Opinión
Ver día anteriorMartes 18 de mayo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Los escollos de la reforma política

Un torito para Ebrard

A

hora sí, eso nos dicen. El guiso, por fin, quedó listo. Los partidos políticos lograron un acuerdo para lanzar la iniciativa de ley que reforme la vida política de la cuidad, y con ello quedará sellado uno de los compromisos más importantes que marcaron la llegada de Marcelo Ebrard al gobierno de la capital del país.

La reforma, como ya habíamos comentado, tiende por el momento a proporcionar mejores instrumentos para la administración financiera y política del DF, cosa que seguramente se reflejará en beneficios para la población, pero aún no es la herramienta que garantice un ámbito de mayor justicia, en todos los aspectos, para la ciudadanía. Cuestión urgente para todos quienes habitamos en la capital.

Eso vendrá con la creación de una constitución de la ciudad de México, y para que esas leyes cumplan con las ambiciones ciudadanas, tendrá que consultarse a la población sobre cada uno de los pasos que se den para eso que sería algo así como la refundación del Distrito Federal, aunque cambie de nombre o se le modifique.

Todos los partidos políticos están de acuerdo sobre la necesidad de que el DF tenga el tratamiento de cualquier otro estado de la República, y más por ser sede de los poderes del país, así que por ese lado no hay problema. La unanimidad, cosa rara, se asienta en los niveles de injusticia con que se ha tratado, principalmente con los gobiernos panistas, a la ciudad capital.

Donde muy probablemente se atoren las cosas será en la formulación de las leyes que rijan el destino de la ciudadanía que exige, cada vez con mayor fuerza, contar con reglas de convivencia que le aseguren mayores campos de justicia. Y es en la discusión de esas reglas es donde deberá estar presente el espíritu de izquierda que enarbola el actual jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard.

De nada servirá a la gente de la ciudad que se logre una reforma si ésta, como lo plantean los panistas y sus voceros de Nueva Izquierda, camina por el filo de la intransigencia. Sin alejarse de las reglas que plantea la Carta Magna, la constitución de la ciudad de México debe ser ejemplo de libertades y respeto, y para eso no caben debilidades, menos aún los acuerdos vergonzantes.

Marcelo Ebrard tendrá que mostrar hasta dónde es capaz de llegar, hasta dónde sus principios políticos lo pueden lanzar. Tal vez en ningún otro momento ni en ninguna otra oportunidad se pueda ver el calado del pensamiento del jefe de Gobierno, sobre todo cuando sus ambiciones políticas escalan grandes alturas.

Y será una batalla difícil. Muchos de sus colaboradores, pero principalmente Manuel Camacho Solís, su asesor más importante, nada tienen que ver con la izquierda, y de esas mentes no podrá salir nada que permita a la gente de la ciudad sentirse con el apoyo de un gobierno fuerte y justo.

Para ellos seguramente no existe otro camino que no sea el que ya conocemos: hacer más ricos a los que ya lo tienen todo, y hundir más aún a los pobres, además de despojar de lo poco que tienen las clases medias, tan golpeadas por el neoliberalismo.

Crear leyes que sostengan a un gobierno fuerte y justo es deber del jefe de Gobierno. Eso tendrá que ser la gran tarea de Ebrard, aún en contra de quienes le aconsejan seguir las fórmulas de los gobiernos que tiene al país sumido en la etapa más injusta de su vida.

De pasadita

Uno de los males que arrastra la administración de Marcelo Ebrard es la construcción o ampliación de las viviendas de la gente con menos recursos. Hay denuncias que aseguran que el gobierno de la ciudad pretende dar a empresas privadas los recursos para la ayuda a las familias en esas tareas. Sería bueno que alguien explicara lo que pasa. ¿O no?