Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 16 de mayo de 2010 Num: 793

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La lucha en Las batallas en el desierto
ORLANDO ORTIZ

Por una lectura de vanguardia
ESTHER ANDRADI entrevista con RODRIGO REY ROSA

El rompecabezas de Nabokov
LAURA GARCÍA

Iván Bunin: el amor como una felicidad fugaz
OXANA KOVALEVSKAYA

Sergio Pitol y la nariz de la prosa rusa
JORGE BUSTAMANTE GARCÍA

El agua y la Terraformación
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

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ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


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Hugo Gutiérrez Vega

LA “MANIPULACIÓN” DE LA OPINIÓN (I DE X)

De la narración de los momentos principales de la historia de la tarea informativa, se desprenden algunas conclusiones que pueden utilizarse como hipótesis para iniciar el estudio de las variadas formas de control de la información. Siguiendo el orden propuesto por Werner Hofmann (en su libro Springer como síntoma), podemos partir de las siguientes premisas generales:

1. La prensa es una industria que busca ganancias y beneficios. Sus productos, si bien de carácter intelectual, están sujetos a las leyes de la producción mercantil. Esto funciona con claridad mayor en todo lo que se refiere a la información que producen los medios electrónicos.

2. En los órganos informativos que se rigen de acuerdo con los principios y tendencias generales de la industria capitalista, existe la necesidad de producir de una manera masiva. Esto los hace buscar la unificación de los capitales privados –las cadenas de periódicos–, la “racionalización” del gasto de capital, la disminución del tiempo de circulación de ese capital, la producción tendiente a establecer un sistema de compraventa al por mayor y la dominación sobre los distribuidores, proveedores y compradores.

3. La naturaleza de la mercancía informativa está determinada por el carácter industrial capitalista de la empresa productora. La obra impresa es una especie de substrato material que porta un contenido consistente en un valor de uso de naturaleza espiritual y de un claro significado comunicativo. Esto produce que el sentido social de la prensa, que consiste en la mediación de material formativo de la opinión, se subordine a un fin económico privado. Estos planteamientos mercantiles e industriales, sujetos a las leyes de la oferta y la demanda, convierten una tarea comunicativa de índole espiritual en un simple acto de comercio, y la noticia, que es en esencia la transmisión de un significado, en un objeto mercantil. El sistema enajenante cosifica de esta manera los contenidos espirituales de la información. Por otra parte, resulta inútil en nuestro tiempo separar los aspectos comerciales de aquellos que la teoría ha calificado con el nombre impreciso de “ideológicos”. Existe una trabazón interna que liga a estos aspectos entre sí y que hace que con frecuencia se considere como una manifestación meramente comercial a aquella que es una clara posición ideológica. Con mucha razón Marcuse afirma que “la ideología está hoy en el proceso mismo de la producción”.

Para hablar de manipulación, he tomado en cuenta los puntos de vista que sobre este concepto han vertido Schmidtchen y Enzensberger. El primero piensa que la manipulación no es un concepto científico, sino una sospecha. Enzensberger, con base en la etimología de la palabra, afirma que “el término manipulación significa una intervención técnica, consciente, en un determinado material”. Para aplicar el término a los problemas sociopolíticos y, en particular, a los que se derivan de la comunicación social, Enzensberger precisa asimismo la forma en que debe utilizarse el concepto: “Si esta intervención es de una importancia social inmediata, la manipulación constituye un acto político. Éste es, básicamente, el caso de la industria de la conciencia.”

Aceptando que el término manipulación no es un concepto científico, es necesario insistir en la necesidad de utilizarlo. Podemos restringir su significado, tal y como lo propone Hund, y usarlo como un elemento que puede ayudarnos a clarificar la situación.

Conviene admitir que en todas las actividades sociales se presenta la manipulación y que, por lo mismo, lo que realmente interesa a nuestro estudio es buscar algunas de las formas que se utilizan para manipular la información y señalar las características de los manipuladores.

(Continuará)

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