Opinión
Ver día anteriorLunes 19 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Álex: la tragedia sigue viva
A

medida que ríos y presas bajan su nivel en el noreste del país; cuando miles de familias lamentan la pérdida de su patrimonio, tratan de normalizar su vida y limpian de escombro y lodo sus viviendas; mientras se abren a la circulación importantes carreteras afectadas por el agua, crece más la dimensión de la enorme tragedia en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. Son decenas de miles los damnificados, miles también las casas inservibles, en mal estado o inundadas. Extensas las áreas agrícolas destruidas, los daños a los sistemas de agua potable y drenaje, comercios, escuelas, carreteras, minas y centros de salud. A esta breve relación de pérdidas debemos agregar que la tormenta tropical Álex, clasificada como no peligrosa al entrar a México, mostró lo endeble de los sistemas institucionales para proteger a la población, brindarle auxilio en caso de desastre y planear su futuro.

En efecto, el sistema de protección civil y prevención acudió tarde, descoordinadamente y sin saber qué estrategias adoptar en beneficio de la gente. Ésta no recibió oportunamente información sobre los peligros a que estaba expuesta. Máxime que muchas de las víctimas vivían en asentamientos irregulares ubicados en zonas frágiles y peligrosas, como son los cerros, las márgenes y hasta los propios cauces de los ríos, o aguas abajo de las presas. Por negligencia, corrupción y clientelismo electoral se permiten estos asentamientos en todo el país. El colmo: en Monterrey se concesionó a particulares parte del lecho del río Santa Catarina.

Endeble también la infraestructura urbana de grandes, medianas y pequeñas poblaciones. De Monterrey a Ciudad Anáhuac y Sabinas priva el crecimiento anárquico, la especulación con el suelo urbano. La obra pública mostró que es fuente de corrupción y compadrazgos políticos y empresariales, no ejemplo de calidad.

Quedó también al descubierto la ausencia de una política de Estado para el manejo racional y sostenible de las cuencas hidrográficas. La propuso el doctor Zedillo en su sexenio, pero no se cumplió durante su mandato, ni en el del señor Fox ni en el actual. Anunció el doctor también programas para reforestar las partes altas de esas cuencas y evitar la erosión. Mas la tala de árboles sigue y es muy grave en Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero.

En la nave del olvido viaja el programa de manejo integral de las presas del país. La mayoría están mal, sin mantenimiento, azolvadas. Por eso son una amenaza cuando se llenan y hay que desfogarlas, sacarles el agua que les sobra, inundando pueblos y campos de cultivo en pocas horas.

Cuando gobernaba el PRI, cada presidente anunciaba un plan nacional hidráulico que, entre otras cosas, incluía el manejo integral de ríos, presas, distritos de riego, mantos acuíferos, abastecimiento de agua potable. Pero ninguna instancia oficial se ocupó de que sus objetivos y metas se cumplieran. Luego, en 2000, llegó al poder el partido de la moral, las buenas costumbres y la honradez e impuso la amigocracia. El señor Fox lanzó sus programas nacionales del agua y el bosque, pero fue el primero en tomar medidas para minarlo. El mal ejemplo lo siguió la actual administración, donde lo político se impuso a lo técnico y así nos está yendo.

Los problemas acumulados durante décadas por la mala planeación urbana y rural, la falta de una política hidráulica y forestal de largo alcance, estallaron con Álex en el noreste. Con el agravante de que los funcionarios sostienen que no hay recursos suficientes para resarcir de los daños que sufrieron en sus bienes y trabajo decenas de miles de damnificados en las ciudades y el campo, el equipamiento urbano, escuelas y centros de salud, los cultivos. En cambio, se tiran a la basura (y a los bolsillos de unos cuantos) decenas de millones so pretexto de un espectáculo mediático organizado por el competente e inteligente quinto responsable de las fiestas del bicentenario, el moderno Siervo de la Nación. O en la Expo Guanajuato, el regalo maravilloso de que habla el secretario Lujambio.

Las autoridades anuncian jubilosas el fin de la emergencia meteorológica. La tragedia sigue viva.