Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de mayo de 2010 Num: 794

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Diálogo en un cuadro de Magritte
JULIETA PIÑA ROMERO

Dos poemas
ANTONIS DEKAVALES

Los hispanistas rumanos
LEANDRO ARELLANO

José y Andrea Revueltas: de tal palo tal astilla
SONIA PEÑA

Rosalía de Castro, gallega universal
RODOLFO ALONSO

Poemas
ROSALÍA DE CASTRO

Arizona, la xenofobia y la ley
FEBRONIO ZATARAIN

Ley de odio
NATALIA ZAMORANO

Migrantes desaparecidos
AGUSTÍN ESCOBAR LEDESMA

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


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Ilustración de Juan Gabriel Puga

Migrantes desaparecidos

Agustín Escobar Ledesma

Jalpan de Serra, Qro. El 17 de marzo y el 5 de abril de 2010, dos autobuses que trasladaban migrantes queretanos y potosinos con rumbo a Estados Unidos desaparecieron y hasta el momento no se tiene ninguna noticia de ellos. Se dice que la mayoría de braceros pertenecen a Landa de Matamoros, seguido por Pinal de Amoles, Peñamiller y Jalpan de Serra, municipios de alto índice migratorio.

¿Dónde están los jóvenes migrantes desaparecidos? Es una pregunta que brinca en cualquier conversación, al igual que la respuesta: los secuestró la delincuencia organizada (algunos dicen que Los Zetas, otros que La Línea o bien La Maña) que los tienen trabajando en el cultivo de enervantes.

En su edición del 1 de mayo de 2010, el semanario jalpense Voz de la Sierra consignó que, cuando algunos de los familiares de los desparecidos acudieron al Ministerio Público de Jalpan, “una licenciada les dijo que esperaran, que a lo mejor se habían ido de “pinta”.

Verde olivo

Por las sinuosas curvas de las carreteras de la Sierra Gorda queretana avanzan tanquetas y camiones repletos de soldados del ejército mexicano que, en el lugar menos pensado, establecen retenes para catear a los vehículos automotores en busca de armas de fuego. En Purísima de Arista un soldado que no pasa de los veinte años, con la cara empedrada por erupciones cutáneas, es el encargado de meter mano a los vehículos. “¿Usted vende libros?”, me pregunta mientras revisa minuciosamente un ejemplar. Le contesto que se lo regalo para que lo lea cuando tenga tiempo, pero lo avienta al lugar del que lo tomó.

En las rancherías serranas, piquetes de soldados, que surgen de entre el bosque, allanan las moradas de los campesinos bajo el pretexto de la búsqueda de armas de fuego. De cualquier manera entran a la fuerza a los hogares dejando los enseres regados.

Los abusos a la población por parte del ejército están a la orden del día y se suman al negro historial de las policías municipales de la sierra que, sin causa justificada, detienen a los lugareños, los insultan, los extorsionan, los golpean y, en casos extremos, llegan a matarlos.

La sagrada familia

La familia de uno de los jóvenes desaparecidos vive rodeada de coníferas, entre las montañas de Pinal de Amoles, en lo más profundo de la Sierra Gorda queretana. El papá que se podría llamar Juan, Pedro o José, tiene las manos callosas del hombre de campo, con amplia experiencia como migrante. Su voz denota desencanto, preocupación, angustia y sobre todo miedo, mucho temor; no quiere decir ni media palabra cuando se le pregunta sobre el paradero de su hijo.

La esposa del furibundo, angustiado y temeroso serrano es una mujer menudita que no deja de llevarse ambas manos a la cabeza por la desolación; cuando intenta tomar la palabra, la voz del hombre la opaca y hace que se pierda en la serranía como cervatillo asustado. Atentas al escenario y a la plática están las hijas, unas niñas que nunca dijeron esta boca es mía, sólo miran y abren los ojos desmesuradamente, asustadas por el drama que tiene crucificada a la familia, que tiene secuestrada a la Sierra Gorda.

En la voz del serrano, cuyo hijo está desaparecido, aparecen indistintamente el miedo, la indignación, la impotencia y la desconfianza en las autoridades de cualquier signo, así como la certeza de que el crimen organizado es el que reina y manda:

—¡Yo qué le puedo decir, nada, no sé nada! Aquí ha venido la policía a preguntarme y les digo lo mismo, que yo no sé nada.

—¿Qué me gano con reportar la desaparición?, nada. Pierdo. No voy a denunciar porque de nada serviría, sólo serviría para que ellos [los narcotraficantes] vengan por nosotros porque tienen todo vigilado, todo controlado, tienen internet, saben todo, la policía les dice todo.

—El gobierno nunca va a acabar con ellos [con los narcotraficantes], nunca va a acabar con la gusanera porque los gusanos están en el gobierno, ¡gobierno jijo de su puta madre! No puede hacer nada, qué va a hacer, sino chingarnos.

—Yo soy panista pero este presidente [no especifica si se refiere a Felipe Calderón Hinojosa o a Jorge Enrique Reséndiz, presidente municipal de extracción panista] no puede hacer nada, no sirve de nada, salió malo, salió podrido.

—Tienen razón los patrones gringos con los que he trabajado, me dicen: “Entre ustedes los mexicanos se tragan unos a otros, se cagan y se vuelven a tragar.” Aquí no hay en quién confiar.

—Mi hijo tiene veintitrés años, casi la misma edad que los otros desaparecidos; es la segunda vez que mi hijo iba a Estados Unidos, tengo otro hijo trabajando en Florida, para allá iba su hermano, con él se comunicaba por celular y después ya no hubo ningún contacto pasando San Luis Potosí.

—Dicen que los tienen trabajando [a los secuestrados] en un rancho y si así es, en lo que siembran la yerba, nace, la desquelitan y crece, todavía van a pasar otros dos meses. Yo pienso que eso es mejor a que mi hijo y los otros muchachos se haigan desbarrancado en el autobús y estén muertos.

—¡Yo qué le puedo decir! Yo siento que mi hijo está vivo, siento aquí en mi corazón que un día va a llegar y se va aparecer por esa puerta. Dios es grande y lo protegerá.

Rumorología

El profesor Benjamín Álvarez, director del semanario Voz de la Sierra, menciona en entrevista que en la pasada Feria de Jalpan, realizada los últimos días de abril, la población vivió una psicosis generalizada debido a que corrió el rumor de que la delincuencia organizada llegaría a la misma.

También circula el rumor que desde que las rutas de los migrantes son controladas por los narcotraficantes, exigen 2 mil pesos a cada “pollo”, amén de los 2 mil 500 o 3 mil dólares que pagan al pollero por llevarlos a diversos lugares de la Unión Americana.

La Sierra Gorda queretana está asustada. Un empleado del hotel en el que me hospedo me confía que su hijo iba a salir a la ciudad de Querétaro en compañía de sus condiscípulos, como premio por terminar la primaria, pero que no lo va a dejar, por el temor a que lo secuestren.