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Ver día anteriorViernes 30 de abril de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Penultimátum

La magia política de un obispo

E

l obispo de la prelatura Cancún-Chetumal, Pedro Pablo Elizondo, por méritos  sobrados es uno de los declarantes más solicitados por los lectores de esta columna. A la ya clásica de que a los curas pederastas hay que perdonarles sus delitos porque no sabían lo que hacían y sólo ahora, gracias a la ciencia se saben las consecuencias, se agregan otras propias del siglo IX sobre el uso del preservativo, el matrimonio entre homosexuales, los enfermos de sida.

Pero el único obispo con que cuentan los legionarios de Cristo, uno de los más amados por el padre Marcial Maciel, y al que el Vaticano le escrituró como propiedad espiritual el estado de Quintana Roo, se va también contra los ritos paganos, contra las supersticiones “como las consultas a adivinas, el tarot y las limpias, que son despreciables para Dios”. También son una abominación para Dios, la astrología, hechicería o magia, los encantadores y evocadores de muertos. Todo este tipo de prácticas, advierte el obispo, eran modos típicos de buscar a Dios entre los paganos, ya sea en las estrellas, en las vísceras de los animales o en el vuelo de los pájaros, cuando la única respuesta a todas las tribulaciones del mundo está en la palabra de Dios.

Aunque condena la magia, el obispo es consumado mago: violando todas las disposiciones legales, recibió 20 mil metros cuadrados de la única zona arbolada con que cuenta Cancún (el Ombligo Verde lo llaman) para erigir una catedral, hasta hoy inconclusa. Fue parte del pago que el gobernador Mario Villanueva (hoy en prisión) y la instancia federal le hicieron por el apoyo que el clero dio a los candidatos del Partido Revolucionario Institucional en las elecciones de 2000. Por algún hechizo, la licencia de construcción no se refiere a erigir un templo, sino un centro educativo. Una década después, y esta vez vía un presidente municipal perteneciente al PRD, el obispo desea más espacio del Ombligo Verde para una nueva catedral y su negocio adjunto: la venta de criptas.

No es todo: desde hace tres años solicita espacio para erigir una basílica: la de Santa María del Mar, con un concepto arquitectónico acorde con la naturaleza en perfecta fusión con la arquitectura y las dos culturas, la maya y la católica colonial. Estaría situada en el llamado Malecón Cancún, extensa área en la que, pese a la oposición ciudadana, se lleva a cabo   un magno proyecto residencial, comercial y de servicios. Esta vez la donación, si es que se llega a concretar, correría por cuenta del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, a cargo de Miguel Gómez Mont, hermano del secretario de Gobernación. Hay un obstáculo legal. No dudamos que, para eludirlo, el obispo recurra otra vez a la magia política: los terrenos que pretende en el Malecón son intransferibles.