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Narcoviolecia
Crece en México insurgencia de cárteles: Clinton

La situación, similar a la de Colombia en 1990, afirma

Bandas criminales controlan ciertas partes del país

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La secretaria de Estado Hillary Clinton afirmó en conferencia de prensa que las autoridades mexicanas están muy dispuestas a aceptar consejos de Estados UnidosFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 9 de septiembre de 2010, p. 2

Nueva York, 8 de septiembre. La secretaria de Estado Hillary Clinton declaró hoy que en México la amenaza del narcotráfico se está transformando en algo semejante a una insurgencia, en la cual los capos controlan ciertas partes del país, lo cual hace que éste se parezca cada vez más a Colombia hace 20 años.

“Enfrentamos –consideró– la creciente amenaza de una red bien organizada, una amenaza del narcotráfico que, en algunos casos, se está transformando en, o haciendo causa común, con lo que nosotros consideraríamos una insurgencia en México y en Centroamérica.”

En respuesta a la pregunta de cómo impulsa las estrategias antinarcóticos en el hemisferio –en un foro donde ofreció un discurso sobre la política exterior del gobierno de Barack Obama, realizado en la sede de Washington del Consejo de Relaciones Exteriores–, Clinton reiteró su admiración por la valentía y el compromiso del presidente Felipe Calderón, e insistió en que Estados Unidos asiste a México para que mejore su seguridad pública, su trabajo de inteligencia y su capacidad de arrestar e investigar a narcotraficantes.

Pero a la vez subrayó que “estos cárteles de droga están demostrando más y más índices de insurgencia. De repente aparecen coches bomba, que no había antes”, contestó a Carla Hills, quien fue representante de Comercio de Estados Unidos y principal negociadora del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Entonces se está volviendo, se está viendo más y más como se veía Colombia hace 20 años, donde los narcotraficantes controlan ciertas partes del país, pero no partes significativas, corrigió, al recordar que fuerzas insurgentes llegaron a dominar 40 por ciento del país sudamericano.

En su amplia respuesta, Clinton dijo que para enfrentar ese problema se requiere de una capacidad institucional y seguridad pública mejorada, y, donde sea apropiado, apoyo militar para esa seguridad pública, junto con voluntad política. Insistió en que México tiene capacidad, y aunque las autoridades del país desean hacer lo más que pueden por sí solas, están muy dispuestas a aceptar consejos.

Advirtió que las naciones centroamericanas no tienen esa capacidad, y aseguró que Estados Unidos está respondiendo a llamados, como el de la nueva presidenta de Costa Rica, para ampliar lo que tenemos en América Central.

Añadió: necesitamos pensar cuáles son los equivalentes del Plan Colombia para México, Centroamérica y el Caribe.

Reconoció que el plan para el país sudamericano fue controversial; acabo de estar en Colombia, y había problemas y hubo errores, pero funcionó.

De nuevo reconoció que las drogas son consumidas en Estados Unidos y que las armas fluyen al sur, al afirmar: tengo una sensación real de responsabilidad para hacer todo lo que podamos.

Aparentemente a Clinton se le olvidó la controversia que provocó el gobierno de Obama a principios de 2009, cuando un informe del Pentágono señaló que México estaba en peligro de volverse un Estado fallido, y otras voces oficiales en Washington expresaron preocupación de que el gobierno mexicano había perdido control efectivo de partes de su territorio.

Decir que México es un Estado fallido es absolutamente falso... No ha perdido ninguna parte, ni una sola parte, del territorio, afirmó Calderón en entrevista con la agencia Ap en febrero de 2009, en respuesta a estas evaluaciones de parte del gobierno estadunidense, mensaje que repitió a medios internacionales mientras su gobierno transmitía el disgusto por estas caracterizaciones a sus nuevas contrapartes en la Casa Blanca y el Departamento de Estado.

El secretario asistente de Estado para asuntos internacionales sobre narcóticos David Johnson, en febrero del año pasado, tuvo que afirmar que no compartía los comentarios de algunos funcionarios estadunidenses de que el gobierno mexicano no tenía control efectivo de parte del territorio nacional.

Poco después, en su primera visita a México, en marzo del año pasado, Clinton intentó distanciarse de quienes afirmaban que había peligro de perder control de partes del territorio.

Subrayó el concepto de responsabilidad compartida y aseguró que ambos gobiernos estaban confiados en el éxito de la lucha antinarcóticos.

Hoy todo eso pareció haberse descartado, o tal vez descuidado. Eso sí, sus comentarios sobre el tema no eran parte del discurso preparado.

De hecho, en su amplia ponencia, Clinton no abundó sobre el problema del narcotráfico, y sólo mencionó a México como parte de una lista de países aliados, sin enfocarse en la relación bilateral, y América Latina estaba casi ausente (con un par de menciones de Brasil) en su discurso sobre la política exterior del gobierno de Obama.

O sea, sin esa pregunta, Clinton no hubiera tocado esos temas al ofrecer el panorama internacional y los desafíos para Estados Unidos. Más bien, enfatizó en Medio Oriente, las relaciones con India, los conflictos con Irán y Corea del Norte, la crisis en Sudán, entre otros, destacando los avances de la diplomacia estadunidense en estos últimos dos años.

Su extenso discurso se centró sobre cómo Estados Unidos mantendrá su liderazgo en un mundo cada vez más complejo. “Déjenme decirlo claramente: Estados Unidos puede, debe y será el líder en este nuevo siglo. De hecho, las complejidades y conexiones del mundo actual han otorgado un nuevo momento estadunidense, un momento en el cual nuestro liderazgo global es esencial, aun si frecuentemente tenemos que ejercer el liderazgo de nuevas maneras… Este es un momento que tiene que ser tomado a través de duro trabajo y decisiones audaces, con el fin de sentar los fundamentos de un liderazgo estadunidense perdurable para las décadas venideras”.