Sociedad y Justicia
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Aprobado en 1984 como acción coyuntural, ahora se preguntan si es pertinente mantenerlo

Distorsión perversa en los objetivos del SIN: científicos

Ni siquiera ha resuelto los problemas de fondo, como el salario real de los investigadores, señalan

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Integrantes del Sistema Nacional de Investigadores demandan transparencia en mecanismos de evaluación del trabajo científico. La imagen, en el laboratorio de Nanotecnología de Ingeniería Molecular de la UAMFoto Roberto García Ortiz
Enviada
Periódico La Jornada
Sábado 8 de mayo de 2010, p. 29

Querétaro, Qro., 7 de mayo. Científicos de todo el país señalaron que después de 25 años de que fue creado, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) enfrenta una distorsión perversa de sus objetivos y una crisis en su aplicación.

Advirtieron que ni siquiera se han resuelto los problemas de fondo que se intentó resolver a partir de 1984, frente al deterioro económico de las universidades y la caída del ingreso de los académicos.

Investigadores y docentes reunidos en el primer Congreso de Miembros del SNI –convocado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)– afirmaron que al ser diseñado como medida de urgencia, debemos preguntarnos cuál es la pertinencia de mantenerlo con muy pocos cambios reales, cuando fue un dispositivo aprobado como una acción coyuntural.

Sylvie Didou, experta en el sistema de educación superior y profesora del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (IPN), afirmó que al SNI no sólo se le demanda mayor transparencia en los mecanismos de evaluación del trabajo científico entre pares, también faltan políticas claras para definir el salario real de un académico.

En las ponencias magistrales y mesas de debate del encuentro prevalecieron las críticas a un sistema que no garantiza equidad de género, no resuelve los problemas de financiamiento para la ciencia ni toma en cuenta las diferencias en la investigación por disciplinas. Evalúa todas las áreas del conocimiento con los mismos indicadores de calidad, y se aplican criterios cuantificables, como el número de investigaciones y citas científicas publicadas. Además –insistieron–, se cuenta la asistencias a congresos, el total de tesis dirigidas de maestría y doctorado, así como el número de alumnos graduados, lo que lleva a una suma interminable de puntos que obligan al investigador a descuidar otras tareas fundamentales, como la docencia, para no perder su nivel de ingreso, afirmaron catedráticos.

Desigualdad y carrera de puntos

Didou alertó sobre la desigualdad de género en los niveles de reconocimiento del sistema. De los poco más de 16 mil investigadores que lo integran, sólo 5 mil son científicas. De ellas, muy pocas llegan al nivel 3, y cuando lo hacen les cuesta más. Lo logran con una diferencia de edad considerable respecto a sus pares masculinos. Los hombres tiene dos veces más posibilidades de ubicarse en lo más alto del escalafón en comparación con una mujer.

Agregó que es necesario transparentar los procesos de promoción de categorías, fortalecer el compromiso ético con la investigación y la docencia, pero también atender problemas urgentes, como el de la jubilación de los científicos. Al menos, 56 por ciento de los investigadores que se ubican en el nivel 1 tienen más de 50 años, es decir, muy pocos podrán llegar al nivel 3.

René Drucker, coordinador de divulgación científica de la Universidad Nacional Autónoma de México, afirmó que la renovación del SNI debe partir forzosamente de un cambio de la política nacional hacia la ciencia, para hacer de ella la palanca central del desarrollo. Su función no puede quedar acotada a establecer un sistema de evaluación que cuantifique investigaciones y citas publicadas.

El SNI –apuntó– fue uns excelente estrategia. En su momento profesionalizó la actividad científica en el país, pero ahora es un sistema perverso. A lo único que se dedican los investigadores es a tratar de juntar los puntos necesarios para permanecer en el nivel alcanzado, que representa un ingreso económico considerable en proporción al salario. Consideró que es el momento adecuado para plantear una modificación, pero no se ha definido qué buscamos de la ciencia para nuestro país.

Manuel Gil Antón, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, afirmó que con el SNI no se han resuelto los problemas de un ingreso justo para la planta científica. Hoy está subdividida en salario y estímulo. Las instituciones de educación superior no atendieron los problemas que generó la falta de control de calidad de sus investigaciones, dijo.

José Antonio de la Peña, director adjunto de desarrollo científico y académico del Conacyt, reconoció que las reglas de evaluación del sistema no son las mejores, pero son las menos malas que tenemos. Afirmó que este sábado, al concluir el encuentro, habremos iniciado un proceso de discusión y análisis que este mismo año puede arrojar resultados concretos para renovar a fondo el SNI.