Opinión
Ver día anteriorJueves 20 de mayo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Una supervía con carriles de derecha

El factor Bejarano, atrás del golpeteo

E

l asunto de la supervía va a estallar un día u otro, sin remedio. Más allá de la necedad de Fernando Aboitiz, el secretario de Obras del Gobierno del Distrito Federal, los intereses políticos, incluidos los de los panistas, que prefieren escupir al cielo que ver por la gente, han hecho del proyecto un motivo de discusión para atacar la figura de Marcelo Ebrard.

Vamos por partes. Primero habrá que tener en cuenta y no olvidar que Aboitiz no ha dejado de ser un hombre inscrito en la derecha, quien antes de pensar en lo que conviene a los habitantes de la capital, o al mismo gobierno, piensa en beneficiar a la iniciativa privada. Por eso no resultaría nada jalado de los pelos que por tener en cuenta su manera de pensar haya metido en este aprieto al gobierno de Ebrard.

Por otra parte, a los muy legítimos reclamos de buena parte de los pobladores de la parte afectada por la construcción de la supervía se han sumando los intereses de los partidos políticos. Como decíamos, en el PAN, aunque ilógico porque, como Aboitiz, piensan sólo en la iniciativa privada, aunque lo atacan porque a su partido conviene tratar de desprestigiar todo lo que huela a Ebrard, aunque a decir verdad ellos lo harían seguramente igual o peor.

Desde luego el problema más grande que se enfrenta, en el ámbito político, es el de la confrontación de Ebrard con el grupo de René Bejarano. Hasta donde sabemos, la supervía no era un punto que estuviera en la agenda de Bejarano; no obstante, después de cuando menos tres reuniones entre Ebrard y Bejarano, que no tuvieron un final feliz, vino la declaración de guerra en contra de la construcción que tiene en mente el Gobierno del Distrito Federal.

Hay quienes aseguran que el problema nació de la intransigente imposición que el llamado profesor hizo al jefe de Gobierno. Quienes lo cuentan dicen que Bejarano exigió a Ebrard un lugar para Dolores Padierna, o mejor dicho dos: un escaño en la Cámara de Senadores y la presidencia nacional del PRD. Sin escandalizarse, pero firme, Marcelo lo mandó con cajas destempladas, y entonces se inició la guerra que tiene dividido al PRD y que pronostica jornadas muy difíciles en ese partido para el futuro inmediato.

Por lo pronto, lo más peligroso del asunto es que, independientemente de las incongruencias panistas, o del chantaje perredista, está la razón de la gente, y no escuchar o no buscar soluciones reales a quienes están preocupados y opuestos a la supervía, es tanto como dar la espalda a una ciudadanía que aún tiene confianza en su gobierno. Y eso, la confianza, se pierde con más facilidad de lo que piensan quienes sólo ven negocio en eso de construir carreteras para lograr beneficios inconfesables. ¡Aguas!

Hay que tener en cuenta, como siempre, que la diferencia entre los políticos de derecha y quienes se arropan con la bandera de izquierda es, precisamente, que desde esa forma de pensar sí hay posibilidades de que la gente sea escuchada, y que esas voces tienen la atención de los gobernantes. ¿Si no fuera de esa forma, de qué le serviría a la ciudadanía votar por la izquierda? En eso de la construcción de la supervía hay compromisos con la población que no deben pasarse por alto, porque a partir de su cumplimiento es como se logra la confianza de la gente, que ya no espera obras en su beneficio, sino lograr que, quien gobierne, pueda cuando menos cumplir con aquello en lo que se empeña la palabra, porque entre los políticos de izquierda, no todos, desde luego, los compromisos cumplidos son verdad incontrovertible. Nada más.

De pasadita

Cómo andará la cosa que mientras los políticos exhiben sus preocupaciones por Diego Fernández de Cevallos, la gente de a pie señala, vez con vez, el daño que ese señor desaparecido ha hecho al país. Cosa de echarse una vuelta por las redes sociales en Internet. De cualquier forma, lo destacable aquí es la diferencia entre el discurso de los políticos y lo que opinan los ciudadanos. ¿Por qué será?