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El momento de Colombia

Por el narcotráfico, México va a perder la estabilidad institucional, opina la senadora

Santos terminará negociando con la guerrilla: Piedad Córdoba

El bombardeo en territorio de Ecuador, para reventar negociación sobre canje de rehenes

En marcha, movilización para encarar la cultura de la militarización, dice en entrevista

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Juan Manuel Santos y Antanas Mockus, candidatos a la presidencia colombiana, durante sus actos de cierre de campaña, ayer, en las ciudades de Medellín y Bogotá, respectivamenteFoto Reuters
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 14 de junio de 2010, p. 35

Bogotá, 13 de junio. Siempre a contracorriente, la senadora liberal Piedad Córdoba es una convencida de que el próximo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, duro y belicista como su antecesor Álvaro Uribe, con los mismos compromisos con las mafias del paramilitarismo que el actual mandatario, terminará por ceder y abrir la puerta a una negociación política con las FARC y el ELN.

Ésta es su teoría: Un elemento muy importante para forzar la coyuntura va a ser la presión de los gobiernos de la Unidad de Naciones Sudamericanas (UNASUR). Acuérdese que Santos tiene una orden de captura internacional, dictada por un juez ecuatoriano, por haber ordenado el bombardeo de Sucumbíos. Mi opinión es que la intención del viaje reciente a Quito y Bogotá de los Clinton (Hillary, la secretaria de Estado, y su marido Bill, muy amigo de los Santos y con negocios en la industria petrolera colombiana) fue lograr que el presidente ecuatoriano le retire la demanda a su aliado. Eso tal vez ocurra, pero a cambio de lo que los presidentes de la región van a exigirle como mínimo: un compromiso para que comience la negociación.

Feminista y afrodescendiente, siempre distinta con los pañuelos de colores con que envuelve sus cabellos trenzados y su discurso contestatario, la figura de Piedad Córdoba es casi una rúbrica cuando se trata de las llegadas de los rehenes secuestrados por las FARC en el momento de ser liberados.

Satanizada por su interlocución con las FARC, ahora también es temida porque se ha convertido en interlocutora de los jefes paramilitares presos en Estados Unidos en la negociación por revertir las extradiciones decididas por el presidente Álvaro Uribe. El trato es: regreso a cárceles colombianas a cambio de la verdad histórica sobre las masacres y despojos de los últimos 20 años.

Ingrid por Simón Trinidad: el acuerdo que bombardeó Uribe

Elusiva con las entrevistas, finalmente acepta sentarse frente a una grabadora de La Jornada durante una reunión de amigos en su departamento bogotano, mientras en la cocina se oyen las risas de su nieta y su hija. Y suelta la primicia: “Esto no lo sabe casi nadie. Pero la razón por la que Uribe y Santos tomaron la decisión de bombardear el campamento de Raúl Reyes (quien entonces era el número dos de las FARC) en la frontera ecuatoriana fue para hacer fracasar una negociación que iba avanzando mucho en Estados Unidos para liberar a Ingrid Betancourt y a los tres estadunidenses y algo que no se ha dicho antes, a cambio de enviar a Colombia a Simón Trinidad y Sonia (dos comandantes de las FARC extraditados a Estados Unidos).

Yo hice la negociación. Conté con el apoyo de 80 abogados estadunidenses que me ayudaron con los detalles legales. Logré que el Departamento de Estado me permitiera visitar a Simón Trinidad asegurando que si lo hacían podían flexibilizar a las FARC para liberar a los estadunidenses. Y así fue. Incluso los abogados de Trinidad fueron a Ecuador a reunirse con Reyes. Suiza y Francia estaban en la negociación. Mientras, la cúpula de las dos guerrillas fue a Caracas a reunirse con Chávez y conmigo. Fue algo histórico, irrepetible. Se estuvo a punto de lograr un acuerdo para firmar la paz. Cuando Uribe se entera, lo revienta todo.

Lo que siguió es historia. El ataque a territorio colombiano costó la vida a 26 personas, entre ellas cuatro civiles mexicanos. La comunidad internacional perdonó rápidamente a Uribe. Los secuestrados fueron liberados en un operativo militar incruento meses después. Y la posibilidad de una salida política al conflicto militar se esfumó una vez más.

Alguien tiene que abrir la puerta

Pese a todo, insiste Córdoba, “yo mantengo abierta la puerta con el tema, porque mañana o pasado mañana, mucho más rápido de lo que la gente se imagina, tiene que llegar ese momento y la guerrilla tiene que tener espacios para llegar a la negociación. Personalmente creo en la vocación política de las FARC y del ELN. Qué susto decir eso, ¿no? Pero es asíº.

Todos los gobiernos progresistas de América Latina dicen que las FARC tienen que dejar la lucha armada. También lo creo. Y para eso es mi lucha. Pero lo que no es posible es creer que van a dejar las armas a cambio de un taxi o una diputación. Lucho porque los muchachos y muchachas que hoy están en la guerrilla puedan creer que su destino no es la muerte, sino que su futuro puede ser que sean ciudadanos. Veo más cercano el fin de la guerra, a pesar de esta etapa tan azarosa que estamos viviendo.

–¿FARC y ELN tienen esta idea en la mira?

–Las FARC tienen un planteamiento de 12 puntos, pero yo tengo uno más radical, más estructurado, más revolucionario. Hay que tener en cuenta que aquí se tomó la decisión de aislar a las organizaciones guerrilleras para que no se conociera lo que están proponiendo e impedir un debate.

–¿Eso no ha oxidado políticamente a las FARC?

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En imagen de archivo, Piedad Córdoba, quien ha participado como mediadora en la liberación de 12 secuestrados por las FARCFoto Ap

–No me parece. Bueno, la distancia oxida hasta el amor.

¡Atención, México!

La senadora Piedad Córdoba no pierde de vista la forma en que México se desliza por la pendiente que los colombianos ya recorrieron: México está viviendo lo que nosotros vivimos, pero potenciado, porque es mucho más grande y va a ser peor. Ojalá pudiera ir allá a hablar con ustedes de lo que hemos sufrido nosotros con lo del narcotráfico, dice. “Esta guerra no la van a ganar así. Por el contrario, van a perder la estabilidad institucional, el país jamás va a volver a ser el mismo. Si algo dañó a la sociedad colombiana fue la cultura del narcotráfico. Aquí, a la gente no le importa si matan a 100 si le garantizan que le dan un millón de pesos.

México, que es un país tan importante para América Latina, va a terminar con una cantidad de plata que se va a gastar en formar un Estado mafioso, con muchos más recursos para la guerra. La única oportunidad que tenemos todos de que esto no suceda en México es que se abra el debate para la despenalización. Tienen que dar pasos en ese sentido.

Piedad y los 15 máximos jefes paramilitares

–¿Es usted optimista, a pesar de que Juan Manuel Santos va a ser el presidente?

–Pueden pasar cosas que uno piensa que son imposibles. Por ejemplo, nunca pensé que algún día me reuniría con los 15 jefes paramilitares colombianos más importantes en sus cárceles de Estados Unidos. Y me reuní con ellos. Y conozco muchas de sus relaciones con los empresarios. Parece mentira, pero ser interlocutora con ellos, lo mismo que con las FARC y el ELN, me da elementos para posibilitar la paz.

“El conocimiento y la información dan mucho poder. El presidente me odia porque sabe que sus socios me lo contaron todo. Esto es útil siempre y cuando uno permanezca en la idea de construir escenarios de paz.

“Somos un grupo muy importante –entre ellos el padre Javier Giraldo, que es como nuestro monseñor Romero–, que nos hemos puesto a pensar cómo hacer cosas que van a producir la verdad. Vamos a ir a espacios como la Unasur para pedirles que exijan a Santos que se abran las puertas al intercambio humanitario (liberación de una veintena de rehenes a cambio de la liberación de guerrilleros de las FARC, que tienen actualmente cerca de 500 presos). El intercambio es la puerta a la negociación.

–¿Por qué esperar mayor apertura de Santos que de Uribe?

–Santos y Uribe se parecen en su vocación del poder y en otra cosa: ambos apelaron a recursos delincuenciales para hacerse del poder. Pero los dos tuvieron un error de cálculo y es que apostaron por el candidato de George Bush. Y ganó Barack Obama. Eso cambió la circunstancia.

–Ha actuado como mediadora en al menos 12 operativos para la liberación de secuestrados por la guerrilla. ¿Qué costo ha tenido para su carrera política?

–Digamos que el uribismo me odia por eso.

–¿Cómo logra tomar distancia del discurso dominante de la amenaza terrorista?

–Porque yo hago lo que mucha gente no hace: el congreso en la calle, en las regiones. Puedo decir que soy un caso sui géneris en la política de Colombia. Soy la única que habla de negociaciones, de una salida política al conflicto. Y soy la única que dice abiertamente que las FARC no son terroristas, sino que hay que sacarlas de la lista (de organizaciones terroristas mundiales). Y no me han matado. Mejor dicho, me han matado de otra manera. Pero no contaban con mi capacidad de resistencia.

Militarización y movilización popular

–¿Qué toca hacer ahora a los sectores democráticos frente a la cultura de militarización?

–Hay muchas posibilidades de crear un eje que cambie esta historia. Lejos de lo que la gente cree, sí se ha estado dando una movilización popular importante, poco visible porque este es un gobierno que mata a sus críticos y opositores. Pero en las universidades hay una masa crítica de jóvenes que movilizan al estudiantado. Se ha consolidado el movimiento popular negro del Pacífico con alguna relación con el Atlántico. Veo que hay un cambio de fondo en el movimiento afrodescendiente que tradicionalmente estaba coptado, sin mayores compromisos que reproducir el esquema clientelar de los partidos tradicionales. La gente de este movimiento empieza a hacer frente a las cuestiones de fondo del mismo modo como lo está haciendo desde hace años el movimiento indígena. Y ahora viene el sector sindical, que a pesar de la represión tan intensa que sufrió se está abriendo paso con nuevas organizaciones y nuevas alianzas en América Latina.

Nuestra idea es conformar con todo esto un frente amplio, una propuesta popular. Hay una serie de iniciativas en las que estamos trabajando muy intensamente. Después del 20 de junio vamos a arrancar esta movilización.