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Comienza en Kaliste, Bohemia, una serie de conciertos para evocar al célebre compositor

Rinden homenaje a Mahler por 150 años de su nacimiento y su centenario luctuoso

Varios festivales europeos comenzarán actividades con programas dedicados al músico

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Gustav Mahler
Especial
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de julio de 2010, p. 8

Berlín, 6 de julio. El mundo de la música rinde homenaje a uno de los grandes compositores de la historia, revolucionario de la ópera y precursor de la modernidad, con motivo de su doble aniversario.

Una serie de conciertos comienzan en Kaliste, Bohemia (hoy República Checa), donde Gustav Mahler nació un 7 de julio, hace 150 años. y se prolongarán hasta el 18 de mayo de 2011, cuando se conmemore el centenario de su muerte.

En su natal Kaliste, Mahler será recordado por sus principales intérpretes, entre ellos el barítono estadunidense Thomas Hampson, cuyo recital a las 15 horas será trasmitido en Internet (www.medici.tv).

Por la noche, Hampson actuará al lado de la soprano sueca Anne Sofie von Otter y estará acompañado por la Orquesta de Cámara Mahler, bajo la dirección de Manfred Honeck.

Durante los próximos días varios festivales europeos comenzarán actividades con programas dedicados al compositor: Mahler Contemporary, en Austria; Mahler Music Weeks, en Italia, y la Biennale Bamberg, en el sur de Alemania. Pero sobre todo en ciudades como Kassel, Leipzig y Hamburgo, donde Mahler trabajó de director de orquesta su obra es el centro del programa de conciertos de la próxima temporada.

En Hamburgo, donde Mahler vivió de 1891 a 1897, tres orquestas interpretarán sus sinfonías pese a que siguen siendo un desafío musical tanto para el director como para la agrupación.

En Kassel, donde Mahler tuvo una estancia breve en 1883, el compositor será homenajeado con un festival en mayo de 2011. Falta sólo Leipzig, donde compuso la Primera Sinfonía y dirigió más de 200 conciertos.

Edición especial de su obra

Algunos de sus contemporáneos calificaban despectivamente la música de Gustav Mahler llamándola provinciana, por contener elementos populares y marchas militares y mostrar influencia judía.

Nacido en el seno de una familia judía, el músico fue testigo de las golpizas que propinaba su padre, un destilador de licores, a su madre, trauma infantil por el cual tuvo que pedir ayuda al explorador del alma Sigmund Freud, contemporáneo suyo.

Como ningún otro compositor de su época, Mahler expresó en su música el abismo de la existencia humana. Fue un precursor de su tiempo cuya obra comenzó a ser comprendida y apreciada mucho después de su muerte. Arnold Schönberg lo llamó santo y Leonard Bernstein redescubrió su obra en los años 60 del siglo pasado. Desde entonces no para el entusiasmo y frenesí que provocan sus interpretaciones, cargadas de una profundidad espiritual.

Con motivo del doble aniversario Deutsche Grammophon ha dedicado una edición especial a la obra completa del compositor austriaco, con una compilación de interpretaciones selectas en 18 cd. Entre ellas se encuentran las versiones de Abbado, Bernstein, Von Karajan y Sinopoli.

Viena, donde Mahler estudió, trabajó y fue enterrado, no podía faltar en las celebraciones.

La Sinfónica de Viena interpretará las nueve sinfonías de Mahler en las próximas temporadas; el Theatermuseum muestra la exposición Mahler y Viena y el Grand Hotel ofrece paquetes todo incluido.

Como director de la Ópera de Viena, el compositor revolucionó el género mediante el drama. Obligó a los cantantes a tomar clases de teatro y dejó al público impuntual esperando ante las puertas cerradas hasta el intermedio. Hasta entonces era costumbre que los espectadores entraran y salieran del recinto y comieran y platicaran durante el concierto.

Para Mahler el arte requería concentración, lo que le provocó adversarios, pero contribuyó a hacer de la Ópera de Viena un teatro de alto nivel, con uno de los públicos más exigentes del mundo.

Gustav Mahler emigró en 1907 a Nueva York, donde asumió el cargo de director de orquesta en el Metropolitan Opera. Despedirse de Viena, en medio de intrigas por su procedencia judía, le resultó fácil. Dicha ciudad no lo recuerda como a Mozart, quien ha sido eternizado hasta con trufas de chocolate que llevan su nombre.

En Viena no hay una calle o un souvenir que lleve el nombre de Mahler, aunque a sus exequias acudió una muchedumbre tal que las autoridades distribuyeron entradas.