Opinión
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Penultimátum

Verbo de cardenal

U

na de las ausencias inexplicables del show patrio es la del personaje que suele descubrir los pasajes más ocultos de la historia nacional. Se nos trató de explicar, con argumentos poco convincentes, que el docto Juan Sandoval Íñiguez no fue invitado a dar lustre a la parte académica del bicentón por temor a su verbo, que recuerda a los grandes tribunos de la antigüedad. Y porque su manejo del castellano es tan perfecto que borra a quienes comparten con él lo mismo una cena que una mesa redonda. En verdad, como historiador el también obispo de Guadalajara ya nos había sorprendido al revelar que al cura Miguel Hidalgo no lo excomulgaron ni fusilaron por su papel en la lucha de independencia, sino por delitos del orden común, por andar violando conventos.

La venganza por no haber sido invitado llegó pronto. No consistió en revelar pasajes ocultos de la vida de Marcial Maciel, su egregio amigo, el protegido de Wojtyla. Tampoco algún pormenor que documente los favores monetarios recibidos del góber piadoso, Emilio González, que comparte con Sandoval la conducción espiritual de Jalisco. De esas minucias se ocuparán en el siglo XXV los que analicen el efecto de las demandas por pederastia en las finanzas de la Iglesia o la separación ficticia de la Iglesia y el Estado mexicano en tiempos del panismo.

La venganza del también doctor por la Universidad Gregoriana de Roma en teología dogmática (lo cual es un pleonasmo), se concretó precisamente el día en que Felipe Calderón festejaba el traslado de los restos de los héroes de la Independencia a Palacio Nacional, ceremonia que recordó la que cien años antes presidió el dictador Porfirio Díaz. Previamente dejaron catedral otros restos que trajeron a México en son de recuperar almas en peligro: los de San Juan Bosco, fundador de la orden salesiana, dedicada a la educación.

Justo el día del traslado de los restos patrios el verbo flamígero del acucioso historiador quemó simbólicamente en leña verde a los que llamó maricones y lesbianas y al gobernante del DF y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El motivo: el acuerdo de los ministros de esa corte de validar la legislación que permite adoptar a las parejas del mismo sexo, reafirmando así el principio de igualdad plasmado en la Constitución. Lo dicho por Sandoval eclipsó la ceremonia oficial del traslado, incluso el fervorín que para la ocasión leyó el amigo del obispo, el licenciado Calderón.

Para reconocer, mínimamente, su más reciente hazaña, millones de ciudadanos proponen que Sandoval Íñiguez organice los festejos para celebrar en 2069 los 500 años del feliz establecimiento de la Santa Inquisición en México.