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Concluye visita del presidente brasileño a Rusia; busca solución a la controversia nuclear

La misión de Lula, última oportunidad de Irán antes de aplicarle sanciones: Dimitri Medvediev
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El mandatario de Brasil se despide de algunos miembros del gobierno ruso. A su lado, el jefe del KremlinFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 15 de mayo de 2010, p. 21

Moscú, 4 de mayo. Sin ánimo de minimizar el componente bilateral, y la firma de rigor del paquete de documentos para impulsar la ascendente cooperación entre Rusia y Brasil, la visita que concluyó este viernes aquí el presidente del gigante sudamericano, Luiz Inacio Lula da Silva, puede considerarse casi una escala técnica de la delicada misión que, ante la controversia nuclear de Irán, iniciará el próximo domingo en Teherán para intentar una solución negociada.

Empantanadas las negociaciones con las potencias del llamado sexteto –Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, y Alemania–, si fracasa la gestión del mandatario brasileño será casi inevitable aplicar nuevas sanciones contra Irán.

Espero que la misión del presidente de Brasil tenga éxito. Es tal vez la última oportunidad antes de vernos obligados a adoptar las medidas que todos conocemos en el marco del Consejo de Seguridad, afirmó hoy el titular del Kremlin, Dimitri Medvediev, en la conferencia de prensa al término de sus pláticas con Lula.

El mandatario latinoamericano se mostró optimista respecto a su viaje a Teherán donde tratará de convencer a su homólogo iraní, Mahmud Ahmadinejad, de que abandone su actitud intransigente y, con ello, evite la confrontación con la comunidad internacional.

Cuanto más cerca están las negociaciones, más optimista me siento. Ayer estaba optimista y hoy lo estoy aún más. Es posible que mi optimismo sea todavía mayor tras el encuentro con el presidente Ahmadinejad, dijo Lula, y remató a modo de resumen: Me doy 99.9 por ciento de probabilidades de alcanzar un acuerdo con Irán.

Medvediev, no sin cierta sonrisa irónica, moderó las expectativas: Dado que mi amigo Lula es optimista, yo también voy a serlo: le concedo a su misión 30 por ciento de probabilidades de éxito.

El jefe del Kremlin reveló que la víspera conversó por teléfono con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre la oferta de mediación de Brasil para enriquecer uranio –en otros países y bajo supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)– destinado a las plantas nucleares en Irán.

Le dije (a Obama) que había que darle al presidente de Brasil la oportunidad de que utilice todos los argumentos de la comunidad internacional con el fin de que coopere Irán, dijo Medvediev.

Lula, posiblemente sea acompañado en su viaje a Teherán por el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, aunque hasta el cierre de esta edición no se había decidido; tratará de encontrar una fórmula que satisfaga a todas las partes y que haga posible que Irán pueda comenzar a enriquecer uranio a 20 por ciento, y no como ahora a 5 por ciento, pero en otro país y bajo control de la AIEA, como exige el sexteto.

No sería descabellado intuir, por la presencia de Erdogan, que Brasil se ofrecerá como garante político para que el enriquecimiento de uranio iraní se realice en Turquía, país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y, a la vez, vecino de Irán, por tanto interesado en mantener los equilibrios de seguridad en la región.

Desde que, en septiembre anterior se descubrió en la ciudad de Qom, un sitio sagrado para los musulmanes iraníes, una central nuclear secreta que incrementó las sospechas de que Irán pudiera estar usando su programa nuclear para fabricar la bomba atómica, la comunidad internacional formuló una especie de ultimátum.

Para disipar esas sospechas, como se decidió en octubre en Viena, Irán debe enviar parte de su uranio a algún otro país, en el cual se procedería a enriquecerlo a 20 por ciento, nivel suficiente para cubrir sus necesidades energéticas, conforme a la reivindicación del derecho inalienable que tiene a instrumentar un programa nuclear con fines pacíficos.

Sin embargo, el procedimiento para verificar que el material radiactivo enriquecido por Irán en otro país –hasta ahora sin definir– no pueda ser utilizado para fabricar armamento nuclear, llevó las negociaciones a un callejón sin salida, antesala de nuevas sanciones contra la república islámica.

En ese contexto, Lula emergió inesperadamente como protagonista de una compleja solución negociada, que quizás todavía no permita resolver la controversia nuclear de Irán, pero que –sin duda– reafirmará el liderazgo de Brasil como potencia emergente que otros gobernantes de América Latina –sin duda de menor estatura; política, se entiende– no tienen empacho en reconocer.