Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 16 de mayo de 2010 Num: 793

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La lucha en Las batallas en el desierto
ORLANDO ORTIZ

Por una lectura de vanguardia
ESTHER ANDRADI entrevista con RODRIGO REY ROSA

El rompecabezas de Nabokov
LAURA GARCÍA

Iván Bunin: el amor como una felicidad fugaz
OXANA KOVALEVSKAYA

Sergio Pitol y la nariz de la prosa rusa
JORGE BUSTAMANTE GARCÍA

El agua y la Terraformación
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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con Rodrigo Rey Rosa

Esther Andradi

Por una lectura de vanguardia

Invitado al Simposio de Literaturas Caribeña y Centroamericana organizado por la Universidad de Potsdam, el escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa pasó recientemente por Berlín. La presentación de El material humano en el marco de una lectura colectiva reveló los rasgos de su singular escritura. ¿De qué mundo viene Rey Rosa? ¿De dónde brota la voz tan particular de su narrativa? Nacido en Guatemala en 1958, Rey Rosas residió en Nueva York, donde se exilió voluntariamente tras abandonar Guatemala debido a la violencia que existía, se matriculó en una escuela de cine y de ahí se fue a Tánger.

–¿Por qué Marruecos? ¿Te interesaba África? ¿El mundo árabe?

–Tenía una gran curiosidad por el norte de África. Y fue así que acudí a un taller de escritura de Paul Bowles. Luego él me preguntó si me molestaría que tradujese algunos de mis cuentos al inglés.Y así salió un librito pequeño de mi estadía en Tánger,El cuchillo del mendigo,publicado antes en inglés que en castellano. Ya de regreso a Guatemala, le seguí enviando de tanto en tanto algunos textos, y así salió El agua quieta, mi segundo libro. Luego fui yo quien le consultó si podría traducir algo de él, y así se formó esta relación. Y se fue dando una serie de casualidades que iban a cambiar mi vida.

–¿Cómo fue tu experiencia en el taller de Paul Bowles? ¿Alguna anécdota en especial?

–La primera clase fue una suerte de presentación. Cada uno de nosotros, éramos unos diez o doce, debía contar cuándo empezó a escribir, los autores que le interesaban, etcétera. En la segunda reunión, nos dijo que él era incapaz de enseñar a escribir a alguien, pero que le habían ofrecido esa posibilidad, y había aceptado porque necesitaba dinero. Y en la tercera reunión me dijo que escribiera en español, como Borges (fue el autor que dije que me gustaba, él también era un admirador de Borges) y luego me recomendó que me fuera a recorrer Marruecos, que conociera el país, que la mayoría de las personas que estaban en ese grupo eran mayores que yo y me iba a aburrir. Pensé que era una forma de decirme que me dedicara a otra cosa, ¿no? Pero le hice caso. Cuando volví, había leído mis textos y fue ahí que me propuso traducirlos.

–Háblame de ese estilo que te caracteriza: escueto, preciso, económico. ¿De dónde viene?

–Se lo debo a los argentinos, a Borges y a Bioy, pero también a Rulfo. Siempre miré con distanciamiento la literatura del Boom. En Guatemala era lo único que se podía leer por aquellas épocas, pero Borges me encandiló. Él se burlaba de Góngora, se reía del barroco, utilizaba pocos adjetivos, era distinto a todos. Y luego, lo que aprendí con Bowles. Él también era un escritor a contrapelo de toda esa corriente de narradores pomposos, era más bien económico.

–Me gustaría saber cómo trabajas tus relatos; da la impresión de que corriges y podas y mucho, lo que personalmente me parece una virtud. Entre otras cosas, por el clima que logras, gracias a la economía de palabras. Por ejemplo, “Cárcel de árboles”: ¿cómo surgió? ¿Es una pesadilla, son lecturas, es la historia reciente de Guatemala?

–Suelo corregir muy poco, pero podo bastante, como dices. A veces un cuento sale entero y se queda tal cual. Cárcel de árbolesno fue un sueño, pero sí una especie de visión: la imagen de un hombre mutilado, atado a un árbol en medio de la selva. Me propuse desarrollar una narración que explicara cómo había llegado allí. Unos meses atrás, en Tánger, había encontrado un librito en francés, un tratado de teratología de mitad del siglo XX, una de mis primeras lecturas en esa lengua. Creo que el cruce de este hallazgo y mi recuerdo de las novelas de Bioy son los principales responsables del relato que el prisionero hace en su “diario”. Y claro, en el cuento también juega un papel importante el recuerdo de Guatemala: las navidades del ’88 las pasé allá, y en la prensa apareció por esos días la noticia del descubrimiento de cárceles clandestinas para prisioneros políticos en el departamento del Petén, o sea, en medio de la selva.

–En El material humano un aspecto fundamental del suspenso lo constituye ese espacio ambiguo entre la realidad y la ficción. ¿Cuánto de elaboración y cuánto de azar hay en esta estructura?

–No es nada fácil esta pregunta. Este libro, más que los otros que he escrito, se hizo, diría yo, prácticamente solo. Insisto en que es ficción porque tiene una trama, y eso sí es una construcción, algo hecho deliberadamente.

¿Cual fue la recepción de El material humano en tu país?

Sólo hubo una crítica interesante, notable, de un poeta, en un diario de circulación nacional. Y después, aparte de los blogs y de todo ese mundo cibernético, sólo silencio.

–¿Y qué se siente frente a eso?

–Un cierto desencanto. Casi toda mi obra ha tenido ese destino, pero con El material humano es más. Como escribe Ricardo Bada en una reseña reciente, los lectores de novela desean a menudo “una narración lineal y personajes al uso”. Son muy conservadores. En artes plásticas, por ejemplo, los artistas pueden hacer de todo, a cada cuál más excéntrico. Pero en la literatura se quedaron en Balzac. Hace falta una lectura más de vanguardia.

–¿La poesía es diferente?

–Sí, creo que lo que escribo es más cercano a la poesía que a la narrativa. Pero es necesaria otra lectura para que este tipo de trabajos diferentes no se considere una obra fallida.

–Si tuvieras la posibilidad de elegir un escritor con quien establecer una relación similar como la que surgió con Bowles, ¿quién sería?

–Bioy Casares.

–...y Silvina Ocampo ¿no?

–Ella es buenísima, pero no me hubiera divertido tanto como con él.

–¿La traducción también es la marca de Bowles?

–Sí, pero además hay una tradición de escritores que traducen literatura. Como Borges y Bioy. En idioma español se suele ignorar la traducción en las reseñas. Creo que fue Pound, quien dijo “la traducción es la crítica literaria más profunda”. Me parece una buena definición.