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Antonio Rodríguez y Fabián Bretón refutan las aseveraciones del director Ricardo Miranda

Por criterios burocráticos el CNM pierde talentos, afirman profesores

Sí hay capacidad para aumentar la matrícula sin demeritar la calidad de la enseñanza, sostienen

La baja en el ingreso ha sido un exterminio cultural, afirman los guitarristas

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Antonio Rodríguez durante la entrevistaFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 11 de julio de 2010, p. 6

Debido a cuestiones burocráticas, en el Conservatorio Nacional de Música (CNM) se pierden talentos y, en contraste con lo que afirman las autoridades, el plantel sí tiene capacidad para aumentar la matrícula sin demérito en la calidad de los estudios que imparte.

Así lo afirman Antonio Rodríguez y Fabián Bretón, quienes imparten clases de guitarra –una de las carreras con mayor demanda– en esa institución.

Los dos profesores responden a las afirmaciones del director Ricardo Miranda, quien dijo a este diario en una entrevista publicada el pasado 3 de mayo, que no obstante la gran demanda por ingresar a esa escuela, la matrícula no debía crecer de manera descontrolada.

El funcionario explicó en esa ocasión que cuando Carlos Chávez y Mario Pani planearon la construcción del inmueble, en los años 50 del siglo pasado, soñaban con un plantel de 600 alumnos. Además informó que en 2007 había más de mil inscritos, pero que la matrícula se ha depurado, principalmente para abrir espacio en las tardes a las clases para niños.

Salvar, no extirpar

En entrevista con La Jornada, los docentes Rodríguez y Bretón refutan las aseveraciones de Ricardo Miranda y explican que el proceso de ingreso a la que se considera la institución de enseñanza musical de mayor prestigio en el país depende, principalmente, de criterios burocráticos, pues durante las inscripciones sólo quienes tienen la oportunidad y la suerte de llegar temprano para conseguir una ficha pueden presentar solicitudes de ingreso.

No se realizan, detallan los músicos, audiciones a todos los aspirantes como ocurre en casi todas las escuelas de esa disciplina en el mundo, lo cual hace que muchos talentos se pierdan, porque ni siquiera son escuchados; a veces por el solo hecho de no llevar la documentación completa quedan fuera del proceso de selección.

El director del CNM reconoció hace semanas que cada vez era más difícil entrar al Conservatorio, pero a eso apostamos: al talento, a la excelencia. Miranda aseguró que cada ciclo escolar se recibían unas mil solicitudes, pero que sólo se quedaba la cuarta parte. Por ejemplo, en canto, de 100 aspirantes se admiten 20 y sólo 18 en piano.

La institución tiene menos de 200 docentes y hay algunos, explican los entrevistados, que no tienen alumnos, porque asignan un horario que no le queda a nadie; el maestro da de baja al alumno porque no le pareció su trabajo y ya, se acabó el año escolar, sin dar clases. Sólo asisten cuando van a cobrar.

La baja en la matrícula, en opinión de Antonio Rodríguez, ha sido un exterminio cultural. No puedo estar de acuerdo con eso. He sido maestro por más de 30 años y para dar de baja a un alumno de mi clase es porque he agotado todos los recursos pedagógicos. Una baja, para mí, es una derrota. Y hablamos de cientos de alumnos del Conservatorio que se han ido en cuatro años.

–¿Están saturados por el número de alumnos los maestros?

–No, no y no. El crecimiento de la matrícula depende de varios factores. Primero, de la capacidad de las instalaciones, la cual se puede duplicar con una buena organización de horarios. No estoy de acuerdo con que el concepto de matrícula del Conservatorio implique volver a los años 50, porque la sociedad era otra, había otras exigencias educativas y culturales.

Del pasado podemos aprender, pero sin tomar como referencia los parámetros de hace 60 años para imitarlos, pues no cumplimos con la misión educativa que el CNM tiene asignada por la sociedad.

El guitarrista Rodríguez –cubano, con ocho años de vivir en México, quien fue director de la Escuela Nacional de Música de Cuba en los años 70– recuerda una charla que tuvo hace tiempo con la directora del Conservatorio Chaikovski de Moscú: “Le pregunté qué hacían cuando algún alumno talentoso no pasaba solfeo. Ella respondió: ‘le hacemos un examen’. Y si no lo pasa, insistí. ‘Pues otra vez le hacemos el examen’, dijo ella. Repetí la pregunta hasta que ella me dijo: ‘mire, maestro, lo vamos a estar examinando las veces que sean necesarias porque de aquí no me sacan a un alumno con talento. El talento es como una mina, una fuente, un recurso invaluable de la sociedad y nuestra misión es defenderlo y volverlo útil, graduarlo para el disfrute de todo el país, no podemos exterminarlo’”.

El catedrático señala que debe buscarse una solución institucional a los casos de estudiantes del CNM que por cuestiones económicas o profesionales quieren empezar a trabajar y sus horarios chocan con sus actividades.

Hay alumnos excepcionalmente talentosos que dejan de ir a una o dos materias por las razones anteriores y causan baja. En Cuba teníamos planes de estudio para alumnos regulares y otro para trabajadores. Siempre hubo solución para evitar dar de baja a un alumno con talento, es criminal hacerlo, añade Rodríguez, quien en este ciclo escolar atiende sólo a unos seis alumnos.

En la escuela de música que dirigió en Cuba, prosigue, el periodo de inscripciones duraba 15 o 20 días. El primer examen era de musicalidad, “para saber cómo era su oído, si podía reproducir sonidos, etcétera. Luego venían las pruebas de instrumentos y sicométrica (que por cierto no se hace en el CNM) y la entrevista a los padres.

“Después de todos esos parámetros se hacía el corte selectivo para cubrir la cifra que respondía a la necesidad real de captación de la escuela, no una cifra etérea que, en el caso del Conservatorio, nadie sabe de dónde sale.

Además, en la Escuela Nacional de Música de Cuba teníamos como misión captar alumnos de otras provincias para devolvérselos graduados. A veces nos llegaban chicos con el plan de estudios incompleto, con deficiencias en la interpretación del instrumento, pero había que devolverlos perfectamente formados, por eso hacíamos planes especiales para cada uno, para nivelarlos con el resto. Eso es un trabajo pedagógico que hacen las instituciones organizadas y con vocación de salvar, no de extirpar.

Decisión burocrática

Rodríguez lamenta que en México se empiecen muy tarde los estudios musicales y cuestiona la reducción del plan académico del CNM de 10 a ocho años: “Eso se puede hacer cuando la experiencia acumulada y los resultados lo avalan, pero no es el caso: fue una decisión burocrática, no metodológica.

“En México el nivel elemental lo empiezan tarde, a los 16 o 17 años, que a veces viene siendo el propedeútico, desfasado y con deficiencias. Quien lo cubre pasa al nivel licenciatura a hacer el técnico profesional y entonces se gradúan con un nivel de licenciatura irreal. Hay excepciones, claro, que sólo confirman la regla.

En cualquier país desarrollado la música se estudia en tres niveles: en 12, 13 o 14 años. Aquí se hace una reducción sin bases científicas ni en la experiencia con el único propósito de acortar el tiempo de estudios, hacerlo más potable. Así no se ganan las batallas. No se debe ahorrar tiempo a costa de la calidad.

Otra carencia que percibe Rodríguez en el CNM es la ausencia de metodologías en la enseñanza del instrumento: “No se enseña sicopedagogía, es decir, los egresados no salen con los elementos necesarios para realizar una excelente labor pedagógica cuando trabajen, por ejemplo, con niños y adolescentes. Son lagunas que no requieren de más presupuesto, si no de mejorar el concepto de nuestros graduados.

“Todo esto tiene solución y no depende de invertir millones de pesos, sino de las ganas de trabajar y estar mejor organizados, en equipo. Se debe trabajar hasta los sábados, iniciar las clases a las siete u ocho de la mañana. ¿Por qué aquí empiezan a las nueve, hay receso a las dos y siguen a las cinco de la tarde? Hay que optimizar el día.

Como institución nacional, me encantaría que el Conservatorio pudiera apoyar a las escuelas de educación artística elemental del Instituto Nacional de Bellas Artes, con seminarios, cursos de perfeccionamiento. Pero no hay vínculo académico ni docente. Mucho menos con la Secretaría de Educación Pública.

Antonio Rodríguez deja claro que le hubiera encantado discutir sus puntos de vista con colegas y directivos, pues hay cosas que, por ética, antes de salir afuera deben ser discutidas con la comunidad, pero eso no se cumple. Además, indica, no existen en la escuela los canales para hacerle llegar al director Ricardo Miranda las inquietudes y debido a que el funcionario habló con la prensa acerca de la situación del Conservatorio, con muchos aspectos desconocidos por la planta docente, me siento con la obligación de expresar mis criterios por este mismo medio.