DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   31 DE MAYO DE 2010
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Principales características biológicas de las tortugas marinas
Martha Harfush

La contaminación de los mares y las tortugas marinas: una interacción silenciosa, pero con efectos visibles
Annelisse Bárcenas Ibarra

No es una, no son diez… es la arribada
Ernesto Albavera Padilla

Baja California conquistando el movimiento ambiental
Giuliana Schroeder

Evolución y conservación de las tortugas marinas: el papel de la genética molecular

Dinámica poblacional de tortuga blanca en el estado de Campeche
Vanessa del Carmen Matos Méndez

Tortugas marinas en Bahía de Banderas

El autoinjerto en crías de tortuga marina como una herramienta de conservación
Suelmy Aracely González Chic


Correo electrónico:

[email protected]

  

Principales características biológicas de las tortugas marinas

Martha Harfush
Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
Centro Mexicano de la Tortuga
Correo electrónico: [email protected]

Las tortugas marinas son reptiles, lo mismo que los cocodrilos, las iguanas, las lagartijas y las serpientes. Todos los reptiles tienen la piel cubierta de escamas; esto no es fácil imaginarlo, porque por lo general vemos a la mayoría de ellos con una piel lisa y suave.

Los reptiles también comparten otras características; por ejemplo, ponen huevos, los cuales tienen que depositar para ser incubados en tierra aunque vivan en ambientes acuáticos. Tienen pulmones, por lo que no pueden respirar bajo el agua. Son organismos de sangre fría, es decir, que no pueden regular su temperatura corporal y necesitan de elementos externos para ello. Sus extremidades se ubican en forma lateral al cuerpo; esto último es a lo que deben su nombre, ya que la disposición de su estructura ósea hace que repten (se arrastren).

Esto marca una diferencia importante con los mamíferos, cuyas extremidades se ubican hacia abajo, lo cual representa menor gasto de energía para el desplazamiento ya que el peso del cuerpo en buena medida es soportado por huesos y no por músculos.

Las tortugas marinas son carismáticas y, por qué no decirlo, hermosas; por eso no nos extraña que llaman la atención de personas de todas las edades y ocupaciones. Aun así, lo que se sabe de ellas en realidad es poco. Eso ha dado pie a que se difundan muchos mitos alrededor de estos legendarios animales, como la muerte del macho después del apareamiento o el llanto de las hembras al depositar sus huevos por la tristeza de abandonarlos, sólo por citar algunos ejemplos. Desde luego, esto no tiene absolutamente nada que ver con la realidad.

Cualquiera imaginaría que por ser organismos con caparazón rígido se pueden meter y refugiar dentro de él cuando se sienten en peligro, sin embargo no es así. Las tortugas marinas no pueden retraer ni su cabeza ni sus extremidades, como lo hacen las tortugas de tierra y las dulceacuícolas. Las marinas carecen de algunos huecos de su cuerpo para que sea más compacto (hidrodinámico); así, su desplazamiento en el agua es más rápido y les requiere menos energía.

Y vaya si esto es importante, tratándose de organismos que realizan movimientos migratorios que pueden ser de miles de kilómetros. En cuanto a velocidad en el agua, se ha estimado que en sus migraciones la tortuga cahuama puede desplazarse de 20 a 40 kilómetros por día, e incrementarse hasta 80 en un área de corrientes. Para la tortuga verde se ha documentado una velocidad crucero (digamos, de desplazamiento normal) de 1.5 a 3 kilómetros por hora. A simple vista puede parecer poco, pero tomemos en cuenta que no es lo mismo moverse en el agua que fuera de ella.

Por otra parte, las tortugas marinas tienen diferentes niveles de resistencia para contener la respiración (apnea) durante sus inmersiones.  Si están en reposo pueden permanecer bajo el agua hasta cuatro o cinco horas. Sin embargo, si están en movimiento se estima que pueden estar hasta una hora bajo el agua. Desde luego, si están nadando rápidamente, ya sea porque estén estresadas, buscando alimento o huyendo de algún depredador, su apnea se reduce considerablemente.

Las tortugas marinas pasan prácticamente toda su vida en el mar. Sólo hay dos circunstancias por las cuales se podría ver a una de ellas en la arena de una playa; una es, desde luego, al momento de romper el cascarón y transitar de su nido al mar. La otra se refiere únicamente a las hembras cuando salen a depositar sus huevos en la arena. El resto de su vida se les puede observar sólo en el mar. Por su condición de animales de sangre fría es mucho más común observarlas en aguas cálidas o tropicales, aunque también se pueden llegar a ver algunas que alcancen a internarse en aguas más frías.

Las migraciones de estos reptiles pueden ser extremadamente largas, inclusive de un continente a otro. Hace no mucho tiempo esto se podía saber por las marcas que se colocaban en algunos individuos, mismos que luego eran vistos en otras regiones. En la actualidad, la tecnología  permite registrar durante muchos meses la trayectoria que va siguiendo una tortuga durante sus movimientos. Gracias a esto, se pudo confirmar el viaje de más de 12 mil kilómetros que realizan las tortugas cahuamas del Pacífico que nacen en playas de Japón, en Asia, cruzan todo el océano Pacífico para llegar a la península de Baja California, en América, para alimentarse, crecer y desarrollarse.

Después de algún tiempo, ya con una talla mayor y a punto de alcanzar la edad adulta, realizan el mismo viaje para regresar a sus playas de origen a reproducirse. En otros casos, como el de la tortuga laúd, se ha observado que viajan desde México hasta Chile. En las playas de arribada de tortuga golfina, por otro lado, se concentra un elevado número de individuos provenientes de distintas áreas de alimentación que llegan para aparearse y desovar. La tortuga carey difiere en alguna medida de los hábitos migratorios de otras especies ya que no hace grandes movimientos. Muchos avistamientos de distintas especies han sido reportados por los observadores que viajan a bordo de los barcos atuneros, lo que ha hecho posible conocer las áreas por las que algunas especies de tortugas marinas se desplazan.

Cuando las hembras depositan sus huevos están rodeados de un líquido, conocido como mucílago, el cual además de lubricar durante el desove, se considera un bactericida y fungicida efectivo. Al momento de ser depositados en la arena, los huevos tienen cascarón con consistencia suave, pero conforme pasan los días éste se calcifica por lo que se hace  más firme. El periodo de incubación depende de la especie, además de otros factores como la temperatura y la humedad de la arena. Para algunas especies puede ser de 45 a 50 días, pero otras llegan a tardar hasta un poco más de 60 días.

El sexo de las tortugas se determina por la temperatura a la que un huevo es incubado, como sucede en otros reptiles. De este modo, las temperaturas más frías pueden favorecer la producción de un mayor número de machos y las más cálidas de hembras. Para cada especie hay una temperatura pivotal, o una temperatura a la que cada embrión tiene la misma probabilidad de ser macho que de ser hembra. Cuando la temperatura sale del rango propicio de incubación los embriones pueden morir.

A simple vista no se puede identificar el sexo de una tortuga marina hasta que está muy próxima a alcanzar la edad adulta. Una vez que alcanzan esta etapa es muy sencillo diferenciarlas, ya que a los machos les crece la cola y las uñas, mientras que las hembras no sufren ningún cambio.

Según muchos investigadores las tortugas marinas se empiezan a reproducir hasta después de los 25 años de edad, aunque las especies de talla más pequeña, como la golfina y la lora, se empiezan a reproducir a edad más temprana, alrededor de los 10 años. Sin embargo, estas dos especies tienen una expectativa de vida relativamente corta, alrededor de los 30 años, mientras que otras especies como la cahuama, la carey, la prieta, la blanca y la kikila, pueden vivir hasta 50 años; se cree que la tortuga laúd  puede llegar a vivir hasta los 80 años. Como vemos, no son tan longevas como algunas especies de tortugas terrestres que pueden llegar a vivir hasta 100 años.

La emergencia de las crías, una vez que han terminado el proceso de incubación y salido del huevo, es una escena fascinante. En principio se ve que la arena de la superficie se mueve un poco y de ahí, de pronto, sale una cabecita, después se asoma otra y otra; poco a poco van saliendo todas del nido, por un momento se quedan quietas, aletargadas.  Poco a poco se van moviendo para iniciar su recorrido hacia el mar.

Algunas hembras desovan cerca de la zona de mareas, otras anidan en la vegetación; la gran mayoría lo hacen en la parte húmeda de la playa. En la etapa de crías, justamente después de nacer y cuando están en la playa,  con rumbo al mar, las crías  son muy vulnerables, ya que es un área en la que hay muchos depredadores como zorrillos, mapaches, tlacuaches, gaviotas, zopilotes y otras aves. En algunas playas de anidación que están en las proximidades de asentamientos humanos, los perros y gatos domésticos también son un riesgo para las crías. Además el saqueo de huevos practicado por los humanos puede amenazar su población.

En la fase final de la incubación se pueden apreciar dos de las adaptaciones que han contribuido a la sobrevivencia de las tortugas. La primera de ellas es un pequeño diente filoso en el pico conocido como carúnculo, el cual utilizan para romper el cascarón y poder salir; casi de inmediato lo pierden, pues nunca más lo volverán a necesitar. Otra adaptación interesante es el saco vitelino, el cual podríamos ubicar en una posición igual al ombligo de los mamíferos y que será su fuente de energía durante los primeros días de vida.

Ésta es una adaptación crucial y se trata de un pequeño retraso en la absorción de los nutrientes de la yema del huevo durante la incubación; esto hace que al momento de salir del nido la cría aún conserve parte de esa fuente de energía, lo que le servirá para avanzar sin detenerse mientras cruza la zona costera, en donde se encuentra un número importante de depredadores. Por ello, vemos a las crías recién emergidas con movimientos muy rápidos y continuos, característica conocida como “frenesí natatorio”.

Podríamos decir que tienen prisa por avanzar, por lo que no es aconsejable que las crías sean retenidas una vez que emergieron del nido. Dado que en esta pequeña protuberancia en el vientre se concentra la principal fuente de energía de una cría, es común que algunos de los depredadores que hay en la playa, como aves y cangrejos, consumen casi exclusivamente su contenido y dejan sobre la arena a la cría ya sin vida.

Las tortugas marinas se han adaptado con aparente éxito ante los cambios que se van presentando en nuestro planeta. Como todos los que lo habitamos, hoy también enfrentan un enorme reto ante las transformaciones que se están manifestando por el cambio climático. Capaces de adaptarse, seguramente lo son; dado que estos cambios parecen estar sucediendo con cierta rapidez, la pregunta clave es ¿tendrán tiempo suficiente para hacer los ajustes necesarios?

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