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El adiós

Imaginación, inteligencia brillante y curiosidad insaciable, entre sus virtudes: Luisa Valenzuela

El deceso causó fuerte impacto en los círculos intelectuales de Argentina

Se le recuerda como un hombre de discurso duro, acerado, que daba siempre en el blanco

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Entre aplausos, porras y gritos contra el gobierno, una multitud despidió a MonsiFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 21 de junio de 2010, p. 10

Buenos Aires, 20 de junio. La muerte del intelectual y cronista Carlos Monsiváis, descrito por el diario Página 12 como el último escritor público de México, dueño de una ironía feroz y de una curiosidad que lo hizo inclasificable... una fuerza de la naturaleza enamorado de su país, impactó fuertemente en los círculos intelectuales y periodísticos aquí.

Silvina Friera, de la sección Cultural de Página 12, señala en su crónica: “No faltará quien balbucee para conjurar la amargura ‘por mi madre, bohemios’, el título de la legendaria columna de este grandísimo hombre orquesta de anteojos gruesos, típica tonada mexicana susurrada por su timidez crónica, y pluma afiladísima”.

Al hablar sobre Monsiváis, la escritora Luisa Valenzuela dijo a La Jornada: Sin duda es una gran pérdida para México y América Latina. Me parece que hay tres elementos para considerar cuando se habla de Carlos Monsiváis: Imaginación, inteligencia brillante y curiosidad insaciable. Además de su generosa preocupación por su gente, siempre atento a las creaciones populares. Su imaginación estaba al servicio de causas populares. Yo quiero decir de él que era maravilloso, brillante y original, una mente cambiante, una inventiva sin límites.

Para el escritor Noé Jitrick, el autor de Días de guardar parecía superficialmente contradictorio, quizá por timidez. Aparecía como un personaje cerrado, pero era todo lo contrario. Su inteligencia siempre estaba despierta, transmitía calidez, memoria y lealtad amistosa. Nos parecía como muy mexicana su parquedad, pero sus ideas brotaban y se encadenaban unas con otras de manera brillante. Su discurso era duro, acerado; dando en el blanco siempre. Fiel a su ideología. Parecía increíble cómo los temas que lo atraían tenían ese nivel de preocupación por los demás y su originalidad era única, era sobresaliente en el campo periodístico. Yo siento esa pérdida en relación con el grupo que formamos alguna vez, en el que siempre encontrarnos era una fiesta con regocijo y humor. Éramos varios, entre ellos Margo Glantz y otros que ya no están, como Cardoza y Aragón y Monterroso.

Recordando a Monsiváis, la socióloga Alcira Argumedo relató sus encuentros con el escritor en el contexto de las reuniones del foro del Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (Nomic), entre los años 70 y 80. Allí pudimos ver esa mirada americana de Carlos Monsiváis, que enriquecía el debate. Él tenía una mirada lúcida sobre el potencial cultural de América Latina. Una mirada muy enriquecedora en momentos de revolución cultural. Si bien ya se veía venir la restauración conservadora, él tenía una visión cultural de la política que anunciaba algunos hechos que hoy están sucediendo, como la aparición de figuras de la talla de Evo Morales, en Bolivia. Era una mirada cultural que enriquecía también mucho lo ideológico, y eso permitía una gran creatividad en los enfoques. Fue ése un tiempo de brillo para América Latina, y él fue uno de los que abrieron caminos.