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Srebrenica: el terror del recuerdo
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e han cumplido 15 años de la matanza de Srebrenica. Para empezar por el principio, es necesario un recuento cronológico del genocidio. El 11 de julio de 1995 las tropas serbobosnias –el ejército de la República Srpska (VRS)– ocuparon la ciudad de Srebrenica, y asesinaron a unos 8 mil varones musulmanes. Naciones Unidas la declararon una zona de seguridad. Srebrenica es uno de los grandes fracasos de la ONU y el escenario de uno de los genocidios más atroces durante la guerra de la antigua Yugoslavia. “Mi recuerdo del genocidio de Srebrenica se confunde con el terror, la rabia y la vergüenza –escribía Emir Suljagic, corresponsal de la revista semanal Dani, de la ciudad de Sarajevo, testigo presencial de los hechos– al recordar la masacre de musulmanes de julio de 1995.”

Yugoslavia ya no existe; una ola de sangre y fuego la borró del mapa de Europa. En su lugar se formaron dos pequeñas repúblicas, Montenegro y Serbia, como las únicas sobrevivientes de la gran nación que imaginó Josip Broz, Tito. El terror del recuerdo, le llamó la escritora Duvaraka Ugresic, refiriéndose a esos verdaderos símbolos culturales: calles, plazas, instituciones que hoy llevan el nombre de grandes serbios y croatas. Se levantaron mausoleos de personalidades, escritores, historiadores, profesores de ambos bandos; todo para no recordar las distintas masacres que se envolvían bajo el nombre de limpieza étnica. Ratko Mladic, el verdugo, a cuyo mando estaban las tropas que ejecutaron el genocidio en Srebrenica, sigue libre y se ha escondido en algún lugar de Serbia desde hace 15 años.

Hacia principios de julio de 1995, el general Radislav Krstic, uno de los asesores del comandante Mladic, descubrió la huida de 10 mil musulmanes y 5 mil muyahidines rumbo a Tuzla, una región al norte de Srebrenica. Krstic se comunicó por radio con su estado mayor: Mátenlos, no necesitamos a nadie vivo. Esta orden fue interceptada, y además grabada por la ONU. Muchos años después se presentó como una prueba contundente durante el juicio en que el Tribunal Penal Internacional para los Crímenes de la antigua Yugoslavia condenó al general a 46 años de prisión. Según el testimonio de Hakija Memoljic, ex jefe de policía de Srebrenica, los serbios llevaban uniformes de la ONU y cascos azules y les gritaban a rehenes que se entregaran; los que obedecían fueron ejecutados de inmediato.

El 8 de julio de 1995 las fuerzas serbobosnias sitiaron el enclave de Srebrenica, donde decenas de miles de civiles se habían refugiado después de huir de otras zonas arrasadas en el noreste de Bosnia. Una fuerza de 600 soldados holandeses mal armados se encontraba a cargo de su protección. El combustible se había terminado y no habían ingresado víveres frescos desde el mes de mayo. Las fuerzas serbias comenzaron a bombardear Srebrenica. Los musulmanes pidieron la devolución de las armas entregadas a los cuerpos de paz de la ONU; sin embargo, la solicitud fue denegada. El comandante holandés pidió a sus superiores en Sarajevo apoyo aéreo cercano luego de que los misiles y las bombas serbios cayeran junto a centros de refugiados y los puestos de observación de sus tropas. Pero el poderío aéreo –los escuadrones F-16 de la ONU– no pudo impedir el genocidio.

El 9 de julio de 1995 los serbios multiplicaron sus bombardeos, y decenas de miles de refugiados huyeron hacia la ciudad de Srebrenica ante el avance serbobosnio sobre sus territorios del sur. Los serbobosnios ocuparon un puesto de observación holandés y tomaron a 30 soldados como rehenes. Un soldado holandés fue herido mortalmente cuando los musulmanes en retirada dispararon contra tropas holandesas. Al día siguiente, el comandante holandés, coronel Thomas Karremans, solicitó el apoyo aéreo de la ONU tras el bombardeo serbio de sus trincheras. El comandante general de la ONU, general Bernard Janvier, se negó en principio, pero luego aceptó tras una nueva solicitud del coronel. Los ataques serbios se detuvieron antes de la llegada de los aviones, por lo que su incursión se postergó.

Unos 4 mil refugiados estaban en la ciudad esa noche, y cundió el pánico. Las multitudes se aglomeraban en torno a los edificios de la representación de Holanda. Karremans dijo a los líderes de Srebrenica que los aviones de la OTAN al servicio de la ONU atacarían a los serbios si no se retiraban antes de las 6 de la mañana del día siguiente. Srebrenica era un enclave musulmán en territorio serbobosnio. Hacia 1991, su población estaba compuesta de 75 por ciento de musulmanes y 25 por ciento de serbios. Fue declarada, zona de seguridad en 1993. El general francés Philippe Morillon, comandante en jefe de las fuerzas de la ONU, había prometido a la población que no la abandonaría jamás. Varios grupos paramilitares serbios coincidieron en Srebrenica poco antes de la masacre, entre ellos un grupo de asesinos profesionales, llamados Los Escorpiones, al parecer paramilitares, que durante la matanza se dedicaron a degollar a mujeres y niños.

El 11 de julio de 1995, las fuerzas serbias se negaron a retirarse. A las 9 de la mañana Karremans recibió un reporte desde Sarajevo donde le indicaban que su solicitud de apoyo aéreo había sido escrita en un documento equivocado. La burocracia internacional también tuvo que ver en esta lista trágica de malentendidos del genocidio. La nueva solicitud llegó al escritorio de Janvier una hora y media más tarde, pero los aviones debieron regresar a sus bases en Italia a reabastecerse, tras permanecer en el aire desde las 6 de la mañana. Hacia el mediodía más de 20 mil refugiados, principalmente mujeres, niños y enfermos, llegaron a la principal base holandesa en Potocari. Dos cazas F-16 holandeses arrojaron bombas sobre la artillería serbia en los alrededores de Srebrenica. Los serbios respondieron con la amenaza de matar a los rehenes holandeses y a los refugiados. Los ataques de la ONU fueron suspendidos. El comandante serbio Ratko Mladic entró en Srebrenica dos horas después, acompañado de cámaras de la televisión serbia. En una reunión con Karremans lanzó un ultimátum: los musulmanes debían entregar sus armas si querían vivir.

El 12 de julio llegó un grupo de ochenta y tantos autobuses para transportar a las mujeres hacia territorio musulmán en tanto los serbios comenzaron a separar a los hombres de entre 12 y 77 años de edad para interrogarlos sobre supuestos crímenes de guerra. Más de 20 mil mujeres y niños fueron deportados en las siguientes 30 horas. Cientos de hombres fueron detenidos en camiones y en depósitos. Unos 15 mil guerreros musulmanes trataron de escapar durante la noche y fueron exterminados mientras huían rumbo a las montañas.

El 13 de julio dieron comienzo las matanzas en el poblado vecino de Kravica. Los cuerpos de paz entregaron a 5 mil musulmanes que se habían refugiado en Potocari a cambio de 14 soldados holandeses.

El 16 de julio aparecieron los primeros reportes del genocidio conforme los sobrevivientes iban llegando a pie al territorio musulmán. Los holandeses pudieron salir de Srebrenica tras una serie de negociaciones entre la ONU y los serbobosnios. Debieron dejar sus armas, alimentos y suministros médicos. Al menos 5 mil personas fueron asesinadas en los cinco días siguientes a la ocupación serbia de Srebrenica. Uno de los hechos más aterradores de la masacre fueron los 2 mil 500 varones musulmanes quemados vivos en una suerte de galerón en las afueras de Srebrenica. Duvaraka Ugresic llamaba a esta atmósfera el terror del recuerdo.