Opinión
Ver día anteriorLunes 16 de agosto de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Nostalgias
L

a tarde de los domingos me la paso en espera de quién sabe qué, entre correr de cerrojos, abrir de puertas cerradas y en la lejanía entre nubes a punto de desbordarse aparece la Plaza México, especialmente los veranos novilleriles. Novilladas que se me hacen largas, inacabables. Como si lentamente se dispersara una de las pasiones de mi vida: el toreo. En realidad poco importa si prohíben o no las corridas de toros. Prohibición que, quitando lo político, resulta ridícula. El toreo se muere tarde a tarde en que no aparece el toro sino una caricatura de lo que fue este bello animal de encastada nobleza.

El sol de las tardes triunfales dejó de lucir este lluvioso verano, ni siquiera en algunas ocasiones. El mujerío que alegraba las novilladas se convirtió en una negra pizarra sobre el cemento desnudo. Los cabales entonamos el duelo próximo por el toreo con aires de canción mexicana nostálgica. Mientras, los viejos aficionados que se nos adelantaron al lugar de donde no se regresa, se lo llevaron a quién sabe dónde, vestido de negros festones, pues no quiso irse vestido de torero por los bosques del campo bravo. El torero se va en busca de amores de rayo verde en la mirada y boca sabor naranja dándole vida a ese arte que se va; se nos fue y no nos enteramos. Arte que arrítmicamente todavía late y latirá en el milagro de ese lance a la verónica que detiene el tiempo y voltea al revés el espacio. Ese lance que esculpió David Silveti en la Plaza México y que enloqueció a unos y a otros y se fue con el toreo. El milagro torero consiste en que se puede reproducir mentalmente por los que lo contemplaron. Al fin digan lo que digan ese arte efímero no se puede prohibir. Menos si se contempló con una mujer que llevaba en la sangre la sal torera.

Todo esto en la fiesta del 15 de agosto en que se celebran corridas en todo España y hasta los que nunca torean, torean este día. Arturo Macías reapareció en Barcelona después de su última cornada, con la plaza casi vacía a pesar de la discusión sobre la prohibición de las corridas en Cataluña. Pasó sin pena ni gloria y a punto estuvo de sufrir la enésima herida en su temporada española. De todos modos ha dado que hablar sobre su particular forma de vivenciar el toreo.