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La artista presenta sus piezas, concebidas para “pasarla bien“, en la galería Juan Martín

Cajas y almejas es producto de mis neurosis, admite Alba Rojo

Se trata de 37 esculturas en metal, madera o cartón que transforman un espacio plano en uno de tres dimensiones

No niega la relación con la obra geométrica de su padre, Vicente Rojo

Foto
Alba Rojo dejó sus estudios de matemáticas para retomar sus inquietudes artísticasFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de abril de 2010, p. a10

Al empezar a estudiar la carrera de matemáticas, Alba Rojo Cama (DF, 1961) dejó de hacer cantidad de cosas, entre ellas dibujar y trabajar con las manos. Luego, en algún momento retomó sus inquietudes artísticas y dejó la ciencia atrás.

Cajas y almejas se llama la exposición de 37 objetos, hechos entre 2009 y 2010, que Rojo Cama inauguró el sábado pasado en la galería Juan Martín (Dickens 33-B, colonia Polanco), donde realizó su primera muestra, en 1998, más adelante repitió en 2001 y 2005.

Rojo Cama, sin embargo, realiza sus cajitas sin pretensión de nada. Se refiere a sus creaciones como “producto de mis neurosis. Es mi forma de pasarla bien, con un resultado agradable. Obviamente, deshago muchas cosas. Si no me gusta como quedó, ciao, a la basura”. Su propósito es totalmente lúdico.

Hija del pintor, escultor y diseñador gráfico Vicente Rojo, la entrevistada está más que consciente del ambiente artístico en que se crió. ¿Qué me lleva a hacer esto? Es como la geometría, que es parte absoluta de lo que hago; no me puedo salir de allí. Tampoco niega la relación con la obra geométrica de su padre. Pondera, inclusive, a lo mejor también estudié matemáticas por esto. Asimismo, siente influencia de personas cercanas a su padre, como el arquitecto y escultor Fernando González Gortázar y el escultor Ricardo Regazzoni.

En busca de un orden puro

Hace algún tiempo que Alba Rojo se encuentra empeñada en la búsqueda de un orden puro mediante los objetos sensibles que crea, escribe Ángel Miquel en el texto que acompaña la exposición.

Estos objetos, continúa, son “esculturas de metal, cartón o madera, realizadas en dimensiones que oscilan entre unos cuantos centímetros y varios metros de altura (hizo Obelisco rojo, de 3.20 metros de altura para la Universidad Autónoma de Coahuila, en Saltillo). En ellas se materializa una idea, o más exactamente, el juego combinatorio de una idea, que es la ruptura del plano geométrico o la transformación de un espacio de una dimensión en uno de tres”.

Las cajas de Alba –las almejas también son cajas, porque embonan– nacieron de cortar a mano triángulos, rombos, hexágonos, en cartulina de colores o cartón, que posteriormente lleva al volumen. Luego, descubrió una máquina láser que puede hacer lo mismo, pero con precisión absoluta. Esto le dio la oportunidad de dejar volar la imaginación y hacer cosas mucho más elaboradas, sofisticadas y, a la vez, más fáciles.

Sobre su manera de trabajar, dice: “Primero, hago trazos, los corto en mi casa en burdo, digamos, los doblo. Veo si funcionan, y de ser así lo paso a la compu y lo llevo al taller, donde lo cortan. Ya que tengo los papeles cortados y suajados hago los dobleces y los acomodo. Me hago una idea de cómo quiero que quede, lo monto y lo llevo a otro taller, donde me hacen la cajita o el marquito”. Como son obras muy delicadas las encierra para protegerlas.

Las piezas de la exposición tienen cierta evolución. Las primeras consisten en la pequeña caja y la pura forma adentro. Luego se van complicando en términos de ponerle un marco a la misma caja. También darse cuenta de que la vista que tiene atrás esté bien, de modo que hay piezas que tienen vista por los dos lados.

Una de las cajas lleva inserto en medio un espejo apenas visible. Intenté ponerles luz, pero eso todavía no me sale, tengo que pulirlo, apunta Rojo Cama. Si la mayoría de las obras descansa sobre bases, las más recientes cuelgan de las paredes de la galería. Asimismo, para la obra Aspa, que es giratoria. Nos falta el molino, dice Alba a manera de broma.