Opinión
Ver día anteriorMartes 5 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Brasil mira hacia el futuro

México, aferrado al pasado

Lula, hechos; Calderón, discursos

E

stá por concluir el ciclo presidencial de Lula, y todo apunta a que por primera vez en la historia de Brasil una mujer, Dilma Rousseff, ocupará la Presidencia de aquel país. Casi ocho años han transcurrido desde que el obrero metalúrgico asumió el poder, el primero de enero de 2003 y “de acuerdo con encuestas nacionales y extranjeras, a estas alturas tiene una aceptación ciudadana superior a 80 por ciento. Ningún político en el mundo democrático y en medio de la crisis global, cuenta con un reconocimiento siquiera cercano” (La Jornada, Carmen Lira, 3 de octubre de 2010).

Cuando Lula llegó a la Presidencia de aquel país sudamericano, el gobierno saliente le heredó una tasa anual promedio de crecimiento ligeramente superior a 2 por ciento; él, a su vez, pasará la estafeta con una tasa anual cercana a 4 por ciento. Pero no sólo eso: “… en los últimos ocho años el gobierno que él encabeza ha sacado de la miseria absoluta a 27 millones de personas; (…) simultáneamente ha elevado a la clase media a 36 millones de brasileños pobres (…) ha creado, en sus dos mandatos de cuatro años –cada uno–, 15 millones de empleos” (ídem).

¿Qué hizo posible ese salto? Lula lo resume así en su entrevista con Carmen Lira: “… si yo hubiese continuado la política de Fernando Henrique Cardoso (su antecesor) Brasil hubiera quebrado. Nosotros sólo llegamos adonde llegamos porque hicimos las cosas de manera diferente. Sólo quería decirte que cuando yo asumí la Presidencia Petrobras valía 13 mil millones de dólares de su valor patrimonial. Y hoy Petrobras vale 220 mil millones de dólares. Algo cambió. Cuando llegué al gobierno la consigna era que el gobierno no podía gastar, no podía hacer inversiones porque todo tenía que garantizar el superávit primario. Y había que cuidar el déficit. ¿Qué sucedió? Nosotros, que estábamos subordinados al FMI, nos libramos del FMI. Nosotros, que no teníamos ninguna reserva, vamos a llegar al final del año con 300 mil millones de dólares de reservas. Nosotros, que éramos deudores, nos volvimos acreedores del FMI. Y la situación de Brasil cambió radicalmente; incluimos a los millones de excluidos que no eran tomados en cuenta. Éramos un país de economía capitalista sin capital, sin crédito, sin inversión” (es decir, hizo exactamente lo contrario que los gobiernos neoliberales, y allí están los resultados y la diferencia. Lula, pues, dejará la Presidencia con un Brasil mirando hacia el futuro. En México, por el contrario, se empeñan en mantener al país dando vueltas a la noria y atado al pasado).

Brasil fue uno de los países latinoamericanos que mejor libró la crisis de 2009. De hecho, a partir del segundo semestre de ese año se observó un repunte de su actividad económica, lo que redujo el impacto inicial de la sacudida y el PIB disminuyó sólo 0.2 por ciento, contra un desplome de 6.5 por ciento en el caso mexicano. Para 2010 se prevé que los indicadores económicos mostrarán nuevamente los valores registrados antes de la crisis, y se espera una expansión del empleo y la inversión, por lo que se estima un crecimiento del PIB de 7.6 por ciento, cifra superior al 6 por ciento observado en los 12 meses anteriores a septiembre de 2008.

De acuerdo con las estimaciones de la Cepal, la recuperación de la actividad económica obedeció sobre todo a la evolución del mercado interno, que siguió registrando una expansión del consumo, tanto del gobierno como de los hogares, impulsado por el crecimiento de los créditos internos otorgados principalmente por las instituciones financieras públicas. A esto se sumaron los buenos indicadores laborales, el aumento del salario real y los subsidios al consumo de bienes duraderos. A su vez, la política fiscal estuvo dirigida a generar una fuerte acción anticíclica, a través de la reducción de los impuestos a los bienes de consumo duraderos y la expansión de la inversión pública, y ofrecer mayor financiamiento mediante la asignación de recursos públicos para las inversiones privadas. En línea con estas medidas, la política monetaria estuvo orientada a garantizar liquidez en los momentos iniciales de la crisis, por lo que se redujo la tasa de interés básica hasta alcanzar sus mínimos niveles nominales históricos. El ingreso de capitales por concepto de inversión de cartera contribuyó a financiar la balanza brasileña de pagos, que se vio afectada por la desaceleración del comercio mundial y la menor inversión extranjera directa, lo que se tradujo en elevados niveles de reservas internacionales.

El conjunto de las políticas adoptadas y la recuperación del escenario económico internacional facilitaron una mejora de las principales variables de la economía brasileña entre 2009 y los primeros meses de 2010, en especial en comparación con los resultados registrados en otros países de la región o emergentes. Entre enero de 2009 y mayo de 2010 el empleo formal se expandió en 1.7 millones de nuevos puestos de trabajo en el sector formal de la economía, el salario medio real se incrementó 1.95 por ciento en 12 meses hasta mayo de 2010, y la tasa de desempleo recuperó los niveles registrados antes de la crisis (7.5 por ciento en mayo pasado). A su vez, la inflación se mantuvo dentro del rango objetivo. Por su parte, el tipo de cambio, luego de registrar una fuerte depreciación en los primeros meses de la crisis, recuperó sus niveles nominales anteriores.

Como consecuencia del conjunto de políticas implementadas, entre 2009 y 2010 el Tesoro Nacional capitalizó el Banco Nacional para el Desarrollo Económico y Social del Brasil con el equivalente a 5.7 por ciento del PIB. En materia de política fiscal, una de las principales medidas fue la eliminación del impuesto sobre las ventas de automóviles. Asimismo, se redujeron y en algunos casos se mantuvieron los impuestos a la producción de bienes de capital y a varios insumos para la construcción. Ante la incertidumbre sobre la situación económica mundial y la capacidad de expansión productiva del país, la política económica brasileña estuvo orientada a manejar eficientemente el ritmo de crecimiento de la demanda. A pesar de la crisis, se observó una evolución favorable de los salarios.

Las rebanadas del pastel

De la diferencia entre gimnasia y la magnesia: mientras Lula sostiene que en poco tiempo seremos la quinta economía del mundo, porque las condiciones están dadas, el inquilino de Los Pinos promete lo mismo, pero para 2050. Ésa es la diferencia entre hechos y discursos.