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Hay cerca de dos millones de hectáreas sin cultivar, según estimaciones del gobierno

Nueva fórmula agrícola en Cuba beneficia al campesino y lleva alimentos a las ciudades

Hace un año empezó en Camagüey un plan para sembrar tierras que rodean centros urbanos

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Juan Reyes en su finca ubicada en la orilla suroeste de La HabanaFoto Gerardo Arreola
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de mayo de 2010, p. 24

La Habana, 11 de mayo. Hace un año empezó en Camagüey (oriente) el experimento de sembrar el cinturón de tierras que rodea a una ciudad. Ahora son ya 17 municipios en Cuba los que cultivan sus bordes, dentro de un esquema que parece una guerrilla agrícola: pequeñas fincas familiares tratan de explotar al máximo la yunta de bueyes, para consumir el menor combustible posible, usan fertilizante natural evitando los químicos y venden su producción a corta distancia.

Se trata de acercar los alimentos a las ciudades, donde vive 76 por ciento de los cubanos, sobre la base de una agricultura diversificada, dijo Adolfo Rodríguez Nodals, jefe del Grupo Nacional de Agricultura Urbana y Suburbana, el centro de mando de este nuevo movimiento.

Las tierras que rodean a las ciudades y que integran la red de la agricultura suburbana son unas 600 mil hectáreas, una porción modesta para el tamaño del drama del campo cubano. Oficialmente hay un millón 230 mil hectáreas cultivables que están ociosas, pero otros cálculos elevan la superficie susceptible de sembrar hasta los 3 millones de hectáreas.

La nueva fórmula incluye el pago por resultados al productor, sin límite. No nos interesa lo que pueda ganar un campesino, siempre y cuando sea trabajando, señaló Rodríguez. Hay que estimular al que produce.

El cambio ya lo estamos viendo, apuntó Juan Reyes, un campesino de 51 años, que en 2004 salió de Las Tunas (oriente) a la ciudad de La Habana, buscando mejorar sus ingresos. Aquí trabajó como obrero agrícola en una empresa rural y ahora con su esposa y su hijo cultiva una finca de tres hectáreas de tierras estatales de esa misma entidad, en el municipio Cotorro (casi 79 mil habitantes, en el sureste de la capital).

De ganar 250 pesos mensuales (10 dólares) como empleado, ahora tiene una bolsa disponible de 7 mil pesos (280 dólares) después de seis meses de faena. Los beneficios son tanto para la población, que recibe alimentos, como para los productores, que ganamos más mientras más entreguemos.

En un desafío que el presidente Raúl Castro llamó de seguridad nacional, Cuba ha tenido que importar más de dos mil millones de dólares anuales en alimentos, mientras que gran parte de sus terrenos cultivables están abandonados.

En 2009 el gobierno empezó la adjudicación de tierras ociosas en usufructo y se pusieron a producir un millón de hectáreas, pero todavía falta por repartir la mitad de los terrenos disponibles, reportó el diario oficial Granma, sugiriendo que su cálculo del total sin cultivar anda en los dos millones de hectáreas.

El plan de la agricultura suburbana es continuación de otro que en la década pasada abrió al cultivo pequeños terrenos, patios y jardines domésticos dentro de las ciudades. Rodríguez Nodals dijo que este año153 de los 169 municipios del país quedarán organizados para empezar a sembrar sus linderos.

Se considera agricultura suburbana la que puede realizarse dentro de una franja de hasta unos 10 kilómetros de distancia del punto donde termina el cultivo urbano, en las capitales provinciales. Esa extensión es menor para ciudades más pequeñas y siempre es aproximada, según el terreno.

La base del programa son las fincas de entre 3 y 20 hectáreas, que se entregan en usufructo al campesino. A una distancia máxima de 3-4 kilómetros debe quedar el punto de venta, donde el productor lleva su mercancía.

El finquero tiene que afiliarse a una cooperativa, e igual que esas agrupaciones puede contratar personal y tiene la opción de colocar parte de su producción en el mercado de libre oferta y demanda. Bajo este programa, los gobiernos municipales definen cuáles son los cultivos básicos, y por lo tanto de precios controlados, mientras que el resto de los productos tienen libre formación de precios.