Del pueblo rankülche en La Pampa


Basta ya de traición  

del Estado argentino

Con el mayor de los respetos por nuestros hermanos que decidieron aceptar ser denominados así, no somos ni seremos “mapuche”, porque somos rankülche, y estamos orgullosos de serlo. El despojo de nuestras tierras en el siglo XIX no fue el triunfo de la civilización sobre la barbarie, sino la apropiación de tierras por y para unos pocos a costa de una nación, habitante desde tiempos inmemoriales del centro de la actual república argentina, que no sólo quería vivir en paz sino que fue parte crucial, decisiva, aportando hombres y caballos para el ejército de San Martín que liberó Chile y Perú. Además se negó a firmar un tratado con los españoles, que a través de su territorio querían recuperar Buenos Aires.
Sí lo firmó en cambio con las Provincias Unidas en Sudamérica, transformándose en la primera nación soberana en reconocer al gobierno patrio. Traicionada, al igual que aquellos primeros patriotas, el pago que recibió fue el despojo de su territorio por testaferros que obedecían órdenes provenientes del otro lado del mar. Así siguió, así siguen, Argentina y el continente. Latifundistas, terratenientes, multinacionales, además de llevarse todo lo que posea algún valor, hoy vienen por lo poco que nos queda, con la complicidad de gobiernos cómplices por acción u omisión.
La tierra que poseemos no servía para nada, apenas para que un indio pudiera subsistir. Hoy está teniendo algún valor. Y allí están los cuervos, que nunca dejaron de sobrevolarnos, dispuestos a abalanzarse sobre ella. Pero ahora no les va a ir bien. Estamos organizados. Tenemos leyes que nos costó mucho hacer aprobar, como la misma Constitución. No se aplican, pero están. Son operativas. La justicia nos da la razón. No podemos, no debemos, no vamos a ceder. Porque además estamos unidos.
Mal que les pese a los muchos intentos que han hecho y se siguen haciendo para dividirnos, seguimos juntos. Y cada vez somos más. Esto es un hecho irrebatible e irreversible que nos permite afirmar: “Basta, no nos provoquen. No queremos cometer el mismo error que cometieron sus antepasados. Queremos convivir. Las circunstancias actuales así lo exigen”.
No es justo que por la apetencia de unos pocos, como ocurriera en 1878, sufran las consecuencias muchos. Para aquellos que no están compenetrados en la historia, les hacemos saber que sostenemos esto considerando los tratados firmados entre nuestra nación y el Estado argentino que nos reconocía como nación soberana, sumado a que fuimos atacados sorpresivamente estando en vigencia un Tratado de Paz. Que la Constitución de 1853 decía “conservar el trato pacífico con los indios”. Que se apropiaron de nuestro territorio sin nuestro “consentimiento libre e informado”, y por lo tanto en forma ilegal. Que jamás capitulamos.
Si Argentina se cree con derecho a reclamar el territorio de la Islas Malvinas por considerar que las poseía en el tiempo en que Inglaterra las usurpó, el mismo derecho nos cabe a la nación rankül respecto a nuestro territorio. Casualmente, el diálogo que Argentina reclama a Inglaterra es el mismo que venimos reclamando al Estado argentino. Y obtenemos la misma respuesta: silencio. Por lo tanto, a los potenciales usurpadores, les decimos: no sigan tirando de la cuerda. Ésta puede llegar a cortarse.

Germán Canuhé


Rankül, La Pampa, Argentina,
junio de 2010.