Opinión
Ver día anteriorMiércoles 25 de agosto de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Isocronías

Lectoescritura(s)

• E

scribir que no es leer no es escribir. Pero leer no sólo las palabras que se escriben, sino lo que esas palabras evocan, convocan, traen, conllevan. Que así como imposible es que el agua del rio no conlleve cielo, imposible resulta que las palabras que se escriben no lean en sí mismas lo que por sí mismas no sólo no escriben, no podrían escribir, pero escrito lo traen –como si tatuado, sin tatuar.

• El que lee pone en sí –en su boca, en su cabeza, en su vida– palabras de otros, palabras de otros que, por lo visto, de antemano a él iban dirigidas, para él eran, son. Y ahora, ¿qué va a hacer, que podrá, el que lee con sus nuevas palabras?

• Se ha dicho mucho. Repitámoslo. Leerse es releerse. Pero, se ha dicho menos, leer también es releerse.

• Quien escribe de alguna manera es como el mago que anudadas saca de su boca una serie de coloridas mascadas de translúcida seda. Coloridas o no, blancas, negras, por ejemplo… etcétera. Mas si como el mago se queda, se queda en el espectáculo. Tales tersos cuadrángulos deberán ser usados; no desde luego sea como sea, pero tal vez sí a como dé lugar.

• Leer da gusto. Leer lo que no son nuestras palabras y no lo pueden ser, lo contrario. Así no lo percibamos. Verbigracia, tantos y tantos anuncios de yo qué sé (la propaganda y la publicidad, que alguna vez quisieron diferenciarse, han borrado sus fronteras). Leer lo que no da gusto es como oír, a fuerzas oír, en una pesera, en el propio auto, en casa, tantas y –¿necesario decirlo?– ruidosas palabras de locutor. Peor: tantas y tantas canciones que no nos cantan.

• Uno no escribe porque sepa (uno aquí no es uno mismo; es uno, cualquiera), sino porque no sabe describirse, y aspira a –¿necesita, anhela?– hacerlo. Y por la misma razón lee.

• Quien lee siempre lee algo que no está en las palabras que ha leído, o sí, pero sólo en las palabras que él y tal vez sólo él (o ella, claro está), únicamente su propia voz o imaginación han leído y que muy bien puede no estar, excepto si evocado o invocado, en las objetivas, precisas palabras leídas.

• Leerse no siempre es satisfactorio… ¿Nunca?

• Los vendedores quieren hacernos creer no que no venden satisfactores, sino satisfacción. Y los únicos que se van satisfechos, al parecer, son ellos mismos.

• –¿Encontró todo lo que buscaba? –Eso solamente en el Cielo, señorita. –Excepto precios bajos, joven.