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Si la Suprema Corte falla en nuestra contra, habrá que radicalizar el movimiento

SME continuará huelga de hambre en el Zócalo junto a transmisiones del Mundial
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Ex braceros se manifestaron en solidaridad con los electicistas despedidos de Luz y Fuerza del Centro. A las 10 de la mañana, cinco octogenarios iniciaron un ayuno de 12 horasFoto Arturo Campos Cedillo
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de junio de 2010, p. 9

El punto rojo del campamento del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) permanecerá en el Zócalo, pese a que ya se empieza a colocar en la Plaza de la Constitución el equipo para transmitir partidos del Mundial de Futbol Sudáfrica 2010.

Punto rojo llaman los integrantes del SME al lugar donde hace 42 días un grupo de 83 trabajadores inició una huelga de hambre por tiempo indefinido para exigir la devolución de su empleo en Luz y Fuerza del Centro (LFC).

Han pasado casi ocho meses desde el decreto presidencial que dio por concluida la existencia de LFC, aunque, en los hechos, los mismos cables y transformadores siguen dando servicio a la zona central del país. También han transcurrido 42 días del inicio de este ayuno colectivo y mil horas desde que en el punto rojo sólo se ingiere agua, miel y suero.

Hasta ahora nada ha impedido que continúe la protesta. Ya pasaron por los ensayos, a medianoche, del grupo Jaguares, y aguantaron los altos decibeles del concierto contra la ley Arizona. También han compartido el espacio con otras protestas sociales y rechazaron la petición gubernamental para levantar esta manifestación.

Ahora han sido cercados con vallas metálicas para separar, en la medida de lo posible, la franja horizontal que ocupa el campamento del SME en poco más de un cuarto de la plancha de concreto, justo a 80 pasos de distancia de la puerta principal de Palacio Nacional.

Hasta anoche, 22 hombres y ocho mujeres mantenían la huelga de hambre, apoyados por cientos de compañeros que organizan el campamento.

Ante el entusiasmo por el Mundial, se espera que desde el próximo viernes acudan al Zócalo miles de personas, por lo cual el SME aceptó retirar las pequeñas carpas, circundantes al campamento central del plantón, donde estaban representantes de diversos departamentos de la extinta LFC.

Todos los electricistas, los del punto rojo y los del punto blanco (alrededor del campamento) mantienen la esperanza de que su movimiento dé frutos y de que hoy o dentro de pocos días se despierten ya sin sentir el agobio del desempleo.

Daniel Jesús, quien era operador de líneas aéreas, con 10 años de antigüedad en LFC, está en los alrededores del campamento. Viste su camisa color caqui, típica entre los electricistas, de las que ya no hay, de las que dejaron de confeccionarse.

Con el sol implacable del mediodía, reparte volantes, botea y vende pulseras rojinegras con el logotipo del SME y la leyenda Hasta la victoria siempre.

Para él, la oferta de liquidación fue de 182 mil pesos, pero la rechazó porque su hijo de 10 años, quien jugaba a ponerse la camisa caqui y presumirla a sus amigos le dijo: Papá, no te liquides, no seas traidor.

Adentro, de pie, está Ricardo Pérez, quien este sábado cumplió 37 días en huelga de hambre y 34 años de edad. Era operador de una grúa en LFC. Trae una gorra verde olivo, una playera con la imagen del Che Guevara. Conserva ideas claras acerca de fechas históricas. Detalla, por ejemplo, que el SME se fundó hace 95 años al calor del anarcosindicalismo. Luego esta organización tomó parte de la ideología comunista. Para 1936 ya tenía uno de los contratos colectivos más estables del país. Décadas después, en un viraje de 180 grados, se alió con el PRI en apoyo a Carlos Salinas de Gortari.

Luego, ante los amagos de privatización de la industria eléctrica, el SME tomó la bandera del nacionalismo revolucionario, pero nunca dejó sus raíces. El artículo tercero de sus estatutos dice: Que nunca más un hombre pueda apropiarse del trabajo del otro.

Ricardo rechaza entonces que sea un trabajador corrupto o perezoso porque, afirma, nadie con esas características defendería, como yo, con su vida, el empleo y su sindicato. Si la Suprema Corte falla en nuestra contra, habrá que radicalizar el movimiento.

Por ahora, lamenta que por debilidad física ya no pueda seguir leyendo asuntos de reflexión como el libro que dejó a medias: Entre la realidad y la utopía, de Adolfo Sánchez Vázquez.

Como otros, él firmó una carta responsiva en la que pide ser llevado al hospital sólo cuando esté en grave riesgo su vida. Mientras, asegura, mi objetivo es continuar, asomarme, de cerquita, a la línea (entre la vida y la muerte).