Opinión
Ver día anteriorJueves 9 de septiembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

IVA y temporalidad

Tricolores desmemoriados

Panistas: dichos y hechos

E

l partido tricolor oficializó su intención de reducir la tasa del IVA y retomar el nivel observado en 2009 (15 por ciento general; 10 por ciento en la frontera), porque el incremento aprobado por el Congreso para 2010 (un punto porcentual) sólo fue temporal. Con ello, iniciativa de reforma fiscal de por medio, el PRI intenta presentarse como un ente solidario con los mexicanos (a quienes –también solidariamente– a cambio les pedirá su voto) y, por ende, representante de sus genuinos intereses, según dice. Con tal acción arrancó formalmente la temporada anual de rebatinga político-económica sobre el armado de los ingresos y el reparto del pastel presupuestal.

Cumplidores que son, los priístas respetaron la temporalidad pactada en noviembre del año pasado, cuando 415 diputados aprobaron el incremento de la tasa del IVA (de 15 a 16 por ciento) y sólo 24 de ellos se manifestaron en contra de tal disposición. Qué bueno que tengan memoria y respeten los acuerdos, pero a los tricolores se les olvidó la temporalidad anterior, es decir, el brutal aumento por ellos aprobado al mismo impuesto en 1995, cuando crecieron dicha tasa de 10 a 15 por ciento, temporalidad que se prolongó por tres lustros hasta concretar un nuevo aumento.

Un rápido recorrido por la historia reciente hace recordar lo siguiente: en 27 años (1983-2010) la tasa del IVA se ha incrementado temporalmente en tres ocasiones; la primera, en el arranque del gobierno de Miguel de la Madrid, cuando aumentó de 10 a 15 por ciento; esta temporalidad se prolongó ocho años (1983-1991), cuando la regresaron a su nivel original (10 por ciento). El gusto sólo duró un cuatrienio, pues por imposición de Zedillo, en marzo de 1995 los diputados y senadores (priístas y panistas, con la roqueseñal de rúbrica) retomaron el camino de la temporalidad y dicha tasa regresó a 15 por ciento, medida transitoria que se prolongó hasta noviembre de 2009, fecha en la que decidieron aplicar nueva temporalidad a la tasa del IVA y aumentarla de 15 a 16 por ciento.

Ahora, los desmemoriados tricolores se manifiestan a favor de regresar al 15 por ciento, lo que supondría motivo de alegría para los mexicanos, aunque más contentos estarían si la tasa del IVA retornara a su nivel original: 10 por ciento, sin temporalidad, y más aún si la susodicha iniciativa de reforma fiscal incluyera la derogación de las múltiples exenciones fiscales favorables al gran capital (Iglesia incluida), la verdadera causa del profundo cuan permanente cráter fiscal del país. Pero sueños aparte, obvio es que la citada propuesta priísta inflamó el hígado a los panistas, porque recortar impuestos es contrario a ser responsable en el manejo de las finanzas públicas, según dicen.

Pues bien, los también desmemoriados buenos muchachos (Martin Scorsese dixit) blanquiazules deberían recordar lo siguiente: “para que el gobierno cuente con suficientes recursos para enfrentar la crisis económica es necesario un recorte de 30 por ciento a los gastos asignados a todas las secretarías de Estado… El aumento de impuestos y de precios y tarifas del sector público, muy por encima de los incrementos salariales anunciados, indica que el gobierno ha optado por cargar el peso del sacrificio fiscal en los contribuyentes y en los trabajadores”. ¿Y quién dijo esta barbaridad? Pues un señorcito que hoy despacha en Los Pinos (14 de abril de 1995, Felipe Calderón), el mismo que hoy procede exactamente en sentido contrario de lo que tanto cuestionó en aquella ocasión.

No sólo eso. La tesis de los panistas (15 años atrás, desde luego) versaba así: “hoy existe solamente una realidad, querámosla o no, el ingreso personal de la inmensa mayoría de los mexicanos es muy bajo, el desempleo abunda, la carestía nos castiga, la micro, pequeña y mediana empresa está en quiebra o a punto de cerrar. Tenemos una mayor carga tributaria, tasas de interés altísimas, un gasto público sin ajustarse y todo esto derivado de una política errática y aún indefinida… El costo de la crisis ya no puede ser trasladado a la sociedad como hasta hoy; debe corresponder al gobierno absorber la mayor parte de ella. En este modelo que nos propone el Ejecutivo no vemos el sacrificio del sector público, únicamente observamos el sacrificio del pueblo y subrayamos que entre más se empobrece el pueblo, en sentido inverso o directamente proporcional, el gobierno también se debilita. La modificación fiscal afecta con mayor rudeza, desproporción e iniquidad a las clases marginadas... es inflacionaria, disminuye el poder adquisitivo del pueblo, provoca un desorden en la regulación de precios… Hoy todos los sectores sociales sienten y viven los efectos de esta crisis hasta llevarnos a una situación de emergencia”.

Micrófono en mano, los jilgueros panistas advertían: “cuando un pueblo se siente bien gobernado, es capaz de aceptar los mayores sacrificios y afrontar los más grandes desafíos. Pero cuando la desconfianza, la imposición, la incomprensión de una medida de gobierno no le convence, simplemente el pueblo la rechaza. Es sabido que estos programas con diferentes definiciones técnicas, sólo han beneficiado a unos cuantos privilegiando el interés particular sobre el general, y han socializado la deuda y los costos de los errores del gobierno. Así pues, es tiempo de rectificaciones históricas, ya que no es posible seguir construyendo el destino nacional con base en proyectos ideales de nación, sujetos a caprichos sexenales, despreciando el sentir de la nación real. Hoy todos estamos pagando el precio de estas oligarquías sexenales. La falta de sensibilidad política para la adecuación de estos compromisos puede derivar en consecuencias todavía más dañinas a la nación. Estamos convencidos que la crisis no sólo es económica, sino política. Hoy estamos frente a la realidad de un gobierno que ha sido desobediente, que no supo escuchar y que no quiso actuar… El gobierno se lava las manos, y hoy el pueblo de México, como siempre, tiene que pagar la factura… El sacrificio que se le solicita al pueblo de México es para pagar la mala administración y la mala conducta del gobierno… ¿Cuál es el objeto de seguir apoyando un programa que ha fracasado rotundamente?”

Las rebanadas del pastel

Eso sí, discursos aparte, los panistas, abrazados a los priístas, aprobaron el aumento a la tasa del IVA (en 1995 y en 2009), más la asfixiante lluvia de impuestos (en ese último año con el apoyo de ciertos perredistas). Y quieren más.