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También hubo trova y poesía de Sudamérica con un invitado de Santiago de Chile

En los Altos de Chiapas, 20 grupos de rock indígena cantaron al cultivo del maíz y del arte
Foto
Integrantes del grupo Vayigel durante su actuación en el conciertoFoto Moysés Zúñiga Santiago
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de mayo de 2010, p. 9

San Cristóbal de Las Casas, Chis., 3 de mayo. De la tarde del sábado primero de mayo al amanecer del domingo se llevó a cabo el primer Festival Kuxlejal K’in (Fiesta por la Vida) en el campo del pueblo de Zinacantán, en el que 20 grupos de rock indígena e invitados de Tuxtla, San Cristóbal y Santiago de Chile lanzaron un canto para el cultivo del maíz y del arte.

Los jóvenes de San Juan Chamula abrieron el concierto. Interpretaron música tradicional, o bien, otro tipo de rock, como la llaman ellos. A partir de ella hacemos recreaciones, utilizando los mismos instrumentos; lo que cambia es el ritmo, el tiempo, la forma; cambia todo. Es la antigua semilla que ahora se renueva, de acuerdo con los tiempos actuales.

La idea era hacer una traducción de los rituales del 3 de mayo, explicó Damián Martínez, del grupo Sak Tzevul (Relámpago) y organizador del encuentro. “Durante todo el mes se representan estos rituales de pedimento del agua, como símbolo de vida, y por eso el nombre del festival. Invitamos no sólo a los pueblos originarios, sino a todo el mundo a participar en este ritual colectivo que propone la música como punto de encuentro entre las culturas.

La música permite desarrollar tanto la razón como el corazón, la ciencia y la espiritualidad. En eso coincide la cosmovisión maya: relaciona la ciencia y el espíritu, la lluvia y la agricultura.

Los integrantes de Yibel Jmetik Banamil (Raíces de la Madre Tierra) tienen la idea de fusionar. Valeriano García, vocalista y guitarra, dijo: “Queremos ver la posibilidad de hacer nueva música, siempre y cuando la raíz de nuestra cultura sea la que le dé sentido. Deseamos explorar qué posibilidades tiene la música tradicional para ofrecer un sonido nuevo. La música alegra el alma, el espíritu, porque cada nota penetra en el corazón, hasta de las personas más duras. Nos hace reflexionar sobre la vida, la cual hay que disfrutarla a través del amor, y sobre la muerte. Si se tiene amor se comparte con los demás, es como el agua y la tierra.

Los que estamos aquí somos suficientes para que los pueblos puedan recuperar su tierra, expresó desde el escenario Manuel García, voz y guitarra, quien vino con su grupo desde Santiago de Chile. Fusiona trova y poesía; sus influencias son Silvio Rodríguez, Bob Dylan, Nick Drake, Víctor Jara y Violeta Parra, entre otros. A través del tiempo Víctor Jara se ha convertido en un artista tutelar de la música del pueblo.

Su propuesta musical es fuerza desde la belleza. Por medio de la estética recoge lo mejor de la vida cotidiana. La belleza ayuda a resistir la pobreza y el dolor, con esperanza y desde una perspectiva profundamente humana.

En el concierto se escucharon el hip hop en tzotzil del grupo Slajem K’op (Última palabra); el jazz, el blues y las piezas de ópera del Ensamble de contrabajos de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Fue una larga noche de diversidad de sonidos que remiten al mar, a la ciudad y al campo. Es la primera vez que se realiza un concierto de esta magnitud en los Altos de Chiapas.