Opinión
Ver día anteriorViernes 6 de agosto de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El Titanic mexicano
V

i por segunda ocasión la película de James Cameron, y se me ocurrió que los mexicanos pasamos por una etapa de inocencia similar a la que vivieron las víctimas del Titanic antes del hundimiento. El imponente trasatlántico, supuestamente insumergible, se aproximaba lentamente al iceberg que iba a herirlo de muerte, pero horas antes del impacto los pasajeros, inconscientes de lo que se aproximaba, bailaban, reían, bebían champaña y se divertían. Aquí no puede pasar nada, pensaron seguramente las atractivas flappers que bailaban a ritmo de charleston en el salón principal. En México tampoco. ¿El gobierno? Sordo y absolutista. ¿Los políticos? Peleando encarnizadamente los jugosos puestos públicos y preparándose para la grande. Y los empresarios, obsesionados con las tasas de crecimiento, de cambio y de intereses. El resto de los mortales vamos al cine, y aguardamos la presidencial de 2012: nuestra única esperanza. En efecto, parecería que aquí no pasa nada.

Pero sí pasa. La directora de un centro de readaptación social (Ceresos, le llaman a estos engendros) de Gómez Palacio, Durango, regenteaba una partida de asesinos que salían por las noches a matar por encargo: 10 jóvenes laguneros por aquí, ocho más en un bar, y 17 en una fiesta de cumpleaños. ¿Por qué? Nadie lo sabe ni lo sabrá. Los despiadados asesinos salían no solamente con permiso de la directora, sino con armas de los custodios y patrullas de la policía. La medida era genial. ¿Se imagina: quién iba a sospechar de prisioneros condenados y supuestamente encarcelados por delitos del fuero común en un estado vecino al de la escena del crimen? Así, la cárcel, donde vivían a sus anchas y con comodidades, se convertía en la más segura de las casas de seguridad.

La directora del hoy famoso Cereso número 2 (a ver quién compone un narcocorrido con ese nombre) es una mujer poco común. Además de dirigir y controlar lo que resultó ser una eficiente escuela del crimen con internado, convenció al incauto gobernador de Durango, que parece haber entregado la plaza, para que la designara Mujer del Año 2010. (He buscado inútilmente el discurso de premiación. ¡Debe ser una joya!)

Por otra parte, Diego Fernández de Cevallos, uno de los más prominentes políticos del partido en el poder, lleva más de dos meses secuestrado y el gobierno, obedeciendo los deseos de la familia, ha renunciado a su obligación de perseguir el delito. No obstante, en días pasados alguien (¿curándose en salud?) especuló con ligereza en la Cámara de Diputados que de ser un secuestro político quizá el gobierno debiera pagar el rescate, fijado por los secuestradores en 50 millones de dólares. ¡A qué hemos llegado!

¿Y quién va a compensar a los deudos de los 28 mil muertos en la guerra contra el crimen organizado? ¿Y quién a los padres de los 4 mil niños muertos en esta insensata guerra civil?

El círculo de responsabilidad se cierra cada vez más sobre el gobierno de Felipe Calderón. Además de los legisladores, que especulan en los medios sobre el pago de secuestros políticos, periódicos y televisoras protestan por los cuatro periodistas que fueron levantados en la Comarca Lagunera para presionar a la prensa: ¡se desmorona la República! Algunos articulistas, como Ciro Gómez Leyva, opinan que es el gobierno quien debe asumir la responsabilidad policiaca y política de la información. Que sea el Estado, y no los comunicadores, quien resuelva si se transmite una imagen que vale la vida de uno o más periodistas. Sin embargo, en el entorno actual, dejar en manos del gobierno esas decisiones, además de la solución de secuestros de políticos y periodistas, significaría abrirle al crimen las arcas de la nación.

Quien insinuó pagar el rescate de Diego debió tener en mente a la insufrible Ingrid Betancourt. Después de ser liberada besó suelo colombiano y la mano de Álvaro Uribe (también besaría después a Sarkozy, cuando repitió en París el cuento de que finalmente había llegado a casa). Sin embargo, tras ganar el Príncipe de Asturias, y de ser sugerida para el Nobel, demandó al gobierno colombiano por 6 millones de dólares, como compensación por los años de cautiverio, y por la falta de protección en San Vicente del Caguán cuando fue candidata. Podría ser una pesadilla, pero no sería inverosímil que Diego (a quién deseo salud y larga vida), famoso por ganarle juicios al gobierno, intentara una acción similar, sobre todo frente a legisladores y analistas reconocidos, como Carmen Aristegui, que insisten en la teoría del secuestro político.

El barco más lujoso y seguro del mundo se fue a pique desatando una ola de relatos y leyendas que continúan hasta hoy. Además del filme de Cameron, existen sobre el tema otras películas, series de televisión, libros, novelas y artículos. Investigando la tragedia me enteré de que Cameron, autor de churros como Avatar y Terminator, está filmando en tercera dimensión una nueva película sobre el Titanic, que será estrenada en 2012 al cumplirse el primer centenario de la tragedia. Ese pudiera ser también el año del hundimiento del Titanic mexicano…