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En Música, maestro, el artista lo mismo cantó al amor que tiró leña a los políticos

Jorge Saldaña caló en el gusto y la reflexión de su público en el Teatro de la Ciudad
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Jorge Saldaña, durante la séptima presentación en el Teatro de la Ciudad Esperanza IrisFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de mayo de 2010, p. 9

Lo mismo de amor que en contra de ellos, de los políticos, las canciones de Jorge Saldaña calaron hondo en el gusto y la reflexión del público que la noche del sábado abarrotó el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Como parte de la Feria de las Culturas Amigas, el periodista, escritor, compositor y cantante veracruzano ofreció el programa Música, maestro: anatomía de la canción corriente, canciones que deben de ser cantadas durante el bicentenario, en lo que representó su séptima actuación en ese recinto desde que fue reinagurado, en 2002.

Acompañado por las cantantes Doris y Ana Luisa Méndez, así como de la orquesta Nostalgia de Jalapa, fueron dos horas en las que el polifacético artista de 79 años interpretó una veintena de temas, rindió tributo al amor, chacoteó con la concurrencia, tiró leña a los políticos nacionales y recibió muestras de afecto y hasta piropos a todo pulmón.

El programa constó de dos partes. En la primera, Jorge Saldaña provocó una atmósfera de nostalgia y romanticismo merced a su interpretación de ocho canciones, cuya escritura se remonta a la primera mitad del siglo pasado, canciones que dudan de todo.

De esa manera, la audiencia, integrada en su mayoría por personas de la tercera edad, disfrutó con boleros de Pedro Flores, Rafael Hernández, Daniel Santos y Johnny Rodríguez, como ¿Qué culpa tengo yo?, Fichas negras, Vuélveme a querer y Ausencia.

Al tiempo que bebía agua, Saldaña se dio tiempo para conversar con la audiencia. Así, entre otros aspectos, en tono irónico comentó que estaba haciendo méritos para ser invitado a Los Pinos; incluso en el programa de mano se apunta que para tal fin “ha preparado canciones como Qué lindo es Michoacán y Llegó borracho el borracho”.

La parte romántica, ésa que cala en el alma y la piel, concluyó con una canción más cercana, en términos temporales, Amante a la antigua, del brasileño Roberto Carlos.

Así comenzó la segunda parte del concierto, para muchos el momento más esperado de la velada, aquel en el que el también locutor de radio y televisión dio rienda suelta a su posición crítica e irreverente, chacotera y un poco de mala leche, que tantas veces le ha costado ser censurado por las autoridades.

De entrada, expresó su desacuerdo porque los festejos del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución se hayan convertido en una estrella más del canal de Televisa, la cual ha buscado lucrar por todos los medios y de todas las formas con esas efemérides, al bautizar todo acto con ese epíteto, desde copas de futbol hasta concursos.

Han privatizado nuestra historia, nos hemos dejado arrebatar la esencia nacionalista patriótica, resaltó Saldaña para luego dar el micrófono a Doris, quien interpretó el corrido Juan sin tierra, acaso uno de los temas más conocidos del periodista, que habla de cómo la Revolución fracasó y los que la hicieron valieron gorro.

Después de que la cantante interpretó otro corrido de Saldaña, dedicado a Pancho Villa, el compositor hizo ver cuán vigente se mantiene la letra de El barzón, de Luis Pérez Meza, a la que más que canción consideró crónica periodística. Ésta fue una de las piezas más disfrutadas por el público.

Antes de dar paso a las parodias, Jorge Saldaña ofreció su versión de La habanera, de la ópera Carmen, de Bizet, en voz de Ana Luisa Méndez, en la que pondera la valía de los mexicanos y alienta al pueblo a no dejarse sumir en el hoyo por gobernantes corruptos.

Hizo lo propio con el famoso corrido de La Adelita, al que bautizó como La Adelita futbolera, donde se mofa de cómo el futbol debería ser en México secretaría de Estado y jugado por obligación de ley.

Entre risas, aplausos y más piropos para Saldaña, el artista cerró el concierto con cuatro parodias de sendas canciones.

La primera fue Somos novios, de Armando Manzanero, a la que modificó el título y la letra a Somos socios, y que habla de cómo los empresarios tejen sus alianzas para burlar al fisco y enriquecerse en la bolsa.

No podía dejar pasar por alto el caso de la persecución racial en Arizona, y dedicó una canción a ese polémico tema, la cual reflexiona sobre la importancia de la fuerza laboral de los migrantes para Estados Unidos.

La desunión es algo querido y propiciado; cuando el pueblo se une lo agarran a palos. Ahí están los casos de Atenco, de Oaxaca, del SME, dijo, e inmediatamente interpretó una huaracha de su autoría que se titula: ¿Qué te importa, güey?

Aunque el público quería más, Saldaña cerró el concierto con la parodia del chotis Madrid, de Agustín Lara, con el que se choteó del doblón de manos que dio el cantautor español Joaquín Sabina en su más reciente visita a México, al aceptar ir a comer a Los Pinos luego de que criticó la ineficacia del combate que el gobierno federal ha emprendido contra el narcotráfico.