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El Domador
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Una de las imágenes con temática circense creadas por Vicente Rojo, para acompañar los poemas de José Emilio Pacheco, en el libro Circos, coeditado por El Colegio Nacional y Era, cuya fotografía y diseño estuvo a cargo de Vicente Rojo Cama
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de junio de 2010, p. a11

Con autorización de Ediciones Era, ofrecemos a nuestros lectores estos dos poemas de José Emilio Pacheco, así como la fotografía de una de las obras de Vicente Rojo. Estos materiales forman parte del libro Circos, de ambos autores, el cual será presentado este sábado y que ahora publicamos a manera de adelanto

El Domador dice que no:
él no tortura a sus bestias.
Su método infalible es la persuasión,
su recompensa el cariño.

El Domador se muestra como un tirano benévolo.
Con mano ya perlada por la vejez,
acaricia indolente unos cachorritos.
Es el espíritu del orden.
Cada cual tiene su lugar
bajo esta carpa y en las jaulas de afuera.

“Sólo trabajo para el placer de mi público;
y lucho por el bien de mis animales.
Sin la misericordia de este Circo
ya los habrían cazado. Serían tal vez
pieles de lujo en un aparador
o simples organismos de sufrimiento
en los laboratorios del infierno.

“En mi Circo no existe ley de la selva.
Viven en paz. Se encuentran protegidos
por mi benevolencia, a veces exigente.
No podría ser de otra manera.

“Ahora observen la cara de mis bestias.
Sólo les falta hablar; si pudieran hacerlo
entonarían a coro mi alabanza.

“Con gusto posaré para sus fotos.
Me encanta retratarme con las panteras,
ver cómo tiembla el tigre cuando empuño mi látigo.

¿Pueden negarlo? El Circo es el Estado perfecto.

Cuando él termina de hablar
el silencio no colma el Circo:
se oyen protestas entre rejas.

La Trapecista

José Emilio Pacheco

La Trapecista encarna el drama del amor
y está siempre en manos del aire.

La Trapecista no comparte el estigma:
ser de la tierra y regresar a la tierra:
vivir atados al polvo
por la ley de la gravedad y por la pesadumbre del cuerpo.

La Trapecista actúa siempre con dos
pero nunca se queda con ninguno.

Se hunde y vuela en la noche en donde no hay red.
Su cuerpo se hace vida ante la muerte.

La Trapecista es el deseo que se va.
Se halla al alcance de la mano y escapa.

Alta como una estrella en su desnudez,
su arte de estar presente se llama ausencia.