Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 9 de mayo de 2010 Num: 792

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La legión de Lucía
CARLOS MARTÍN BRICEÑO

Zona del Ecuador
DIMITRIS DOÚKARIS

Kurt Cobain: all apologies
ANTONIO VALLE

360 grados de U2 en Texas
SAÚL TOLEDO RAMOS

Torrentes de música ligera
ROBERTO GARZA ITURBIDE

La música, la audiencia y otras resonancias
ALONSO ARREOLA

Todo se escucha en el silencio
ALAIN DERBEZ

Iggy Pop, la esencia del punk
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Luis Tovar
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De tu arte a mi arte...

Hacia las nueve treinta pe eme del viernes 30 de abril, este sumaverbos y su Inmejorable Compañía se apersonaron en la taquilla del Cinemark ubicado dentro de las instalaciones del Centro Nacional de las Artes (CNA) de Ciudad de México, con el propósito de adquirir dos boletos dos y, con ellos, acceder a la sala en la cual habría de proyectarse la que debió ser, en esa sede, la cuarta función de un estreno en cartelera comercial titulado Man on Wire, mismo al cual se le ha rebautizado como La hazaña del siglo (con lo que, dicho sea de paso, vuelve a manifestarse una monumental impericia en materia de nomenclaturas por parte de quienes tienen a su cargo la tarea ingrata de cambiarle nombre a las películas).

No había modo de saberlo ni razones para imaginarlo, pero aquello fue todo un ejercicio de ingenuidad: los boletos no fueron adquiridos y el acceso a la sala no pudo verificarse, debido a que los inefablemente arbitrarios programadores del Cinemark CNA decidieron, por sus purititas barbas, no exhibir Man on Wire tal como lo prometía una cartelera que, siendo viernes, recién había sido diseñada.

“Se canceló la función de las diez y cinco”, dijo la taquillera. Antes de que uno tuviera tiempo para suponer que dicha cancelación podía deberse a una copia en mal estado, a la ausencia de la copia misma o a equis problema técnico, la joven empleada cometió algo que a sus patrones muy probablemente les parecerá una imprudencia, cuando, sin pregunta de por medio, informó que “la quitaron para poner Iron Man II”, cinta que ya ocupaba, según la citada cartelera, tres o cuatro salas del mismo multiplex.

A SUPONER SE HA DICHO

Se supone que a todo exhibidor cinematográfico le asiste el derecho de realizar cambios en su programación. ¿Eso supone, acaso, que los tales cambios pueden deberse a cualquier causa, no necesariamente a las denominadas “de fuerza mayor”? ¿Se supone, entonces, que el exhibidor puede quitar o poner lo que se le dé la gana, de donde se le dé la gana y a la hora que se le dé la gana? ¿Qué debería suponer uno, en este caso específico, si Man on Wire fue removida, cuando menos de la última corrida, el mismísimo día de su estreno? ¿Cabe suponer algo distinto al más puro, ramplón y zafio afán dinerero, puesto que la quitaron para poner un “imán de taquilla”?

Ese viernes por la noche había gente, sí, a las afueras del Cinemark CNA, pero tampoco puede decirse que hubiera hordas agolpadas en pos de un boleto para ver esa secuela de efectismo y notable pobreza argumental que, por segunda ocasión, protagonizan Robert Downey Jr. y Gwineth Paltrow. En consecuencia uno supondría, sin menoscabo alguno de la pertinencia, que con el montón de salas asignadas al hombrecito de acero ése debería bastar para quienes así quisieran ver cumplimentado su derecho al consumo de cine chatarra.

Es de suponerse, además, que seguramente no todos pero sí la mayoría, o al menos una buena cantidad de quienes acuden a las instalaciones del Centro Nacional de las Artes, y específicamente al cine ahí dentro habilitado, no lo hacen pensando en que habrán de encontrarse ni más ni menos que idéntica oferta cinematográfica a la ofrecida en cualquier otra sucursal ya sea de Cinemark, Cinépolis, Lumiére o Cinemex, es decir, un blockbuster abusivamente sobreofertado en algo así como el cuarenta por ciento del butaquerío disponible, más un puñado de cintas de similar mediocridad pero menos alcances promocionales, a las cuales y sólo quizá, en pésimos horarios, como arrinconada y vista por encima del hombro, acompaña un filme de los llamados de arte o de autor.

Se supone, finalmente, que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, del cual depende orgánicamente el CNA, permitió a Cinemark tener un complejo de salas al interior de dichas instalaciones en el entendido de que ahí sería exhibido, no exclusiva pero sí preferentemente, cine de arte, lo cual es evidente que no está sucediendo.

PREFIERO MI ARTE

No sería extraño que los cinemarkos hayan dado por supuesto que, puestos en la circunstancia a la que el juntapalabras y su Inmejorable Compañía fueron sometidos, éstos optaran por no sentir que el viaje había sido de balde y se metieran a ver alguna otra cosa, con el añadido de que “otra cosa”, a esas alturas y debido a la nueva y no anunciada programación, no podía ser más que Iron Man II. Con toda sinceridad habría que decirles: no, gracias, prefiero mi arte...

Desidia o cinismo, el caso es que si usted consultó, digamos el miércoles por la tarde, la cartelera en el sitio www.cinemark.com.mx, seguían teniendo la cachaza de ofrecer Man on Wire en el CNA a las 15:00, 17:20, 19:30 y 22:05.