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Larga, costosa y difícil, la carrera académica musical
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Rivera considera que del total de alumnos egresados, más de 50 por ciento se inserta en el mercado laboral
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de mayo de 2010, p. 9

Larga, difícil y costosa, pero con momentos gratificantes provocados por la maravilla de la música. Así describe la mayoría de los alumnos de esa especialidad su trayectoria académica.

Larga, por el número de años que requiere completar los programas de estudios, cuestión que en las principales escuelas del país ha obligado a una permanente restructuración de los mismos.

Difícil por la falta de cursos de iniciación musical que detecten vocaciones y talentos a temprana edad.

Costosa por el peregrinar de las familias en cursos particulares, cuando se cuenta con recursos, así como por la compra de buenos instrumentos.

La compositora Alejandra Odgers (DF, 1967), autora del concierto para marimba y orquesta Moemi, recuerda que de adolescente se inscribió en la Escuela Nacional de Música (ENM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para aprender a tocar percusiones, pues eran los instrumentos que había disfrutado en sus clases de iniciación musical.

“Sin embargo –añade–, mi estancia fue breve, seis meses, y decepcionante: para tomar clases de percusión había que ir además dos días a clases de solfeo y otros dos a conjuntos corales. La clase de coro no estuvo mal, la de solfeo tampoco tanto, aunque con la práctica que había tenido había muchas cosas que ya sabía y me parecía un pérdida de tiempo.

Pero la gran decepción fue la clase misma de percusión; en realidad tenía 15 minutos de lección a la semana, pues la clase se iniciaba a las cuatro de la tarde y el maestro siempre llegaba cerca de las seis. Para colmo, los ejercicios que me dejaba estudiar eran muy fáciles para lo que yo ya podía tocar; no hacía ninguna corrección, ni comentario, sólo me pedía estudiar el siguiente ejercicio para el siguiente encuentro.

Después de abandonar ese curso y pasar por la Escuela Vida y Movimiento del Centro Cultural Ollin Yoliztli, Alejandra volvió a la ENM. Se inscribió en la carrera de oboe, y unos años después en la de composición: siempre tuve el gusanito de estudiar fuera, y como no existían en ese entonces los estudios de maestría o doctorado en la ciudad de México, me fui a Montreal, Canadá (donde radica), a hacer una maestría; ya encarrerada me quedé al doctorado, los dos en composición.

Estudiar música en la UNAM es prácticamente gratuito. La cuota de ingreso a la Escuela Nacional de Música es voluntaria. El Centro de Iniciación Musical cobra 450 pesos semestrales por alumno. También se imparten talleres individuales (fuera de currícula) con un costo de alrededor de 2 mil pesos semestrales, o cursos libres grupales de 500 pesos.

Sergio Alberto Sánchez Mejía, estudiante de guitarra de la ENM de la UNAM, también describe como muy lenta su experiencia de aprendizaje de la música. Su interés surgió hasta que tuvo 16 años y escuchó por primera vez a una maestra tocando la guitarra de a deveras, es decir, explica, no una canción del momento. Fue una revelación para mí; creí que los músicos profesionales eran seres súperdotados o algo así.

Sergio pasó también por la Ollin Yoliztli y la G. Martell antes de llegar a la escuela universitaria: “me costó mucho trabajo darme cuenta de que la música va infinitamente más allá de una simple capacidad física. Pero, como sucede con la ciencia, es una de las tantas materias en las que estamos muy rezagados.

La educación musical que se imparte en nuestro país utiliza métodos caducos. Por eso pienso que la verdadera capacitación de un profesional de la música está en tener la suficiente pasión y determinación para dedicarse a ella.

Para Jesús Ernesto Araiza Monter, guitarrista egresado del Conservatorio Nacional de Música, su recorrido académico fue costoso, “pero no en cuanto a dinero. He estudiado alrededor de 15 años, mucho tiempo, y ha habido de todo: en el conservatorio algunos pocos maestros buenos, otros faltistas, mediocres, aviadores que sólo aparecían en las quincenas.

“Otros magníficos, comprometidos con los alumnos, muy preparados; algunos profesores en el extranjero, como Javier Hinojosa Franco, quien merece un reportaje por sí mismo, es un ejemplo, es famoso y respetado en Europa, desgraciadamente no muchos lo conocen en México. Él enseñó música antigua por 20 años en el conservatorio de París.

“Lo difícil para mí fue decidirme por la música. Cuando entré al conservatorio, por ahí del año 1996, éramos cientos de compañeros; 10 años después, sólo podría nombrar a 10 que seguían estudiando o que habían terminado; la duración de la carrera era ridículamente larga.

“Los compañeros se fueron saliendo porque es difícil aguantar tantos años como estudiante de música. Los primeros años nos hubiera venido bien alguna beca, la cual tuve después, pero no era como para vivir de eso, era simbólica. Los compañeros que se salieron se metieron a trabajar en orquestas, otros formaron bandas para tocar en bodas (los famosos huesos), otros se fueron de acompañantes de ‘estrellas’ televisivas, otros de maestros, otros se dedicaron a sus segundas carreras, como yo.

“A las escuelas de música del país les hace falta formalidad y becas, o formación de orquestas, como las juveniles de Venezuela; creo que ya se está avanzando en eso, pero no lo suficiente. En el caso del conservatorio, en la época que me tocó estudiar, las primeras semanas estaban muertas. La mayoría de los maestros no venían; eran como los días sin nombre del calendario maya, y si se trata de que se están formando jóvenes o niños con esta mentalidad, pues el resultado al final no es tan bueno.

No es que no existan maestros comprometidos; el problema es que son tan buenos que están llenos de actividades, tienen tantas ocupaciones que no pueden cumplir con los horarios. Tal vez parte de esta hiperactividad esté relacionada con que también es difícil vivir sólo con el sueldo de maestro de música.

El Conservatorio Nacional de Música depende presupuestalmente del INBA. El costo del examen de admisión es de unos 300 pesos. Los alumnos tienen oportunidad de ser becados, y cuenta con instrumentos que se prestan a los estudiantes.