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Copala sigue sitiada

Más asesinatos

La situación en el municipio autónomo triqui de San Juan Copala, Oaxaca, es alarmante. Siguen los asesinatos contra sus miembros. En medio de la actual trivialización de cifras de emboscados y ejecutados a nivel nacional, la cuenta de Copala crece en la escala de un nuevo crimen de Estado por la violencia impune de paramilitares armados que llevan diez meses sitiando la comunidad a fuego y miedo, protegidos por la procuraduría y la policía estatales, y la tácita “tolerancia” del gobierno del pri.

El 5 de septiembre, el municipio autónomo denunció el asesinato de otro compañero suyo, Pedro Santos, autoridad de Agua Fría Copala. Viajaba con su esposa y su hermana, quienes lograron identificar a los agresores, pertenecientes al Movimiento Unificado de Lucha Triqui-Partido de Unidad Popular (MULT-PUP)”, el cual se presenta como adherente de la Otra Campaña. Más gente de Agua Fría confirmó que “los agresores son Emiliano Martínez Santos, Camilo Ramírez de Jesús y Francisco Merino Flores, acompañados por Antonio Cruz García (El Pájaro), uno de los principales agresores de la caravana del 27 de abril” (en la que fallecieron Beatriz Cariño y Jiri Jaakola), como pistolero de la “extinta” Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (UBISORT).

Poco antes, el pasado 21 de agosto fueron asesinados al pasar por Hierbasanta (comunidad del MULT) Antonio Ramírez López, de 72 años de edad y “dirigente moral” del municipio autónomo, Antonio Cruz García y Rigoberto González; resultaron heridos Víctor de Jesús González y Alfredo Martínez González, todos de Agua Fría y Santa Cruz Tilapa, Copala.

La autoridad autónoma se preguntó entonces: “¿Qué es más inmoral, denunciar o callar como si la vida de nuestros hermanos no valiera nada; o peor aún callar para después ir a los palacios de gobierno para acordar el precio que tiene la vida de un indígena y entregar a sus familiares un porcentaje de lo que se logró negociar; ésa es la moral de los dirigentes del MULT, a los que hacemos responsables directos junto con UBISORT de la muerte de nuestros compañeros”. La agresión hizo que se cancelara una caravana que saldría dos días después a la ciudad de México, la cual organizaban los caídos.

El día 22, las mujeres en plantón en el centro de Oaxaca expresaron: “Nuestro pueblo triqui sigue siendo golpeado, no hay día de calamidad que no conozcan nuestras gentes, el dolor y la rabia está en nuestros corazones, mujeres, niñas, ancianos, hombres, todos padecemos la injusticia de las instituciones y los paramilitares, la muerte de compañeros se suma siempre a una estadística que no tiene fin. ¿Cuanto más tenemos que decir que nuestra lucha es por dignidad, justicia, libertad, trabajo, respeto? ¿Cuanto más tenemos que llamar al pueblo que está callado y agachado para que se sume a la lucha por libertad, respeto a su autonomía y la autodeterminación, para decidir nuestro destino como pueblos indígenas y reclamar al Estado mexicano que violenta nuestro derecho?”.

Días antes del crimen en Hierbasanta, organismos civiles de Oaxaca denunciaban la impunidad existente: las celebraciones del bicentenario sirven como “telón” para “una guerra de exterminio contra los pueblos indígenas, tolerada y fomentada por el gobierno mexicano en los rincones más pobres y vulnerables de nuestro territorio”.  El caso “más indignante”, decían, es San Juan Copala, corazón político y ceremonial de las comunidades de la Triqui baja.

“Desde diciembre de 2009, la población sufre el acoso de grupos paramilitares bajo las órdenes de los caciques priístas locales, apadrinados por Ulises Ruiz, que buscan el control del territorio y de los recursos de esta región de la Mixteca. Un cerco armado que dispara día y noche sobre hombres, mujeres y niños de la comunidad, y ha confinado a una población entera a vivir en el terror. Sin luz, agua ni posibilidades de abastecerse de alimento, la situación de los habitantes de Copala es alarmante”.

También han sido asesinados Teresa Bautista y Felícitas Martínez, locutoras de la radio autónoma; Timoteo Alejandro, líder y fundador del municipio autónomo, y su esposa Cleriberta Castro. Los crímenes “permanecen impunes sin que se inicie una investigación, a pesar de que se ha denunciado a los responsables, Rufino y Anastacio Juárez Hernández, cabezas de UBISORT”.

Tras la muerte de Pedro Santos, el corresponsal de Prensa Indígena reportó desde Agua Fría (5 de septiembre) que Jorge Albino Ortiz, representante de Derechos Humanos de San Juan Copala, señalaba que “militantes del MULT en alianza con UBISORT continúan acabando con los que integran el municipio autónomo”. Expuso que las organizaciones mencionadas “continúan con balaceras contra el palacio municipal de Copala, por lo que la tensión ha aumentado demasiado” y pidió al gobierno federal “su intervención para acabar con la ola de ataques y asesinatos por parte de grupos del poder controlados desde las cúpulas del gobierno estatal”. Esto, claro, implica el riesgo de una militarización que podría empeorar las cosas.

Ante la recurrente evidencia de que en estas ejecuciones participan miembros del MULT, el 22 de agosto el municipio autónomo llamó a la solidaridad nacional e internacional. “Y a los compañeros de la Otra Campaña les pedimos que reflexionen y vean para adentro de sus corazones, se darán cuenta que nosotros no tenemos problema con ninguna comunidad del pueblo triqui, es la dirigencia mestiza del MULT la que sin conocer nuestros pueblos y nuestra cultura han pervertido la lucha que por siglos San Juan Copala ha dado al lado del pueblo de Oaxaca”.

La violencia no cesa. El 7 de septiembre, gente de UBISORT atacó nuevamente Copala. Entraron disparando, y resultaron heridas Francisca de Jesús García y Natalia Cruz Bautista, “quien además fue violada por los paramilitares”. Los pobladores identificaron entre los agresores a Julio César Martínez, Bernabé Cruz Santiago, Ramiro Domínguez García y Mauro Vázquez.  

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