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El campamento de electricistas en huelga de hambre permanece en el Zócalo capitalino

Convive la protesta con la afición futbolera; todos, con derecho a manifestarnos: SME

En calma, sindicalistas y público compartieron el espacio durante el partido México-Sudáfrica

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Integrantes del SME mostraron mantas para difundir su protesta durante la transmisión del partido de futbol en el ZócaloFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Sábado 12 de junio de 2010, p. 13

El punto rojo –campamento del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en el Zócalo capitalino– no se movió ni un centímetro.

Nuestro objetivo no es chocar con los aficionados, sino coexistir. Todos tenemos derecho a manifestarnos, señaló Hugo, trabajador de líneas aéreas y uno de los responsables de las carpas del SME instaladas frente a Palacio Nacional.

Ahí, 17 hombres y siete mujeres hasta ayer continuaban en huelga de hambre, en protesta por la extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC), decretada el 11 de octubre pasado, exactamente hace ocho meses.

A un lado, pero en la misma plancha de concreto, arrancó el festival organizado por empresas privadas para la transmisión de los partidos de futbol.

Pantalla gigante, volumen alto y miles de aficionados estarán ahí los próximos días, deseosos de ver ganar –cuando le toque jugar– a la selección mexicana.

En el arranque del segundo tiempo del partido México-Sudáfrica una hilera formada por cientos de trabajadores delineó a su paso el perímetro de la Plaza de la Constitución, la cual resultó un espacio suficiente para dar cabida a la euforia futbolera y a la lucha de los electricistas por recuperar su empleo.

Entre jugada y jugada, los aficionados miraban el avance del tiempo, esperaban el gol de la escuadra azteca e igualmente, de reojo, veían los cartelones de los electricistas que esta vez se mezclaron con los banderines tricolores.

Vallas, mantas y globos

No hubo incidentes o choques; aficionados y trabajadores querían, en ese orden, disfrutar y hacerse escuchar. Los trabajadores aprovecharon el encuentro para hacer conocer su protesta. Primero, encima de las carpas, colocaron una enorme manta para informar al mundo que en la principal plaza de México un grupo de electricistas exige justicia. Atrás de la valla metálica que separa la algarabía futbolera de la protesta laboral, alzaron un globo blanco de unos ocho metros de alto en el que se lee: ¡huelga de hambre, solución!

Desde una de las entradas de la estructura que montaron empresas privadas para el International FIFA Fan Fest, dos electricistas, Roberto y Margarito, alzan carteles rojos con el logo del SME. Los aficionados tienen prisa por entrar a la plaza, pero sobre todo, mucha ansiedad por ver que gane su equipo. Algunos reciben un volante del SME y lo guardan –tal vez al rato lo lean–; otros, sin detener el paso, les dan una sonrisa o alzan el pulgar en señal de aprobación.

Roberto y Margarito continúan alzando el cartelón. Ambos son linieros, quienes al igual que otros 17 mil trabajadores de LFC decidieron no aceptar la liquidación laboral.

Como tantos otros que la mañana de este viernes estaban en el Zócalo, los electricistas llaman a reflexionar –no queremos goles, queremos frijoles. Calderón se va al mundial y el pueblo sin tragar, gritan a cada paso–, pero también le echan un vistazo al encuentro deportivo.

“Los electricistas son como muchos otros mexicanos: se apasionan por el fut y creen en el mito guadalupano; cada quien su rollo”, cuenta Ricardo, uno de los trabajadores que ayer cumplió 43 días en huelga de hambre.

“Pero si te fijas –añade–, durante el partido le bajan a la protesta; el futbol es una pausa en la lucha diaria por sobrevivir y también una pausa para la lucha social”.

Llega el silbatazo final y el apuro por salir del Zócalo. No hay nada que festejar. El empate no detonó alegría. Los aficionados avanzan hacia el Metro y, a su paso encuentran una botarga que mandaron hacer los del SME.

Es del presidente Calderón, vestido de militar. En el monigote, recaen todos los reclamos, los insultos y hasta la foto del recuerdo. Chale, empate, dicen unos muchachos de secundaria que se suman al desquite y se le van a mochilazos al Calderón.