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¡Arde la calle!, de Julio Martínez Ríos, busca combatir prejuicios sobre los diversos estilos

Los medios abordan las subculturas urbanas con poca seriedad

Por lo dinámico del tema, dice que el libro puede ser el retrato de un momento y un lugar

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¡Arde la calle!, de Julio Martínez Ríos, se publica en el sello Random House MondadoriFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de agosto de 2010, p. a11

¡Arde la calle! o el retrato de un instante en la vorágine incesante de las subculturas urbanas. Así ve Julio Martínez Ríos (DF, 1977) su libro de reciente publicación, donde registra y describe las distintas manifestaciones culturales que tienen como padre, padrastro, abuelo o tatarabuelo al rocanrol: punk, emo, indie, ska, dark, surf, metal, new age, hip hop, electrónica, reguetón. Aunque no faltan la cumbia y los sonideros.

Convencido de que México vive una época dorada para las subculturas, Martínez Ríos dedicó poco más de un año de trabajo al propósito explícito de identificar y tipificar corrientes, modas, estilos que –según sus palabras– han sido colocados en el cajón de las llamadas tribus urbanas, término acuñado por el sociólogo francés Michel Maffesoli (y que Martínez prefiere no utilizar).

Quise documentar este tipo de manifestaciones para combatir la información incorrecta y ciertos prejuicios imperantes sobre ellas en los medios de comunicación, donde se les trata con muy poca seriedad, explica el autor en entrevista.

Martínez Ríos echa mano de libros, entrevistas, películas, programas de televisión, discos y otras referencias para perfilar cada una de las subculturas de que se ocupa en su libro. Trató de ir lo más a fondo posible, reconociendo, no obstante, que es un tema muy dinámico y, por tanto, inagotable: Es una crónica, un texto de divulgación, no de sociología académica. Siendo un libro primordialmente dirigido a un público joven, también me interesaba ofrecer a algunos padres de familia la información correcta sobre lo que les gusta a sus hijos, porque luego tienen versiones distorsionadas por el odio y por falsedades, como que a los darks les gusta ir a los panteones o que los emos gozan sufriendo y que no han generado una cultura propia.

El número y variedad de subculturas registradas llevan a Julio Martínez a ver ¡Arde la calle! (Random House Mondadori) como plaza pública en la que convergen y conviven diferentes expresiones culturales surgidas o definidas por la música popular.

En ese sentido –dice–, se puede pertenecer a más de una subcultura, pues predomina una actitud flexible y ecléctica: No tienes que dejarte etiquetar ni adscribirte de manera recalcitrante a una sola expresión.

–Sin embargo, su libro puede ser visto con catálogo de etiquetas.

–Todo es tan rápido y apabullante, que sólo fue una forma de organizarlo para ofrecer referentes de consulta rápida; la cuestión es que estemos conscientes de que son etiquetas que se pueden transgredir y que la riqueza está en hacer dialogar y convivir las distintas subculturas.

Colaborador de distintas revistas musicales, ex locutor y guionista de Radioactivo 98.5 y ahora de Reactor 105, Julio Martínez Ríos admite que la dinámica cambiante de las distintas subculturas puede hacer envejecer muy rápido a su libro, como a cualquier texto sobre rock, porque surgen nuevos formatos, nuevas ideas, la riqueza de esas formas es que son como un animal que se mueve constantemente, pero el libro puede quedar como el retrato de un momento y un lugar. No sé si se puede aspirar a algo más.

–¿Usted, a qué subcultura pertenece?

–A todas a la vez. Conocí las patinetas, mi primer concierto fue de Metallica, en la secundaria descubrí a Sex Pistols, a mediados de los años 90 quedé maravillado por la explosión de la música surf. Esto me dio flexibilidad y apertura para entender y saborear cada texto, cada entrevista del libro, a todas les encontré algo valioso, porque las conocía.