Opinión
Ver día anteriorMiércoles 15 de septiembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ernesto Cordero: ¿a qué llama crisis?

No confundir: sacudidas, las de antes

México en el hoyo, con todo y bicentenario

M

uy seguro de sí mismo, el secretario de Hacienda aseguró ayer ante los inquilinos de San Lázaro que México podría enfrentar una crisis económica como las registradas en los años 70 y 80. Podría, dijo Ernesto Cordero quitado de la pena. Pero, ¿a qué llama crisis este amigo de su amigo?, porque al analizar los resultados oficiales de las dos décadas citadas y compararlos con los correspondientes a la primera del siglo XXI, con dos gobiernos panistas al hilo, lo que aparece de inmediato es que con Fox y Calderón sentados en Los Pinos la situación no es muy distinta.

Ante los diputados el susodicho dijo que reducir los ingresos (es de suponer que se refería a la intención tricolor de bajar la tasa del IVA de 16 a 15 por ciento) y aumentar el déficit, supondría el riesgo de caer en un endeudamiento insostenible que podría llevarnos a otra crisis de origen interno, como las ocurridas en 1976, 1982 y 1986, aunque dejó a un lado la de 2009, porque –de acuerdo con los cánones calderonistas– ésta fue rigurosamente externa, aunque internamente haya significado el mayor desplome del PIB mexicano en ocho décadas.

Pero bueno, de entrada habría que recordar que con Calderón en Los Pinos el monto de la deuda externa se ha incrementado en alrededor de 10 puntos del producto interno bruto, y que la crisis externa de 2009 provocó, entre otras gracias, la devaluación hasta de 50 por ciento frente al dólar, arrasó con buena parte de las pequeñas y medianas empresas (para qué recordar la masacre en las micro), las generadoras de empleo, que entre las patas se llevó decenas de miles de puestos de trabajo y que hundió, aún más, el de por sí raquítico nivel de bienestar de la mayoría de los mexicanos. Por si fuera poco, antes de esta crisis externa, alrededor de 6 millones adicionales de mexicanos se incorporaron al ejército de pobres, esto cuando oficialmente el sólido navío de gran calado (Calderón dixit) era imparable.

En el balance que las cifras oficiales permiten realizar es de subrayar que aún con la macro devaluación de agosto de 1976 (la primera en 24 años) la tasa promedio anual de crecimiento económico en la década de los 70 (el sexenio de Luis Echeverría y la mitad del correspondiente a José López Portillo) fue de 6.7 por ciento. Ya en los años 80 –con dos crisis oficialmente reconocidas como tal– se desplomó el ritmo de avance económico (mantenido por alrededor de siete décadas al hilo), y en este sentido dicho indicador cayó de 6 por ciento a sólo 1.2 por ciento (la segunda mitad del gobierno de JLP, el de Miguel de la Madrid y el primer año de Salinas).

¿Cuál es el balance de los gobiernos panistas en la primera década del siglo XXI, durante los cuales, según Ernesto Cordero, no hubo crisis, porque ésta fue en los años 70 y en los 80? Pues bien, en el sexenio de Vicente Fox, más la mitad de Felipe Calderón, la tasa promedio anual de crecimiento económico reconocida oficialmente es de 1.3 por ciento, prácticamente la misma que la registrada en los años 80, es decir, en la primera década perdida, según calificativo utilizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la Cepal.

He allí el comparativo de resultados, siempre con base en cifras oficialmente reconocidas. Entonces, va de nuevo: para Ernesto Cordero, ¿qué es crisis?, porque incluso con indicadores económicos medianamente atendibles –según el propio gobierno calderonista–, esto es, antes de la crisis que sólo fue externa, entre 2007 y 2008, unos 6 millones adicionales de mexicanos fueron obligadamente incorporados al ejército de pobres, para totalizar 51 millones en tan precaria condición. Este desastre social, por sí sólo tendría que haber encendido las alarmas, y el gobierno calderonista actuado inmediatamente en consecuencia, pero se dedicó a presumir un imaginario navío de gran calado, envidiables fortalezas económicas e inexistentes cifras históricas en generación de empleo y bienestar social. ¿Por qué? Bueno, porque de eso viven, y muy bien, del discurso, como muestra la presencia del secretario de Hacienda en San Lázaro, para quien las crisis fueron de otros y en otros tiempos (muy lejanos, para él).

En fin, a media sesión un diputado tricolor reclamó al ilustre compareciente por la falta de solidez de los Criterios Generales de Política Económica elaborados por los dos gobiernos panistas, de sus proyecciones económicas, porque nunca han resultado medianamente acertadas. El secretario de Hacienda intentó tapar el hoyo, aduciendo que para tales estimaciones se utilizan los mejores equipos y procedimientos econométricos, amén de que suelen coincidir, dijo, con las realizadas por el sector privado. Puede decir misa, pero en los hechos el aguerrido legislador de tres colores tiene toda la razón, porque en casi diez años los panistas no han dado una, ni siquiera en tiempos relativamente favorables.

Si se atienden las estimaciones de los citados Criterios Generales (2001-2009), la economía nacional tendría que haber registrado una tasa promedio anual de crecimiento de 3.2 por ciento. En los hechos, tal indicador anual a duras penas llega a 1.3 por ciento, es decir 60 por ciento de diferencia entre lo proyectado y lo observado. El asunto empeora cuando en el balance se recuerdan e incluyen las promesas de campaña de Vicente Fox y Felipe Calderón (7 y 5 por ciento de crecimiento anual, respectivamente). Considerados ambos compromisos, la tasa promedio anual tendría que haber sido de 6 por ciento, es decir, 4.6 veces más de lo que alcanzado.

Y aunque parezca increíble, a estas alturas del partido los resultados de Calderón son peores que los de Fox, y por mucho, lo que sería lo de menos de no ser porque entre las patas se han llevado al país, sin demeritar las destacadas actuaciones de sus predecesores en Los Pinos. Pero no hay de qué preocuparse: la comparecencia se desarrolló como siempre, es decir, entre mutuas acusaciones y sin llegar a ninguna parte.

Las rebanadas del pastel

Si la medición se realiza por número de discursos, no cabe duda que México posee a los mejores funcionarios del mundo y zonas planetarias aledañas. ¡Qué envidia! Ahora que si la evaluación se hace como debe ser, por resultados, entonces qué jodido está el país. Pero sonrían, que ya está aquí la glamorosa fiesta patria, con el aliciente de que el bicentenario lo podrán ver en la tele, según atinada recomendación del nuevo prócer de la educación nacional, Alonso Lujambio.