Opinión
Ver día anteriorMartes 29 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

La voz de un profeta moral

Los vaticinios para Ebrard y AMLO

D

ecir que el análisis está equivocado sería un error, pero ignorarlo del todo no parece lo mejor. El pasado día 15, en el Centro de Convenciones de Tlatelolco, René Bejarano enterró las aspiraciones de Ebrard: A Marcelo no le alcanza con el pobre y mediocre equipo que tiene. Si acaso, dijo a sus huestes reunidas en aquel salón, llegará a ser senador o tal vez presidente de la agrupación Alcaldes del Mundo.

No se quedó allí, sentenció que en las elecciones del mes que ya casi entra la izquierda será derrotada. Y de alguna manera explica la derrota a partir de la pésima presidencia de Jesús Ortega en el PRD, quien, según dijo, debe dejar el cargo para que lo ocupe Dolores Padierna, ni más ni menos. También advirtió que Andrés Manuel López Obrador no tiene ninguna esperanza con el PT, al que descalifica.

Luego, como si los que lo escuchaban no pensaran, les dijo que el remedio es la unidad bajo el mando de Padierna, pero con el concurso de todos los grupos del PRD, incluido Nueva Izquierda, de Jesús Ortega. Es decir, lo mismo pero con Dolores a la cabeza. Aseguró que ésa es la fórmula para devolver el PRD a López Obrador.

Para muchos de sus seguidores esa noche Bejarano perdió la confianza que buena cantidad de ellos le profesaban. Sus razones estaban en el discurso. Para empezar, parece que Padierna no cuenta con todas las simpatías de los militantes de Izquierda Democrática Nacional, la tribu que René comanda.

Otros aseguran que la lejanía con López Obrador lo dejó fuera de la realidad. Para el que fue líder nacional del PRD lo que suceda en ese partido no está dentro de sus prioridades, por el contrario, con su trabajo de proselitismo, que lo ha llevado hasta los lugares más recónditos del país, ha construido una estructura paralela a ese partido, y con el PRD o sin él, ese quehacer político le ha permitido tejer una red que le será necesaria a cualquier organismo que pretenda hacer algo para las elecciones de 2012.

En este otro análisis también se le critica su postura frente a Marcelo Ebrard. Aunque advierten que es verdad que el equipo de campaña del jefe de Gobierno ha errado en su labor, de ninguna manera lo descartan. Muy especialmente señalan que el apego de Ebrard a los líderes del PRD en funciones, más que llevarle simpatías, le ha creado problemas de credibilidad.

Y es que parece que nadie en su equipo le ha dicho que el desprestigio, en política, se pega con mucha facilidad, y que Ortega y compañía son lastres, más que alas. El apoyo a las alianzas que parecen no tener ningún futuro es considerado un error mayúsculo del jefe de Gobierno, porque aunque los chuchos tengan ahora el control del aparato burocrático del PRD, no cuentan con nada a nivel de tierra.

De cualquier forma, de lo que parece que nadie se da cuenta es que, aun con eso que parece el apoyo de Ebrard a Nueva Izquierda, lo que hace Marcelo en las visitas de apoyo a los candidatos de las alianzas es el mejor pretexto que encontró para hacer campaña en muchos estados de la República donde no se le conocía, pero su campaña real está fuera del PRD, aunque la estrategia pasa por apoderarse de ese partido, aun con Ortega al frente, y así, no se puede.

De pasadita

Hay veces que la poca inteligencia, la falta de talento o de información, cuando menos, nos vuelve incapaces de comprender ciertos hechos cotidianos a los que no les encontramos lógica. Y nos referimos al llamado a la solidaridad con la administración de Felipe Calderón, al que se unió, entre otras voces, la de Marcelo Ebrard. Y decimos incomprensible porque no entendemos a qué se quieren unir, porque hasta donde sabemos la causa principal de lo que sucede en el país se debe a un gobierno fallido que lo que debería hacer es frenar la violencia y mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, cambiar radicalmente las formas de actuar con la sociedad. La ecuación que los políticos no quieren entender es que la pobreza sólo crea violencia. Si a eso es a lo que se unen, ¡qué barbaridad!