humberto González, Arturo Guerra, José Luis Guzmán, Frida Hartz, Fabrizio León Diez, José Antonio López, Francisco Mata Rosas, Elsa Medina, María Meléndrez, Víctor Mendiola, Omar Meneses, José Núñez, Francisco Olvera, Raúl Ortega, Yazmín Ortega, Rubén Pax, Marco Peláez, J. Guadalupe Pérez, Rosaura Pozos, Carlos Ramos Mamahua, Cristina Rodríguez, Duilio Rodríguez, Heriberto Rodríguez, María Luisa Severiano, Guillermo Sologuren, Ángeles Torrejón, Pedro Valtierra y Jesús Villaseca, son los principales autores de las imágenes que este volumen, antológico en todos los sentidos de la palabra, recopila, recupera y rememora. Los lectores de éste, nuestro diario, lo saben bien: uno de los principales sellos distintivos de La Jornada es el lugar que le concede al periodismo gráfico, en virtud de la enorme capacidad de éste para ofrecer, por sí mismo, no sólo la información llana y directa, inherente a la imagen, sino también puntos de vista, conceptualizaciones y posturas concretas frente a hechos concretos.

Desde 1984 hasta la fecha, esta casa editorial ha formado un acervo fotográfico que supera los 20 millones de imágenes, de las cuales esta es una necesariamente pequeña, pero muy significativa muestra. Un ensayo de nuestro colaborador Luis Hernández Navarro abre este volumen de casi trescientas páginas de gran formato, y un pie de foto ya explicativo, ya narrativo, acompaña cada una de las fotografías.


LA CONSERVACIÓN DE LA HUMANIDAD

RAÚL OLVERA MIJARES


El desafío de la bioética. Textos de bioética. Volumen II,
Asunción Álvarez del Río y Paulina Rivero Weber,
FCE,
México, 2009.

Una revolución copernicana, paralela a la operada con el Sol y no con la Tierra como el centro del universo, ha venido verificándose durante los últimos decenios en el dominio de un tipo específico de ética aplicada, la ética médica, la cual se ha visto trasformada en un estudio interdisciplinario cuyo objeto formal se ha ensanchado, pasando del ser humano a la naturaleza en general y en particular a los organismos vivos. Desde que Ernst Haeckel acuñara el término ecología en 1869, quedó claro que las comunidades bióticas no funcionan de manera aislada respecto del medio físico inerte que las hace posibles. En un afán similar al de la astronomía que ha cesado de hacer del Sol, ni siquiera de la Vía Láctea, el centro del Universo, una novísima denominación de esta disciplina biológica sea acaso ética ecológica. Más que disciplina biológica, la ética es una rama de la filosofía que se plantea qué es el bien en sí mismo, independientemente de preferencias religiosas o usos culturales. Como propuesta científica, la ética está condenada a permanecer sin una fundamentación última, ya que toda consideración axiológica o relativa a los valores se legitima recurriendo a fuentes más allá de lo demostrable, de inspiración espiritual.

Este segundo volumen, El desafío de la bioética, marca no sólo una intensidad lingüística sino un creciente valor, casi beligerancia, necesario al lidiar con temas como la industria farmacéutica y sus dudosos intereses económicos, el contubernio de médicos y laboratorios que les financian viajes a congresos, promoción personal y otras dádivas en especie y en metálico (en sus cumpleaños por ejemplo), la relación no siempre armoniosa y de difícil implementación práctica entre derecho y bioética, las jugosas patentes sobre medicamentos y el derecho inalienable hacia un bien social, el racismo y las políticas antimigratorias, el concepto operativo de persona en relación con el aborto y quienes quedan en estado vegetativo o los neonatos enfermos, los médicos y personal auxiliar que se erigen en objetores de conciencia (negándose a poner en práctica ciertas medidas de terminación de la vida toleradas por la ley), en fin una pléyade de cuestiones que no agotan ni con mucho el tema.

Quedando pendientes problemas tan acuciosos y urgentes como los transgénicos y sus efectos nocivos contra las semillas naturales, su toxicidad en herbívoros y carnívoros y hasta sus efectos colaterales de esterilidad en humanos. Amén de los planes secretos, por parte de ciertos gobiernos del mundo, por reducir de manera drástica la población, comenzando con los países pobres, por medio de formas pasivas y activas de exterminio, alegando la defensa del espacio vital y el previsible agotamiento de los recursos naturales.


LA FIESTA APÓCRIFA

CHRISTIAN BARRAGÁN


Línea de sombra. Ensayos sobre Sergio Pitol,
José Homero (compilador),
Fondo Editorial Tierra Adentro,
México, 2009.

Línea de sombra. Ensayos sobre Sergio Pitol, reúne diversos textos que oscilan entre la crónica y los apuntes, abarcando entre estos dos polos la divagación, el diario y el divertimento. No es, sin embargo, un volumen de ensayos como anuncia el subtítulo. Línea de sombra es en realidad, y así lo reconoce su compilador, el poeta José Homero, un testimonio. En el prólogo declara él mismo: “Nada más grato para un escritor descubrir que sus lectores son jóvenes. Hay una permanencia asegurada, demostración y asentimiento de la vitalidad de una narrativa que como en el universo asimétrico no envejece sino que al contrario es cada día más joven. Éste es el testimonio con que un grupo de nueve autores [...] abordan a Sergio Pitol. Y al hacerlo nos confían un secreto: la indeclinable juventud del maestro.” Mostrar la actualidad de la vida y obra de Sergio Pitol deviene la verdadera acción emprendida por autores congregados, mas no –según Homero– el escenario desde donde lo abordan sus autores, ya que “abordar lo”, encontrarlo, implicaría trasponer la confesión, el apunte o la crónica para establecer un diálogo con la obra y sus lectores. Entrañaría, absolutamente, ensayar un medio a través del cual conocer, redescubrir, la vida y obra del autor.

Línea de sombra es testimonio tanto de la permanencia de la narrativa de Sergio Pitol como del proceso de madurez de los autores reunidos en torno a él: Magali Velasco Vargas (1975), Rafael Toriz (1983), Elisa Corona Aguilar (1981), Marco Antúnez (1984), Karla Olvera (1981), Ignacio Sánchez Prado (1979), Vicente Alfonso (1978), Edgar Valencia (1975) y Alejandro García Abreu (1984). Un homenaje de la juventud, de los escritores, a la juventud de la obra de Pitol. Así lo aclara Homero a la luz de Línea de sombra, la célebre novela de Joseph Conrad: “La línea de sombra señala que estos jóvenes, algunos apenas escapados diríase de esa etapa luminosa de la inconsciencia, han comenzado a madurar. [...] La línea de sombra significa, para mí, también el momento en que se encuentran la madurez de un escritor y la juventud de sus lectores.”

El volumen acierta en sus propósitos y falla en la concepción de los escritos. El error no se limita al traspié del subtítulo, sino que representa una acción creciente: no saber cuándo un texto es una crónica, un relato o un ensayo. Desconocer –paradójicamente Homero lo indica–, que un ensayo implica “tomar un ritmo antiguo, un fraseo ancestral, para componer una melodía inaudita”. Ninguno de los textos de Línea de sombra, siguiendo esta certeza, compone una melodía inaudita, si bien todos (re)toman elementos propios de la escritura de Pitol. Lo que hay es simulación a través de la copia, la cita y el préstamo. El error también reside en el origen del libro, cuando su artífice pregunta y justifica si es necesario ensayar o basta con el tag. “Enmendemos: quien sea capaz de etiquetar con tags, desista de desarrollar un entimema.” La pregunta, sin embargo, queda abierta: ¿el ensayo es un tag? ¿Una etiqueta?


TAMBIÉN LA POESÍA ES CLARIDAD

ANTONIO CAJERO VÁZQUEZ


También la noche es claridad. Antología poética (1984-2009),
Félix Suárez,
Praxis,
México, 2009.

En el ámbito de las antologías poéticas, más raras resultan las autoantologías. Qué criterios sigue un autor que selecciona, a su juicio, sus mejores páginas, más aún cuando, como Borges, privilegia siempre un verso y no un poema, un poema y no un libro de versos.

Félix Suárez, al parecer, se ha forjado en la escuela de la desescritura: la antología que se publica como celebración de sus veinticinco años de poeta, resulta la coronación de un largo experimento de reescritura, por no decir de supresión de versos, de tiradas o de poemas. Félix, no obstante, escribe desde hace más de veinticinco años: poeta precoz, acaso, y el de mayor proyección en el estado de México a la fecha, no en vano los justos premios (el Elías Nandino o el Jaime Sabines, por ejemplo) y las caníbales reediciones de sus libros que se consumen a sí mismos.

Hace más de diez años escribí sobre Félix que “entre otros temas recurrentes en la obra del poeta comentado se hallan la alusión bíblica (acaso más como fuente), la fugacidad del amor y del tiempo mismo, la mutación de los sentimientos, la inarmonía de los amantes, la nostalgia del pasado y del futuro (por eso aquello de ‘Así que en esto acaba todo,/ me pregunto'). Aunque domina sobre todos éstos uno más abarcante, la melancolía, la ‘terca melancolía'”.

Hoy, la lectura de También la noche es claridad. Antología poética (1984-2009) ratifica, por un lado, mi apreciación; pero, por otro, la rectifica: hay a lo largo de esta colección una especie de conciencia fracturada que celebra los dones de la vida (el amor, la paternidad, la contemplación) al mismo tiempo que experimenta la mordedura del tiempo y sus avatares: “Triste verdad: no somos nada” expresa en “Pájaros” y en “In memoriam”: “Con una oscura conciencia/ de animal escarnecido/ lo voy sabiendo:/ no duramos.” Luego la certeza se suaviza con un tono de humor negro: “Polvo y ceniza nos caen del cielo.”

El polvo y la ceniza que “nos caen del cielo” reafirman que si bien “lo bailado nadie nos lo quita”, la arcilla originaria también espera al final: la constancia de los días con su peso de piedra, los amaneceres acompañados pero solitarios, la añoranza del terruño, en fin, la fascinación de estar a solas con el corazón “en una noche inmensa”.

El oxímoron del título, También la noche es claridad, adquiere sentido: la tierra podrida del “azolve [que] se espesa entre los dos”, el “tizne y [los] carbones”, “el polvo conmovido”, el hollín, la sal, la arena, los sedimentos, la caliza, las “breves brasas”, la ceniza, el salitre, encarnan sinecdóticamente al hombre que vive y sufre y goza y se desangra investido de poeta: “Polvo eres y en polvo te convertirás” (Génesis 3:19). No únicamente la noche es claridad, también la claridad encierra sus tinieblas. Por ello, después de que el poeta se extasía con la visión del cometa, sugiere a su amada: “Bajaremos los ojos después,/ los mancharemos con polvo,/ para que el cuerpo, mujer,/ no olvide en esas horas su destino.”

Otro motivo que cruza la poesía de Félix Suárez radica no sólo en las alusiones bíblicas, como me parecía, sino en una recurrencia a la cultura clásica: ahí están los mitos griegos personificados por un Sísifo cautivo de la noria de los días: “La misma cantilena de mis actos,/ unir y venir tras la piedra,/tras el esfuerzo que derrapa, insostenible,/ en el penúltimo escalón.”

También Edipo y la Esfinge aparecen para recordar que aquél, más que un monstruo condenado por la hybris, era un sabio: “Parlamentar igual que Edipo/ con voz de sabio.”

Sobre la cultura romana los ejemplos sobran, desde la admiración de Félix por Catulo, a quien rinde homenaje en Peleas (1989), hasta los pastiches de Legiones (2004). Finalmente, considero que la sustanciosa brevedad del libro que aquí comento refleja el carácter de su autor: parco en las palabras, cuando las concreta en el papel se aprecia el placer de haberlas deletreado, masticado casi; por si fuera poco, convoca significados que el lector asocia con algún estado de ánimo permeado por la melancolía, la desolación, los sentimientos encontrados, la desesperanza, acaso: nunca con la euforia ni, mucho menos, con la insolencia o la arrogancia. Así, también la poesía es claridad.