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Después de 34 años testigo entrega lista de 293 casos de secuestro

En vísperas de determinar origen de sus adopciones, dueña de Clarín se va a EU
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 22 de junio de 2010, p. 21

Buenos Aires, 21 de junio. La propietaria del periódico Clarín y del grupo de medios del mismo nombre, Ernestina Herrera de Noble, se fue del país hace más de mes y medio y se encuentra en Estados Unidos, se conoció aquí en momentos en que se espera el resultado de análisis genéticos para determinar si sus dos hijos adoptados en plena dictadura militar (1976-1983) son o no menores robados por los militares a desaparecidos.

Fuentes de Migraciones de Uruguay confirmaron que entró a ese país el 3 de mayo pasado y dos días después partió hacia Estados Unidos, según informó el diario Miradas al Sur.

Desde hace ocho años Abuelas de Plaza de Mayo demandan identificar si Marcela y Felipe Noble Herrera son hijos de desaparecidos, después que una investigación anterior evidenció la serie de irregularidades en las actas de adopción de los entonces bebés.

Ahora existe una nueva inquietud entre las Abuelas y otros organismos ante esta ausencia de Herrera de Noble y el silencio que la rodea.

En tanto, un testigo en un juicio contra responsables de delitos de lesa humanidad, que se realiza en Tucumán, Juan Carlos El Perro Clemente, quien estuvo secuestrado durante la pasada dictadura y luego trabajó para la policía, entregó a la justicia tucumana una lista de 293 casos de secuestro.

Clemente era resistido como testigo por los abogados querellantes por haber estado secuestrado y luego trabajar en la policía, y también por la defensa de los imputados, entre los que figuran también el ex jefe del Tercer Cuerpo del ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y dos policías.

Nadie imaginó que su relato ante los jueces causaría conmoción y menos que iba a entregar estos verdaderos memorandos del terror.

Durante 34 años mantuvo esa documentación en secreto porque no confiaba en nadie y vivía permanentemente amenazado. Dijo que tener esos libros era pena de muerte; por eso los envolví en plástico y los escondí bajo un entrepiso. Expresó sentirse en paz.