Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de junio de 2010 Num: 797

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El verdadero patriota argentino
LAURA GARCÍA

La pasión de Concha Urquiza
JAVIER SICILIA

Breve antología
CONCHA URQUIZA

Cine y zapatismo
JUAN PUGA entrevista con ALBERTO CORTÉS

Las güeras, de José Antonio Martínez
INGRID SUCKAER

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Manuel Stephens

Homenaje

En 1985, el maestro Felipe Segura –bailarín, coreógrafo e investigador– creó el reconocimiento Una vida en la danza. Segura afirmaba:  “La importancia de plasmar la trayectoria de quienes se hacen merecedores a este homenaje la reflejan [las líneas]… que deja para las futuras generaciones, [huella] del cúmulo de actos, de sacrificios, de logros, de retos vencidos y de vicisitudes a las que en el trabajo diario se han tenido que sobreponer quienes han dado su existencia [al] consagrar y resolver su ser como una vida dedicada a la danza.”

El reconocimiento, otorgado por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón (CENIDID), dejó de entregarse cuando falleció el maestro Segura en 2004. Por iniciativa de Elizabeth Cámara, directora del CENIDID, y sus investigadores, se tomó la decisión de retomar el homenaje, argumentando que “no sólo rinde tributo a sus personajes más renombrados, sino también crea archivos documentales que sin duda proporcionan valiosa información en beneficio de futuras investigaciones y sirven como material de consulta para quienes se acercan a solicitar información e imágenes sobre los protagonistas de nuestra danza en sus diversos géneros”.

En danza moderna-contemporánea los homenajeados fueron Yolanda Moreno, Isabel Hernández y Tonio Torres, y de manera personal hubiera incluido en esta categoría a Farahilda Sevilla.

Yolanda Moreno inicia su carrera en 1950 con su ingreso a la Academia de la Danza Mexicana, en donde a los pocos meses se integra al Ballet Mexicano, entre cuyos miembros se encontraban Guillermo Arriaga, Evelia Beristáin, Martha Bracho, Valentina Castro, Xavier Francis y Bodyl Genkel, entre otros, es decir la plana mayor que inaugura la segunda mitad del siglo XX. Posteriormente formó parte del Teatro Popular de Masas, constituido por grandes contingentes que se presentaban en espacios alternativos. Fue miembro del Nuevo Teatro de Danza, dirigido por Francis, y después incursionó en la danza folklórica, especialidad en la que ha fundado escuelas y ha realizado investigación.

Uno de los grandes bailarines mexicanos es Tonio Torres. Bailarín nómada, Torres ha trabajado como intérprete y maestro en diversos estados de la República: San Luis Potosí, Xalapa, Monterrey, el Distrito Federal y actualmente en Aguascalientes. De él se han dicho los más elogiosos comentarios, Anna Sokolow, por ejemplo, dijo que Torres “es un poema”.  Y qué mejor prueba el hecho de que Michel Descombey compuso para él La muerte del cisne (1982). Además el bailarín ha sido, nos dice Margarita Tortajada, “personaje central en el proceso de profesionalización y difusión de la danza escénica, así como del reconocimiento social que esta rama del arte y profesión ha conseguido en los últimos cuarenta años en el país”.


Farahilda Sevilla

Isabel Hernández es una de las personalidades más queridas y admiradas por la comunidad dancística. Isabel se inicia en Ballet Nacional para después –por motivos personales– incursionar en la farándula. Esto da como resultado que adquiera una visión ecléctica de lo que debe ser la formación del bailarín, quien debe alejarse de fundamentalismos. Espacio del Alba, escuela que fundó y en la que sus alumnos afirman con enorme y sincero agradecimiento que fue donde verdaderamente aprendieron a bailar, tenía como premisa que “entraba el que quería moverse y aprender a cualquier edad”. Otra de las características de Isabel como maestra es que su clase es personalizada frente a las necesidades de cada alumno: “Cuando abrió Espacio del Alba –cuenta Miguel Mancillas– descubrí que como maestra lograba personalizar la enseñanza […] ella me enseñó a bailar, a descubrir el movimiento, a descubrir mi Yo en movimiento.”

Con una férrea formación en técnica clásica rusa, Farahilda Sevilla, sin embargo, es una figura muy importante dentro del movimiento independiente de danza contemporánea. Su escuela Jitanjáfora ha sido un espacio de experimentación y vanguardia por el que han pasado Bodyl Genkel, Juan José Gurrola y Abraham Oceransky, entre otros. Sus estudios de Antonin Artaud y su interés por la teatralidad la llevan a fundar, en 1986, Teatro del cuerpo, una agrupación emblemática de la danza contemporánea. Son memorables los cuatro opus de la serie coreográfica La folía y los dos de Cuatro Narcisos.

Estas cuatro personalidades formaron parte de un total de veintiséis homenajeados, algunos de ellos in memoriam. Es de celebrarse la segunda época del homenaje Una vida en la danza.