Opinión
Ver día anteriorDomingo 26 de septiembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El Despertar

Barrer las galas

L

o más significativo de los festejos del bicentenario fue el contraste entre la pesadumbre general por la difícil situación en el país y lo vistoso de las ceremonias oficiales. Los festejos fueron brillantes y muy costosos. La noche del Grito, el show (organizado por un australiano experto en festivales) duró 20 minutos y costó mil millones de pesos. El importe total de los festejos en números oficiales llega a 3 mil millones; hay indicios de que se que se desviaron recursos. En noviembre vendrá otra conmemoración patética.

Las fiestas terminaron y hay que barrer las galas. Lo que sigue es la lucha por la Presidencia. Tendrá que pasar un año para que se inicie formalmente el proceso, pero el ambiente de fin de sexenio se empezará a vivir de inmediato. Los comicios serán un plebiscito, continuar por el camino actual o afrontar el cambio al que se refirió el rector José Narro en la celebración de la UNAM.

Las elecciones presidenciales en México están cargadas de símbolos, temores y expectativas. Pero hoy el escenario es insólito. Se juntarán: recesión económica, pobreza y violencia en aumento. Y la inconformidad. Los órganos encargados de administrar y arbitrar en el conflicto político están desprestigiados. La abrumadora propaganda del gobierno basada en mentiras se agota. Si observamos las trayectorias de los peores problemas reconoceremos que tras cuatro años se han agravado y que es casi imposible remitan los dos últimos del sexenio. Además puede haber rupturas. La guerrilla puede aprovechar el escenario de los aniversarios. Las manifestaciones contra desempleo, abusos e inseguridad pueden dejar de ser pacíficos. Puede haber graves atentados.

¿Habrá recursos políticos suficientes para mantener la gobernabilidad? No es de creerse que los grupos de interés y el narco se refrenen. Parecen muy difíciles reformas para crear, garantizar la eliminación de la compra o coacción del voto. Habría que legitimar a las autoridades electorales. Es decir, reorganizarlas. Este es el primer paso. Hoy no son creíbles ni legítimas. Si el resultado es apretado y las partes se niegan a aceptarlo se desencadenará una ola de insurgencia cívica. El IFE y el TEPJF no pueden seguir controlados por personajes siniestros y por las burocracias de los partidos. Si se quiere evitar una ruptura social hay que garantizar elecciones justas y equitativas. Tal se hizo en 1994 y en 1996. No se puede afrontar simultáneamente una gran crisis económica y social sin abrir los canales de la política.

No creo que Calderón tenga la valentía y la visión necesarias para administrar bien su propia sucesión. Me temo que intentará utilizar los órganos, recursos, palancas a las que tiene acceso y mantener su estrategia de ganar tiempo con la esperanza de que no haya un desbordamiento para 2012. Ojalá me equivoque.