Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 29 de agosto de 2010 Num: 808

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Juan Bruce-Novoa: Only the Good Times
ALBERTO BLANCO

El síndrome de Procusto y la política científica
JUAN JOSÉ BARRIENTOS

Monet, impresionista
Presentación

Los deudores de Monet
FRANCISCO CALVO SERRALLER

Los ojos de Monet
JOHN BERGER

Ella casi bella
GUILLERMO SAMPERIO

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Germaine Gómez Haro

De copias, falsificaciones y estafas

Los museos y las colecciones privadas más importantes del mundo han revelado en numerosas ocasiones el descubrimiento de piezas falsas que en algún momento fueron consideradas obras maestras de autores, tanto reconocidos como anónimos. Rondan por el mundo numerosas falsificaciones de los old masters vendidas a precios exorbitantes, y copias de la época que un día fueron obras lícitas de los discípulos en los talleres han sido posteriormente alteradas, imprimiéndoles la firma del maestro para elevar su precio de venta. Hasta finales del siglo XIX se contaba únicamente con el ojo experto de los connoisseurs para determinar la autenticidad de las obras de arte. Sin duda, ha habido estudiosos con un “ojo clínico” difícil de engañar, pero no han faltado los sagaces malandrines cuya habilidad en el complejo campo de la reproducción pictórica han burlado a los más acuciosos conocedores. No es sino hasta el descubrimiento y desarrollo de métodos científicos para el estudio de las obras de arte – rayos X, rayos infrarrojos, microscopios electrónicos, dendrocronología, cromatografía líquida, entre muchos otros– que se han logrado diagnósticos casi “a ciencia cierta” en pinturas cuya autenticidad resultaba cuestionable al ojo de los expertos.

Este fascinante tema ha dado lugar a una exposición magistral en la National Gallery de Londres, que se presenta actualmente bajo el título de Análisis minucioso. Falsificaciones, errores y descubrimientos. Se trata del resultado de una serie de estudios científicos realizados a una treintena de pinturas estelares de la colección del museo, cuyos resultados arrojaron muy diversos datos e información que han modificado definitivamente su status. Resulta que algunas piezas que se tenían catalogadas como originales de un autor reconocido, no lo son, y viceversa: así como hay decepciones, también aparecen las gratas sorpresas en obras auténticas que se tenían como dudosas. Y la gracia –al menos para el visitante, seguramente no para el museo– de constatar la perspicacia de los bribones que con tremenda cara dura han alterado a su antojo piezas originales, añadiendo o anulando motivos, inventando decoraciones o escenas según el gusto de la época para colocarlas en el mercado.


National Gallery

Lo interesante de esta muestra es que cada caso se presenta acompañado de una ficha que explica el motivo que originó el estudio, el procedimiento científico que se llevó a cabo, el diagnóstico final y la hipótesis que se plantea en cuanto al porqué de la falsificación, alteración o previa evaluación errónea de cada pintura. También se incluyen imágenes de los diferentes análisis técnicos y científicos, y las explicaciones detalladas de sus procedimientos. Quizás a algunos les parezca poco atractiva una exposición de esta índole, pero en realidad resulta muy interesante constatar todo el trabajo científico que hay detrás de las salas de los museos, tanto para la conservación de las obras como para su estudio y autentificación, y cómo de alguna manera los descubrimientos científicos han cambiado algunos aspectos de la historia del arte. Las obras que se exhiben invitan a un fascinante recorrido que va desde los maestros primitivos italianos hasta el Paisaje de invierno (1811) del romántico alemán Caspar David Friedrich, quien realizó dos versiones de esta impactante pintura –la otra se encuentra en el Museum für Kunst and Geschichte en Dortmund– y recientemente se determinó por medio del método conocido como reflectograma infrarrojo que la versión original corresponde al cuadro de Londres. En un vídeo documental se ve el laboratorio científico del museo, el cual se antoja como un cuartel de la NASA, y se entrevista a diversos especialistas que explican los procedimientos que se llevan a cabo mediante aparatos altamente sofisticados que arrojan una cantidad insospechada de información relativa al origen de los pigmentos, barnices y aglutinantes, la fechación de los soportes de madera, la técnica del artista develada capa por capa y hasta el estudio de las huellas dactilares del creador, como lo hacen los médicos forenses: al parecer ya casi nada queda oculto en una pintura ante la tecnología de punta. Dentro del sobrio edificio neoclásico que alberga una de las colecciones de pintura antigua más alucinantes del mundo, en el Departamento Científico de la National Gallery los avances tecnológicos del siglo XXI permiten desentrañar misterios de las obras de arte ocultos por siglos… hasta cierto punto. La enigmática sonrisa de la Mona Lisa y la mirada ensimismada y metafórica de Rembrandt seguirán escapando a cualquier interpretación ajena al plano sensorial. (www.nationalgallery.org.uk/close-examination).