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Ver día anteriorMiércoles 19 de mayo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Calderón: apocalíptico y desintegrado
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Felipe Calderón se la ha intensificado la vocación de teólogo. Con diferencia de pocos días, y en distintos foros, lanzó interpretaciones y deseos que se vinculan más con su personal entendimiento de por qué diversas calamidades han azotado al país, al igual que clamó protección de una divinidad tal como ésta es concebida por un grupo de tzotziles.

A principios del presente mes y ante empresarios alemanes, Felipe Calderón hizo malabares hermenéuticos al tratar de explicarles las razones por las cuales, según él, la economía mexicana fue tan duramente golpeada en 2009. Sostuvo que, a diferencia de los cuatro jinetes mencionados en el último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, en el caso mexicano los equinos portadores del desastre fueron cinco. Los reportes de prensa no mencionan las reacciones de quienes escucharon las disquisiciones teológicas de Calderón Hinojosa. Sin embargo, tal vez no sea exagerado imaginar que entre los oyentes germanos un número significativo de ellos haya seguido con interés el símil bíblico, dado que por ser ciudadanos de un país en el que la Biblia ha tenido un papel importante en el desarrollo de su cultura literaria, la interpretación calderoniana bien pudo provocar que en el futuro el expositor sea invitado a profundizar en el tema. No sería, entonces, nada extraño que Felipe Calderón reciba invitaciones de las más renombradas escuelas y facultades alemanas de teología para impartir alguna conferencia sobre, por ejemplo: La crisis económica global, su impacto en México y los jinetes del Apocalipsis. Tema al que se puede sumar el de Los jinetes del Apocalipsis: ¿en realidad cuántos son?

Como una pequeña contribución para que Calderón y su equipo preparen con rigor el intrincado tema de los jinetes apocalípticos y su devastador paso por territorio mexicano, recomiendo que en la muy extensa bibliografía existente para ser consultada sobre el libro final del Nuevo Testamento, tengan en cuenta el erudito comentario de Juan Stam sobre el Apocalipsis. Stam es, tal vez, el mayor especialista latinoamericano en el también llamado libro de Revelaciones (del griego Apokálipsis, que se refiere al acto de quitar el velo), que a la fecha lleva tres tomos publicados y llega al capítulo 16 de los 22 que componen el escrito neotestamentario.

Cuatro días después, el 7 de mayo, frente a un auditorio muy distinto del compuesto por los empresarios alemanes, Felipe Calderón Hinojosa imploró la protección divina para los gobernantes. En San Juan Chamula, el municipio tzotzil de los Altos de Chiapas, deseó que el cielo y el dios que cuida y protege a San Juan Chamula pueda iluminarnos a los gobernantes para gobernar y trabajar siempre y especialmente en favor de los más pobres.

Ni una palabra le merecieron los chamulas protestantes/evangélicos que desde la pasada década de los sesenta han sido expulsados de sus tierras por los tradicionalistas, con cuyos sucesores y líderes actuales Calderón convivió tan alegremente. Distintas evaluaciones contabilizan entre 15 mil y hasta más de 50 mil expulsados chamulas durante casi cinco décadas. La cifra varía según como se cuente a los desarraigados por el sistema tradicionalista. Algunos especialistas contabilizan solamente a la primera generación de expulsados, mientras otros incluyen a los descendientes de éstos que, sin haber vivido directamente la expulsión, sí se han visto obligados a desarrollar su vida en lugares distintos al originario de sus familias.

En un documentado y brillante ensayo escrito por el antropólogo Jan Rus, estudioso por décadas de la cultura tzotzil y particularmente de cómo se construyó el sistema caciquil tradicionalista que ha dominado en San Juan Chamula (La lucha contra los caciques indígenas en los Altos de Chiapas: disidencia, religión y exilio en Chamula, 1965-1977, Anuario de Estudios Indígenas, vol. XIII, 2009), se dan pormenores de los esfuerzos de indígenas chamulas por diversificar su sociedad en distintos órdenes y las violentas reacciones de los privilegiados por la cerrazón económica, cultural y religiosa.

Con su espaldarazo al sistema intolerante encargado de arrinconar la pluralidad por la que han pugnado chamulas contrarios a lo que en otro estudio Jan Rus ha denominado la comunidad revolucionaria institucional, Felipe Calderón simplemente cerró ojos y oídos a los reclamos de uno de los grupos más hostigados por el autoritarismo que ha sentado sus reales en Chamula: el de los indígenas evangélicos, que aspiran a ser reconocidos como una expresión nueva de que se puede ser indio e india de manera distinta a la tradicional.

El citado Jan Rus hace una pregunta y una observación que es necesario tener en cuenta. ¿Cuántos otros han peleado tan persistentemente, y a tal costo contra el corporativismo, el PRI [ahora hay que agregarle la panista bendición calderoniana] y el caciquismo como los miles de expulsados chamulas? En vez de ser partidarios monolíticos y represivos del sistema de partido de Estado, los indígenas de Chamula, vistos a través de sus disidentes religiosos, podrían ser percibidos como héroes de la lucha por una sociedad más abierta y plural. Pero Calderón no lo concibe así: para él, lo dijo en su discurso, los chamulas intolerantes son sus amigos y hermanos.