Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 1 de agosto de 2010 Num: 804

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Actuar con lo que sucede
RICARDO YÁÑEZ entrevista con DANIEL GIMÉNEZ CACHO

Viaje a Nicaragua: una aventura en el túnel centroamericano
XABIER F. CORONADO

Espiritualidad y humanismo
AUGUSTO ISLA

Los alienígenas y Stephen Hawking
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ

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LAS PEQUEÑAS COSAS

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ


El inventor de palabras,
Gerard Donovan,
Tusquets,
México, 2010.

Para algunos lectores, acostumbrados a que la novela se presente como un mosaico lleno de aventuras, las obras intimistas tienen poco de apetecible. El prejuicio, basado en reglas más o menos comprobables, apunta a que cuando el asunto del que trata una novela tiene que ver con la interioridad de un personaje, ésta tiene que ser aburrida. Nada más lejos de la realidad. Desde cierta perspectiva, se puede defender el hecho de que la lectura no corre a raudales, que cada párrafo precisa de un estado de ánimo particular y que las palabras se engolosinan con ellas mismas. Es posible que sea cierto y, pese a ello (o gracias a ello) se está en condiciones de adentrarse en un texto que resulte fascinante justo porque ofrece la posibilidad de habitar los meandros de la conciencia de algún personaje. Cuando éste resulta, además, un solitario, las cosas toman el cariz de lo extremo.

Gerard Donovan (Irlanda, 1959) es un especialista en la materia. Ya con El telescopio de Schopenhauer había dado muestras de su talento a la hora de adentrarse en la intimidad de un personaje en una circunstancia extrema. Ahora lo hace desde un punto de partida mucho más simple y, por ello, también más poderoso.

Julius Windsome vive en una remota cabaña enclavada en medio de la profundidad de los bosques de Maine. Lejos del mundo habitado, del pueblo y de sus vecinos, su vida ha transcurrido del mismo modo durante los últimos cincuenta años. Si acaso tiene una peculiaridad que llama la atención. Dentro de esta cabaña tiene más de tres mil libros. Clasificados como calientes o fríos de acuerdo con su cercanía con la estufa, son la herencia de su padre. Además de ellos, sólo le queda Hobbes, su perro, y el recuerdo de un amor que no alcanzó un buen fin.

Un buen día, Hobbes aparece muerto de un balazo. Algo que podría resultar normal si se considera que la temporada de caza estaba en su apogeo. Sin embargo, el disparo fue hecho a quemarropa, con plena conciencia de que se estaba asesinando a la mascota de alguien. Por mínimo que parezca, este hecho bastó para despertar los recuerdos de Julius y, sobre todo, para que él intentara comprender las razones que llevarían a alguien a actuar de ese modo. En medio de su búsqueda de respuestas, los recuerdos de una vida clausurada y el deseo de venganza se instalarán en este solitario.

Gerard Donovan muestra su talento narrativo al volcarse dentro de la conciencia figural de Julius. Lo sorprendente no es sólo que consiga abrirnos la puerta a una forma de pensar tan lejana a la nuestra, sino que, además, lo haga por medio de una prosa fluida, que nada le pide a la de los narradores de aventuras. Así, vuelve a darnos muestra de un talento refinado y contenido, de ésos que pueden extraer maravillas del acto más simple y hacernos recorrer toda la novela casi sin que nos demos cuenta de que asistimos a un texto intimista y demoledor.


LOS MISTERIOS DEL SINO HUMANO

CELIA ÁLVAREZ


Krummville 50,
Jorge Córdova Monares,
Universidad Veracruzana,
México, 2010.

“Viajaba en coche con mi padre y mi madre… El sol descendía como un inmenso globo rojo al lado derecho del camino… Los tres callábamos concentrados en un profundo ‘no hacer’… Estábamos ligados en una misma respiración: ir… Era un momento en el que podía pasar cualquier cosa, como sufrir un accidente en el que perdiéramos la vida, pero no tenía importancia, por un momento nos pertenecíamos porque viajábamos así, callados. Una alegría silenciosa comenzó a crecer en mí y en el mismo instante alcancé a leer un viejo señalamiento de lámina, entonces desperté y pronuncié involuntariamente: ‘Krummville 50 ’…”

Con esta visión principia la obra del artista Jorge Córdova Monares publicada por la Universidad Veracruzana en la colección Ficción bajo el título Krummville 50, donde toma como modelo la novela estadunidense de carretera inaugurada por Jack Kerouac, paradigma de la generación beat, y nos ofrece un libro salvaje, una crónica conmovedora que expresa “algo” de la profundidad y el misterio del sino humano.

Con su prosa espontánea logra interesar al lector en una historia de ritmo impetuoso donde las drogas, el alcohol, el sexo homosexual y heterosexual, la soledad, el dolor y el caos son los ingredientes básicos, durante un recorrido vertiginoso por los laberintos de la locura y la miseria. Una muestra de su escritura libre y natural es la narración del protagonista sobre sus sensaciones en una fiesta rave celebrada cerca del Ajusco: “Me escurro entre los cuerpos mojados olisqueando como un perro, después de todo tengo mis planes. La gente aquí funciona como unos increíbles receptores recibiendo todas estas excelentes vibraciones. Soy una emanación voluptuosa que busca los espacios más abigarrados para estar pegado a esta gente hermosa, chicos y chicas me excitan igual, cabellos largos bocas rojas delgadas grandes carnosas senos y pies desnudos zapatos de plataforma (mi generación ha traído de vuelta los años de su infancia, nadie en estos días puede evitar sentir nostalgia por los setenta, les pasa a todas las generaciones, ¿no?)”

Krummville 50 es la crónica de un viaje a través del desierto y, al mismo tiempo, el trayecto que todos hemos de realizar para volver a casa. Narra la historia de tres jóvenes unidos por la amistad, el amor y la lealtad de una rara tribu en un planeta extraño, que deambulan por las violentas noches del Distrito Federal y el norte de México, oscilando entre la búsqueda en el pasado, el vacío del presente y la incertidumbre futura. El relato comienza una tarde cuando Sony, un joven enfermo de sida, muere en una sórdida habitación de hotel y su amigo Lorenzo, quien lo ha cuidado durante los últimos tiempos, abandona el cadáver y en su intento de fuga inicia una alucinante aventura, que le permitirá reunir los pedazos de su vida, en busca de Krummville, lugar mítico que puede simbolizar lo mismo el amor absoluto que la extinción.


LOS VALORES: ¿UNA CUESTIÓN ACTUAL?

RAÚL OLVERA MIJARES


¿Qué son los valores?,
Risieri Frondizi,
FCE,
México, 2009.

El problema de la libertad humana podría plantearse en términos de elegir entre valores y desvalores o entre valores de distintas categorías. Toda decisión, juicio o volición obedece a una conciencia sensible hacia los valores. Si los valores son un fenómeno exclusivamente humano o extensible al mundo animal, si los valores son distintos de los bienes materiales a ellos ligados, si los valores son esencias platónicas o cualidades secundarias lockianas o bien meros fenómenos propiciados por el interés, el placer o la motivación, éstas y otras más son cuestiones que se plantea el argentino Risieri Frondizi.

El autor, profesor de filosofía, intenta mediar o entablar un diálogo entre dos ámbitos diversos y no pocas veces excluyentes entre sí: el mundo de la filosofía de expresión germana, tanto Alemania como Austria, y el mundo de la filosofía anglosajona, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. La síntesis a que llega es a todas luces nula o por lo menos insatisfactoria. El objetivismo axiológico, encabezado por Nicolai Hartmann y Max Scheler, conduce a una concepción platónica de los valores según la cual éstos serían objetos de naturaleza suprasensible, semejantes a los números, las esencias o las cualidades puras como el color. Los valores serían entonces perfectos, inmutables, eternos, absolutos, independientes del conocimiento o apreciación por parte de las personas reales. El subjetivismo en cambio, una corriente caracterizada por autores del mundo de habla inglesa, como Ralph Barton Perry, Bertrand Russell o Alfred J. Ayer, pone de relieve el sujeto valorante. Los valores serían fundados por la misma persona que valora al descubrir su existencia, pura proyección de sus expectativas, motivaciones prácticas o satisfactores anímicos. Consideración aparte merecería J. E. Moore y sus interesantes teorías formalistas.

¿Qué son los valores? es un breviario aparecido por primera vez en 1958. La decisión de volver a reimprimirlo se funda en el hecho de que sigue dándose una laguna notable en torno de los valores, un concepto frecuentemente invocado por moralistas dogmáticos, educadores de dudosa formación y hasta partidos políticos con programas peregrinos. La axiología continúa viva desde que Hermann Lotze pronunciara aquella frase lapidaria de que “los valores no son sino que valen”, subrayando la cualidad ontológica del valor, su independencia y, por consiguiente, la legitimidad de fundar una ciencia general consagrada a su estudio. Bajo la denominación de axiología quedaron comprendidas en principio disciplinas filosóficas particulares de gran prosapia, como la ética con los valores de los justo e injusto, la lógica con los valores de lo recto y no recto, y la estética con los valores de lo bello y lo feo. Los valores de lo sagrado y lo sacrílego caerían en el dominio de lo que modernamente se conoce por filosofía de la religión, un estudio abordado de antiguo por ciertas ramas de la teología.



Señor de señores y los caimanes,
Miguel Tapia Alcaraz,
Almadía,
México, 2009.

Este volumen recupera un libro anterior del autor –Los caimanes– y le añade los cuentos que corresponden a la primera parte del título. Las once piezas aquí reunidas dan testimonio fehaciente de que los signos de la pluma de Tapia Alcaraz son el ácido y el acero: así de intensa, sólida y perdurable es la narrativa de este coahuilense, ducho en el difícil arte cuentístico.



Ojos de Reyes,
Héctor Perea,
Difusión Cultural unam/Literatura,
México, 2009.

El sugestivo título de este volumen ensayístico alude a la inconmensurable capacidad que el eterno Alfonso Reyes tuvo para mirar, apreciar, observar al mundo en general y al arte en particular. Aquí, Perea encara la faceta de coleccionista “y lúcido comentarista de sus aficiones estéticas” que fue el autor de Visión de Anáhuac. Otra delicia es su estudio de un Reyes poco citado: el creador “marginal” de dibujos y fotografías.



La mecánica del corazón,
Mathias Malzieu,
Random House Mondadori,
México, 2010.

Aunque el entorno de este “cuento para niños grandes” abunda en factores más bien mediáticos, esgrimidos a manera de plus alentador de la lectura –su autor es cantante pop, La mecánica... será adaptada al cine por Luc Besson–, lo cierto es que el libro se defiende por sí solo, como corresponde a toda buena literatura, aserto que un lector provisto de capacidad lúdica no dejará de dar por bueno.



Robinson Crusoe ya tiene celular,
Rosalía Winocur,
Siglo XXI/Universidad Autónoma Metropolitana,
México, 2009.

Parte de la colección Diseño y comunicación, este libro de la investigadora y profesora de la UAM reflexiona en torno a los actuales medios de comunicación interpersonal: teléfonos celulares, internet y sus blogs, féisbuks y tuíters, desde la perspectiva de la creencia masiva de que tales ilusiones tecnológicas “neutralizan la dispersión familiar, garantizan la inclusión social y exorcizan los fantasmas de la otredad”.