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Economía Moral

Pobreza y permanencia del campesinado/ II

El debate sobre la cuestión de la permanencia

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rank Ellis dice que el debate central en el trabajo teórico marxista sobre el campesinado se refiere a la sustentabilidad o persistencia de las formas campesinas de producción dentro del modo de producción capitalista dominante e identifica dos líneas opuestas de razonamiento sobre dicha persistencia. Por una parte, la posición marxista clásica que planteó Lenin (1967) y que consiste en que

las presiones que las relaciones capitalistas de producción ejercen sobre los campesinos resultarán, inevitablemente, en su desaparición como forma específica de producción... por la diferenciación social, los campesinos se desintegrarían en dos clases sociales: la de los agricultores capitalistas y la de los trabajadores asalariados rurales. Las razones de ello son múltiples: la adopción diferencial entre agricultores individuales de prácticas mejoradas de cultivo, el abandono forzado de sus tierras por parte de campesinos incapaces de competir en el mercado, la pérdida de la tierra por hipotecas vencidas y la creciente contratación de trabajadores asalariados por parte de los agricultores exitosos 1

La línea de razonamiento opuesta, dice Ellis, es que la producción agrícola familiar, de la cual el campesinado es el principal tipo, tiene una lógica interna que le permite resistir las presiones de las relaciones de producción capitalista y reproducirse indefinidamente. Entre los componentes de esta línea analiza: a) la capacidad de los campesinos, dado su control sobre los medios de producción, especialmente la tierra, de proveer a sus necesidades de reproducción simple; b) las normas sociales de las comunidades campesinas centradas en la reciprocidad y no en la maximización individual de ganancias (el argumento de economía moral sostenido por James C. Scott); c) factores demográficos opuestos a la concentración de la tierra debido a su subdivisión en las herencias; d) la capacidad de los campesinos para sobreponerse a las presiones del mercado, aumentando la cantidad de trabajo invertido en la producción (o capacidad de los campesinos para la auto-explotación); e) rasgos, naturales o técnicos, específicos de la agricultura que la hacen poco atractiva para el capital (como la duración del ciclo productivo, la variabilidad del clima, riesgos más altos de fracasos productivos, dificultades de supervisión); f) ventajas funcionales para el capitalismo de dejar la agricultura en manos campesinas (por ejemplo, alimentos más baratos, menor riesgo), ligadas a las razones d) y e). (p. 52).

El autor señala que el modelo del muy famoso populista ruso Alexander Chayanov es una de las teorías no marxistas de esta línea de razonamiento. A reserva de analizar con el cuidado que se merecen las ideas originales de este populista, anotemos que Ellis señala que Chayanov explica la ausencia de acumulación desigual entre campesinos por el hecho mismo que la acumulación está fuera de sus motivaciones, que se reducen a la satisfacción de necesidades de la familia y, por tanto, a la reproducción simple. Pero Ellis también encuentra en el pensamiento marxista dos razones para la persistencia campesina consistentes con la lógica del capitalismo y del mercado. En primer lugar, la no acumulación en la economía campesina puede ocurrir no por la falta de motivación al respecto entre los campesinos, sino porque las relaciones de producción capitalistas empujan a los campesinos todo el tiempo a la reproducción simple a través de la captura (mediante diversos mecanismos) de cualquier excedente generado y por la desvalorización del trabajo campesino derivada de las innovaciones que disminuyen el precio de los bienes agrícolas. Ambos factores pueden describirse, siguiendo a Henry Bernstein, como un estrujón hacia la reproducción simple que el mercado impone a los campesinos. En segundo lugar,

...se ha argumentado que algunos aspectos de la producción agrícola son incómodos para las relaciones de producción capitalistas, lo que desestimula el avance del capitalismo en la agricultura. El principal factor es la duración del ciclo productivo agrícola comparado con el tiempo en el cual el trabajo es empleado productivamente, lo que refiere al patrón estacional de uso del trabajo (que el trabajo del hogar es aplicado desigualmente a lo largo del año). Para la producción capitalista esto plantea el dilema de o bien pagar trabajo asalariado permanente que no se necesita todo el tiempo, o depender de las incertidumbres y la desorganización social del trabajo migratorio (Ellis, op. cit. pp. 53-54).

En este párrafo Ellis cita un artículo de Susan Archer Mann y James A. Dickinson2 cuyos contenidos se conocen en la bibliografía como la tesis Mann-Dickinson y del cual, por su importancia, hablaré en detalle en esta serie de entregas. En un importante libro editado por John Harriss sobre desarrollo rural y economía campesina3, se cita este artículo así: “Mann y Dickinson han buscado explicar esto [la no prevalencia de las grandes unidades capitalistas de producción en la agricultura] en términos de la teoría marxista del valor. En efecto, como veremos en próximas entregas, el artículo de estos autores se apoya principalmente en los libros II y III de El Capital y en los Grundrisse. Por lo pronto, veamos la concepción de Vergopoulos de la unidad agrícola familiar y sus relaciones con el capital:

“la agricultura familiar es la forma más exitosa de producción para poner a disposición del capitalismo urbano el máximo volumen de trabajo excedente. También constituye la forma más eficiente de contener los precios de los productos agrícolas. El campesino que trabaja para sí mismo no necesariamente se considera a sí mismo un capitalista o un empresario cuyas actividades dependen de la obtención de una tasa positiva de ganancia. Por el contrario, a pesar de ser la cabeza de la unidad agrícola, se considera (la mayor parte de las veces) como un simple trabajador que tiene derecho a una remuneración que sólo le asegura su sustento. Aún más, en el contexto de la economía familiar no surge el problema de la renta de la tierra... Para los capitalistas, la agricultura familiar contemporánea no constituye un espacio económico que deba ser penetrado y conquistado, sino un todo ‘exótico’ que debe ser sometido como tal”. (K. Vergopoulos, Capitalism and peasant productivity, Journal of Peasant Studies, Vol.5, N° 4, 1978, pp. 446-465, citado en Harriss, op. cit. pp. 119-120).

Harriss pone en duda la validez general de las formas familiares de producción al hacer notar que en Asia y América Latina la mayor parte de las unidades familiares son unidades agrícolas marginales, a las cuales define como unidades que no son adecuadas para proveer al sustento de las familias que las operan. (En México ocurre lo mismo, véase gráfica en la que campesinos de infrasubsistencia equivalen a los marginales de Harriss.) Añade que estas unidades marginales pueden continuar existiendo y proveer la base para el profundo atrincheramiento del capital comercial y usurero (op. cit. p. 120). Note el lector que hay aquí una petición de principio en la forma en que define las unidades marginales, sin explicar por qué lo son. Justamente por ello sostuve (ver entrega 21/05/10) que pobreza y persistencia del campesinado tienen que explicarse juntas.

1 Frank Ellis, Peasant Economics. Farm Households and Agrarian Development, Cambridge University Press, 1996, pp. 51-52.

2 Obstacles to the Development of a Capitalist Agriculture, Journal of Peasant Studies, Vol.5, N° 4, 1978, pp. 466-481.

3 Rural Development. Theories of Peasant Economy and Agrarian Change, Routledge, Londres, 1992.