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Anuncia una función a tres pistas en la Galería López Quiroga, en Polanco

Sin la magia, la creación estética no existe, dice Vicente Rojo

Incluye la presentación del libro Circos, con poemas de José Emilio Pacheco y construcciones del artista, una muestra con 50 gouaches y una colectiva con imágenes circenses reales

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Vicente Rojo durante la entrevista con La Jornada. Al fondo, las obras que expondrá a partir de este sábadoFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de junio de 2010, p. a10

De su sombrero de mago, Vicente Rojo extrae sorpresa tras sorpresa con el propósito de organizar una función a tres pistas que mañana tendrá lugar a las 12 horas en la Galería López Quiroga.

El programa se anuncia así: presentación del libro Circos, con poemas de José Emilio Pacheco y construcciones de Vicente Rojo; Circo dormido, exposición de 50 gouaches de pequeño formato de Rojo, y Piruetas, luces y maromas, muestra fotográfica colectiva con imágenes reales de circo de Héctor García, Graciela Iturbide, Hermanos Mayo, Antonio Caballero, Mary Ellen Mark, Erich Lessing y Fernando Bastón, así como autores anónimos.

Circo de noche, conjunto de 12 poemas de Pacheco publicado en el libro El silencio de la luna (Ediciones Era, 1991), fue la premisa. “Desde que leí esos poemas –dice Rojo– me quedó la idea de acercarme a ellos, aunque fuera un tema que no se integraba a mi trabajo. Claro, tenía que hacer algo con un tono diferente. Y como no creo en la ilustración ni de la poesía ni de la novela ni de la literatura, cuando he hecho algo así en otros libros lo he llamado siempre imágenes”.

Los poemas son El domador, La trapecista, Payasos, Boro, Siameses, Fenómenos, El contorsionista, Las pulgas, El hombre-bala, El autómata, El ilusionista y Las jaulas.

Cuando Rojo pensó que podía aproximarse a los textos de Pacheco, aparte de hablar con él y pedirle que me permitiera hacerlo, no quise hacer las imágenes tradicionales sobre papel o tela. Pensé que podía construir una especie de escenarios, como dioramas, para recrear las imágenes de los poemas de José Emilio por medio de fotografías de esas maquetas.

Desde un principio, el artista pensó en un libro y entonces propuso la publicación a El Colegio Nacional, del que es miembro, y Ediciones Era.

Los poemas de Circo de noche, dice Rojo, “son de una fuerte intensidad –eso que el simple tema del circo es un espectáculo atractivo para muchos, sobre todo niños–, porque hay allí un trasfondo dramático que José Emilio refleja muy bien.

“Mi intención fue acompañar los poemas, pero de modo que esas imágenes se convirtieran en una segunda parte del texto de José Emilio. Pensé que estas construcciones se fotografiarían con luces nocturnas, especiales, para reflejar el ambiente cuando los personajes del poeta ya han actuado.

“De allí el título Circo dormido, porque en las imágenes el espectáculo y el mundo que representa, ya ha terminado.”

Las 14 maquetas (incluidas dos carpas adicionales) se exhiben en la exposición de la Galería López Quiroga (Aristóteles 169, colonia Polanco), con todas las irregularidades de su propia construcción y sin el carácter de nocturnidad, de reposo, de sueño y de misterio que tienen las fotografías hechas por Vicente Rojo Cama, hijo del artista, responsable del diseño del libro.

Rojo Cama aprovechó una serie de elementos visuales para enriquecer el trabajo de su padre de modo que el libro adquiriera una visión nocturna para “compartir el Circo de noche de José Emilio con mi Circo dormido”.

–¿Qué representa para usted el circo?

–Los que me gustaron e impresionaron fueron los poemas de José Emilio. Es obvio que uno de niño, y con mis propios niños, ha ido al circo. Me gusta –lo he dicho otras veces– pintar de memoria, de recuerdos. Deseaba recordar ese circo y eso no quita que por simple curiosidad hayamos ido un par de veces a ver funciones circenses.

Interés por el juego

Vicente Rojo realiza la serie Escrituras, de allí que el proyecto sobre el circo es un paréntesis en su trabajo, no obstante que “de alguna manera Circo dormido se incorpora en Escrituras, por estar dentro de unas imágenes provenientes de la poesía, aunque el carácter y la intención son diferentes”.

En la muestra llama la atención una foto tomada por Haroldo Dies, en la que Rojo, acompañado de Pacheco, trae una nariz de payaso. Respecto de la imagen de seriedad siempre asociada con su persona, el artista indica: Esa es una parte, aunque en mí no se vea. Siempre ha existido la intención de que exista en mi trabajo. En muchas cosas el juego es muy obvio, pero es algo que me interesa mucho.

La segunda parte de función a tres pistas es la muestra Circo dormido, compuesta de los gouaches que no están en el libro, pero que el artista realizó en paralelo a la construcción de los escenarios, más o menos con los mismos temas de José Emilio y con elementos de la carpa: redes, sombreros, tambores, trapecios, jaulas. El colorido de los gouaches corresponde al tema en cuestión, explica.

–¿Con qué frecuencia emplea el gouache?

–Es una técnica muy libre que permite poner y quitar colores de modo permanente. Eso me gusta mucho. Curiosamente el libro Escenarios (1996), que hice con José Emilio Pacheco también eran gouaches, pero sin color. Cada vez que hago algo en pequeño formato por lo general es con gouaches.

–En esta exposición, ¿rompe con abstracción y geometrismo?

–Sí. Hay elementos que se reconocen con facilidad, pero son con los que he trabajado; los geométricos que desde luego siempre han sido considerados abstractos, pero para mí son concretos. Nada hay más figurativo, real, que un triángulo, un cuadrado, un círculo, un cubo, una esfera, un cono. Son formas que nos acompañan todos los días, sin las cuales no podríamos vivir, ni siquiera sentarnos.

–De encarnar un personaje de circo, ¿cuál sería?

–El mago. En toda creación artística hay cierta magia. Es más, sin ella no existe esa creación.

La exposición, por cierto, abre con una chistera que lanza estrellas y luces.