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Mientras sus opositores la condenan por haber sido guerrillera, sus seguidores admiran su valentía

Pese a la guerra sucia, Rousseff es favorita para ganar mañana la presidencia de Brasil

En 2002 se unió al equipo de transición del gobierno de Lula, a quien le agradó por su trabajo

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Seguidores de Dilma Rousseff portan playeras con una imagen de hace 40 años de la candidata, con la que fue fichada por la policía militar luego de su aprehensión, en octubre de 1971Foto Arturo Cano
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El presidente Luiz Inacio Lula da Silva inauguró ayer una clínica de rehabilitación en Sao Bernardo do Campo, ciudad cercana a Sao PauloFoto Ap
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Periódico La Jornada
Sábado 2 de octubre de 2010, p. 22

Sao Paulo y Porto Alegre, 1º de octubre. Seguro el gato tuvo una crisis de identidad, pues cada prisionera le puso un nombre diferente. Era Tulio, Detritus o Principio. Para Cristina de Castro, que dormía en la litera de arriba de la celda, era Brutus. Abajo dormía Dilma Rousseff, la prisionera que más cuidaba del gato y, sobre todo, de su cajita de arena, pues en su doble fondo las presas intercambiaban mensajes: Textos marxistas copiados a mano cuidadosamente y recados de los muchachos del lado masculino de la cárcel de Tiradentes.

Eso cuenta Cristina de Castro en un testimonio entregado a este diario. Eso y que en la prisión todas tenían apodo. La favorita en la elección presidencial de Brasil era Mineirão, por ser originaria del estado Minas Gerais y por el liderazgo, determinación y fuerza de carácter que hasta hoy ella demuestra.

Cristina fue llevada a la cárcel en octubre de 1971, cuando Rousseff ya lleva ahí casi dos años. La llegada a Tiradentes suponía, para la mayor parte de las encarceladas, el fin de la detención clandestina y sus consecuencias. No fue el caso de Cristina, quien una y otra vez fue llevada y traída de las salas de tortura. “Volví a los infiernos innumerables veces, y siempre que retornaba a ‘mi celda’ encontraba a Dilma de brazos abiertos, amparándome, ayudándome a usar la letrina cuando no tenía fuerzas, dándome sopitas de cucharadas en la boca (como a un bebé); cediéndome la litera de abajo”.

En una de esas vueltas del infierno, Dilma Rousseff se empeñó en que Cristina escuchara, en un radio de transistores, Para un amor en Recife, de Paulino da Viola: “La razón porque mando una sonrisa/ Y no corro/ es que anduve llevando la vida/ casi muerto…”

El entrañable cariño que las otras presas le dispensaban a Mineirão tenía una excepción: el día que le tocaba cocinar a Dilma, todas comían pan con mortadela (cuando había).

Militancia, detención y tortura

Una tranquila mañana de domingo, los vendedores de artesanías y baratijas conviven con la clase política local en el principal parque de Porto Alegre. Hay cientos de banderas y militantes de todos los colores que se miran sin echarse bronca.

A unos pasos de una rueda de capoeira, saluda a todo mundo el sindicalista bancario Olivio Dutra, primer alcalde petista de Porto Alegre y luego gobernador del estado Rio Grande do Sul, a finales de los 90.

Siempre muy ceremonioso, Dutra cuenta: Conocí a Dilma cuando asesoraba, como economista y miembro del movimiento de mujeres del Partido Democrático de los Trabajadores (PDT), de Leonel Brizola, al sindicato de la industria del vestido.

Cuando el PT llega al gobierno, los brizolistas –y Rousseff lo era– les llevaban ventaja en cuanto a experiencia de gobierno. De modo que Dutra, tras una alianza más amplia con el PDT, nombra a Rousseff secretaria de Energía y Minas. Dutra, la figura más célebre de la izquierda en la región, resume en una frase su gestión: Salvamos al estado de un apagón.

A unos pasos de Dutra, entre sorbos de mate, Raul Pont hace un apretado resumen del pasado guerrillero de la candidata Rousseff, pues, en los 60, ambos forman parte de un grupo de jóvenes expulsados del Partido Comunista: la Organización Revolucionaria Marxis ta Política Operaria (Polop).

Dilma pertenece entonces a la vertiente que se decide por la lucha armada contra la dictadura militar y da vida al Comando de Liberación Nacional (Colina), origen, a su vez, de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR-P), organización en la que milita cuando cae presa.

En esa época es cuando Dilma conoce a Carlos Araújo, un dirigente de acá de Porto Alegre, de una familia de tradición comunista fuerte. Carlos fue apresado en Sao Paulo, junto con compañeros nuestros, del Partido Obrero Comunista (POC).

La propia Dilma Rousseff es aprehendida en Sao Paulo, el 16 de enero de 1970. Fui torturada física, síquica y moralmente durante 22 días, se lee en el acta de un interrogatorio de septiembre de aquel año, donde Rousseff niega sus supuestas declaraciones anteriores. Carlos Araújo (segundo marido de Rousseff y padre de su única hija) fue transferido a una prisión de Porto Alegre, en la que yo estaba. De ahí se estrechó la relación; nos conocimos mutuamente en las visitas que hacían las familias a los presos.

Al salir de la cárcel, entre 1973, participamos acá en un instituto de estudios políticos y económicos, vinculado al viejo Movimiento Democrático Brasileño, porque era lo que nos permitía la dictadura.

Mientras, la Tendencia Socialista, en la que participaba Pont, comienza a dar pasos rumbo a la creación de un nuevo partido, Dilma, Carlos y otros compañeros creyeron que era mejor organizar a la gente por medio del viejo laborismo de Brizola. Creían en la posibilidad de impulsar un nuevo partido, con la gran base que había dejado el laborismo acá.

El pasado guerrillero de Dilma Rousseff es un tema de la campaña. En blogs, videos y mensajitos la llaman asesina, secuestradora y otras linduras.

El influyente diario Folha de Sao Paulo –confrontado con el gobierno del presidente Lula– ha pedido al Supremo Tribunal Militar que dé a conocer los archivos del proceso contra la candidata presidencial, aunque copias de esos documentos se guardan en un centro de documentación de la Universidad de Campinas.

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Partidarios de Rousseff conversan con seguidores de Marina SilvaFoto Ap

El director del centro, Alvaro Bianchi, ha escrito que los documentos revelan que, al ser detenida, Rousseff –quien entonces tenía 22 años– no portaba armas ni opuso resistencia, que en la casa donde vivía tampoco se hallaron armas, aunque quedó registrado el hallazgo de un ejemplar de Estrategia y táctica, de José Stalin, y otros libros subversivos.

En la ficha policial de su captura, fechada el 30 de enero de 1970, Rousseff es llamada la Juana de Arco de la subversión, lo que parecía más un intento del fiscal militar de vanagloriarse de la aprehensión que un sobrenombre atado a la realidad.

Incluso, por la edad, Dilma Rousseff era una muchacha que apenas salía de la Universidad, piensa Raul Pont.

En los archivos militares se dice que asesoraba huelgas y dirigía asaltos bancarios, pero no se dice cuáles. Finalmente, la hoy candidata presidencial fue sentenciada a cuatro años de prisión por el delito genérico de subversión.

Antes y durante la campaña, se ha negado a precisar cuál fue su participación en VAR-Palmares. Cuestionada en debates sobre su pasado, lo más que ha llegado a decir son cosas como tengo una trayectoria, y por ella pagué caro.

Para infelicidad de algunos, nada hay que vincule a Dilma Rousseff con acciones armadas, escribe Bianchi en la revista Carta Capital. Pero no es condescendiente con el silencio de la candidata, a quien reprocha contribuir a la desmemoria histórica de Brasil: Suprimir la memoria para no perder votos no es buena cosa. Falsificarla para ganarlos, tampoco.

La clandestinidad

En 2001, Raul Pont convocó a un grupo de ex militantes de Polop a sentarse a una mesa para hacer un balance de su militancia juvenil. Rousseff era entonces secretaria de Energía del gobierno estatal. Participaron también Flávio Koutzii, jefe de la Casa Civil de Río Grande do Sul, y el vicegobernador Miguel Rosseto.

Treinta años de la historia de Brasil se pasean en la charla, salpicados de conceptos como revolución por etapas, la universidad crítica y la democracia burguesa.

En algunos momentos de la charla, Rousseff habla de su militancia juvenil. Cuenta que en Belo Horizonte, donde nace y vive su primera juventud, la organización la transfiere del movimiento estudiantil al sindical, para ayudar a hacer un periódico que lleva por nombre Piquete, que entonces asiste por primera vez al horror que es la derrota de una huelga y que en la base organizada de Polop predominaban los evangélicos, porque eran más letrados, leían la Biblia.

Recuerda también que el debate sobre democracia representativa, versus participativa, en boga entonces, fue extremadamente importante en mi formación.

Tras el golpe de Estado de 1964, el régimen militar restringe paulatinamente las libertades hasta que, en diciembre de 1968, emite el decreto AI-5 que le otorga poderes excepcionales. En Brasil se considera ese momento la formalización de la dictadura militar.

Fue en ese momento en que el Polop decretó: todo el mundo a la clandestinidad. Yo entré a la clandestinidad el 13 de diciembre de 1968, recuerda Rousseff en la charla citada. La vida demostró que estábamos equivocados

Años después, el grupo donde participa Rousseff toma parte en las discusiones que culminarían con la fundación del PT, pero al final decide irse al partido de Brizola: Temíamos quedar aislados una vez más y decidimos mantener un paraguas. La vida demostró que estábamos equivocados.

Tendrían que pasar dos décadas para que Rousseff rectificara. En 2001, a la mitad del gobierno de Dutra, la elección municipal rompe la alianza entre el PT y el PDT. El partido de Brizola decide separarse del gobierno, pero ella y otros funcionarios se quedan. Meses más tarde, se afilia al PT.

No ha pasado mucho tiempo cuando Lula gana, en su cuarto intento, la presidencia. En ese 2002, el grupo de Porto Alegre la recomienda para el equipo de transición, porque no había gente del partido con experiencia acumulada en la cuestión energética. Así que, un equipo de nosotros fue a Brasilia, Dilma entre ellos, cuenta Pont, quien como tercer alcalde petista de Porto Alegre jugó un papel clave en la organización del primer Foro Social Mundial.

A Lula le agradó mucho su capacidad de trabajo y la hizo ministra de Energía. De ahí salió para ser jefa de la Casa Civil (jefatura del gabinete presidencial).

En sólo ocho años, los que lleva Lula en la presidencia, Dilma Rousseff recorrió el camino que este domingo puede llevarla a la presidencia de Brasil.

En la recta final de la campaña, la guerra sucia en su contra tiene una pata en su oscuro pasado guerrillero y otra en su presunta postura favorable al aborto. Sus estrategas la han hecho reunirse, en el contrataque, con líderes religiosos de todas las denominaciones. Y este día, a horas de la elección, Dilma Rousseff viaja a Porto Alegre para el bautizo de su nieto Gabriel. Fui bautizada y confirmada. Es la religión de mi familia y la mía también, dice.

En las calles de Porto Alegre, algunos de sus simpatizantes portan orgullosos camisetas con un estampado en rojo: la foto engrapada que hace 40 años la policía militar puso en la ficha de aprehensión de Mineirão.