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Ver día anteriorDomingo 30 de mayo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Bajo la lupa

El Cero nuclear global de Obama, en el aire

N

o existe consistencia entre los actos bélicos y las amenazas que propina Estados Unidos en los cuatro rincones del planeta con la retórica de Barack Obama sobre la anhelada desnuclearización mediante su Cero nuclear global, lo cual pareció servir de publicidad para contener la exposición de su política de dos pesas y mil medidas durante la revisión quinquenal del Tratado de No Proliferación (TNP), que se celebró del 3 al 28 de mayo en la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El despliegue publicitario de Obama fue descomunal: desde la firma del segundo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas Nucleares (START II, por sus siglas en inglés) con Rusia, pasando por la Cumbre de Seguridad Nuclear del 12 y 13 de abril en Washington (con 47 participantes), hasta la conferencia del TNP.

¿Detrás de la coreografía atómica en tres tiempos de Obama se encontraba el deseo de Estados Unidos de aislar a Irán?

Una cosa es anhelar la desnuclearización planetaria y otra ubicar en su justo sitial a los muy controvertidos firmantes de la Iniciativa cero global, entre quienes, por pudor, solamente citaremos a tres (del total de 20): el superbélico fiscalista José María Aznar López –promotor tanto de la guerra contra Irak, adonde llevó a España a una aventura innecesaria (que por cierto perdió), como de la confrontación con el mundo árabe e islámico, que durará mucho tiempo en reparar (más ahora que el país de Cervantes está al borde de la quiebra)– y los mexicanos Ernesto Zedillo –responsable de los etnocidios en Acteal y Aguas Blancas, por los que debería ser juzgado ante el Tribunal Penal Internacional– y Fox Quesada, quien estuvo a punto de llevar a México a una guerra civil y al que dejó desahuciado en manos de su inepto sucesor.

A la tripleta neoliberal de Aznar-Zedillo-Fox, que no es precisamente una lumbrera cultural, lo mejor es alejarla del delicado tópico atómico que confunde con enchiladas.

La Iniciativa cero nuclear global carece de seriedad y sobriedad, debido a sus pendencieros miembros notables, quienes carecen de autoridad moral para asestar consejos sobre desarme de todo tipo, y pareciera más bien encaminada a maquillar y maquinar una inexistente cara amable de Estados Unidos.

A la Iniciativa cero nuclear global solamente le faltaron las firmas del bíblico Caín (sin Abel) y/o del presidente israelí Shimon Peres, hipócrita Premio Nobel de la Paz que ofreció vender bombas atómicas al régimen del apartheid de Sudáfrica: un doble pecado capital (ver Bajo la lupa, 26/5/10).

Un examen acucioso de la Iniciativa cero nuclear global, que Obama ha adoptado con entusiasmo perturbador, desnuda tanto su vulgar oportunismo mercadológico como su ausencia de originalidad, ya que el desarme completo atómico fue fijado hace mucho por el propio TNP y forma parte de sus famosos tres pilares (con la antiproliferación y el desarrollo pacífico de la energía nuclear).

Cuando se advierte que el Cero nuclear global de Obama resultó una redundancia infortunada del TNP, los mismos especialistas estadunidenses en asuntos atómicos han puntualizado que el presupuesto proyectado para 2011 supone un importante incremento de los gastos de mantenimiento de su complejo armamentista-nuclear.

La finalidad del incremento del excesivo financiamiento atómico sirve para crear una matriz experimental que elabore nuevos tipos generacionales de armas nucleares, lo cual ha sido expuesto por los planes de Estados Unidos para modernizar y construir nuevos sistemas de lanzamiento atómico (delivery system), específicamente prevista en la prolongación de los plazos de fabricación de LGM-30 Minuteman –ominosos misiles balísticos intercontinentales (ICBM, por sus siglas en inglés)– hasta el periodo 2020-2030, y que se complementan con cohetes de lanzamiento submarino (Trident) hasta 2040, mientras se confeccionan nuevos bombarderos estratégicos de largo alcance que transporten bombas nucleares.

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Barack Obama, presidente de Estados Unidos, durante una conferencia de prensa el jueves pasado en la Casa BlancaFoto Reuters

Las presentes condiciones de los arsenales atómicos estadunidenses y su mantenimiento no exigen tales desproporcionadas inyecciones financieras, cuando existe una moratoria de facto de las pruebas que controlan su potencial.

Al unísono, Estados Unidos plantea reducir asombrosamente 40 por ciento los gastos para desmontar y remplazar las armas, lo que en la práctica retarda su desmantelamiento y otorga un plazo adicional para el almacenamiento de armas atómicas, lo cual forma parte de la espina vertebral de la firma reciente del START II.

Otra anomalía del Cero nuclear global de Obama subyace en el destino del simultáneo paraguas que Estados Unidos brinda a sus aliados de quienes ha conseguido la renuncia a poseer armas atómicas. ¿Cuál es el propósito, entonces, del tan desdichado paraguas nuclear?

Todavía no se implementa la resolución de 1995 de la conferencia de revisión quinquenal del TNP sobre la creación de una zona libre de armas de destrucción masiva en el Medio Oriente, concomitante a sus sistemas de lanzamiento (delivery system), lo cual puso en riesgo la turbulenta conferencia que acaba de concluir el 28 de mayo, debido a la inimputabilidad atómica de Israel que cobijan Estados Unidos y algunas potencias europeas sometidas a los dictados del sionismo financiero global.

A nadie escapa la parálisis del proceso de paz en Medio Oriente, que impide la creación de una zona libre de armas nucleares y a lo que ha contribuido la flagrante parcialidad estadunidense, que coloca en primer plano la supremacía eterna de la seguridad de Israel, lo cual, naturalmente, encubre los propios intereses estratégico-militares del Pentágono (v. gr. controlar los hidrocarburos en el arco de la crisis), y contempla además conservar sus manos libres y sus opciones abiertas para librar una guerra contra Irán.

En estas circunstancias del incremento del presupuesto anualizado y de la prolongación del horizonte cronológico para el desarrollo de nuevas armas atómicas con sus respectivos sistemas de lanzamiento (delivery system), lo más probable es que Estados Unidos busque contar con una permanente base de avanzada en Medio Oriente para su aviación estratégica, que sea capaz de transportar armas nucleares y ponga en jaque primordialmente al RIC (Rusia, India y China) acercado y cercado en el radar del golpeteo atómico disuasivo de Washington.

¿Cómo, entonces, conciliar tantas inconsistencias, discrepancias y disparidades entre la retórica seductora del Cero nuclear global con los desgarradores actos unilaterales estadunidenses?

Sin contar el reciente despliegue estadunidense de misiles Patriot en Polonia, a 80 kilómetros de la frontera rusa (Ria Novosti; 27/5/10), ni el desprecio de Israel (que posee entre 200 y 600 bombas nucleares clandestinas) a firmar el TNP, una grave contradicción del fresco documento final del TNP (firmado consensualmente por 189 países, entre ellos Estados Unidos e Irán, pero no por Israel) consiste tanto en convocar a una conferencia en 2012, en la que participarán todos (sic) los países de Medio Oriente, como en reclamar el establecimiento de una zona libre de armas nucleares y de todas las armas de destrucción masiva, mientras Estados Unidos e Israel amenazan librar una guerra contra Irán. ¿Por fin?